La Policía busca al hombre raro que entró en la tarde de anteayer miércoles en el despacho de abogados Eurasia poco antes del triple crimen que conmocionó al barrio de Usera, en Madrid. Las primeras hipótesis apuntan a una venganza como móvil del suceso más grave en la capital en una década. En el despacho fueron asesinadas la secretaria Maritza O. R., cubana de 46 años, la abogada Elisa C. G., también cubana, de 33, casada con el dueño del bufete, el peruano Víctor Joel Salas Coveñas -al parecer un matrimonio de conveniencia-, y un ecuatoriano, Pepe C. V., de 42 años, que acudió a recoger unos papeles.

El hombre raro entró en el despacho pasadas las cuatro -hora canaria- preguntando por Salas, un letrado dedicado a asuntos de extranjería que fue asistente judicial en su país, donde llevaba casos de narcotráfico y secuestros. La Policía le ha puesto protección nada más terminar su declaración.

Una de las trabajadoras asesinadas avisó por teléfono al dueño de que una persona de aspecto "raro" le esperaba. Nada más se supo. Tampoco el abogado ha dado más pistas sobre un crimen que le ha dejado "conmocionado y totalmente bloqueado". El crimen fue atroz. Maritza O. R. fue degollada, mientras que Elisa C. G. presentaba un fuerte golpe en la cabeza.

Las dos, encontradas juntas en un despacho, estaban parcialmente quemadas. Por su parte, Pepe C. V. murió de una puñalada en la cabeza. En el crimen se utilizó un cuchillo y una barra de hierro que estaba en el despacho.

Salas había recibido amenazas y acumulaba deudas. El abogado denunció en 2006, con 25 años, que una jueza peruana le pidió que manipulara un proceso judicial contra un narco de origen israelí.

La jueza Ana Luzmila Espinoza fue apartada, acusada de cambiar el tipo penal por el que se juzgaba al traficante Zeev Chen para rebajar la pena impuesta; de modificar el fallo para reducir la indemnización de 500.000 a 50.000 soles; y de modificar la fecha de un recurso de nulidad para que entrase en plazo.

Víctor Joel Salas estaba casado con Elisa C. G., al parecer por conveniencia. Así lo explicó en la puerta del Instituto Anatómico Forense un amigo de una de las fallecidas, Maritza, que también conoce desde hace años a la otra fallecida, Elisa, porque todos son de la misma provincia cubana: Holguín.