El desplome no les pilló, literalmente, por las moscas. Los jóvenes Jezer Pérez, Priscila Izquierdo y sus amigos, decidieron poner punto y final al día de baño y sol en Punta de Teno solo unos minutos después de que la calzada se viniera abajo. "Nos íbamos a ir sobre las seis pero habían unas moscas un tanto pesadas que nos entretuvieron un rato", relata Pérez. Entre lo que recogieron las toallas y los parasoles se les fue media hora, el tiempo justo para no vivir el derrumbe de la vía en primera persona. "Cuando llegamos al túnel teníamos como diez coches parados delante. Al principio, pensamos que había sido un accidente y que podríamos continuar, pero luego nos dimos cuenta de que la cosa era seria. Quién sabe lo que nos hubiera pasado de llegar un poco antes", reconoce el portuense.

Si se mira desde punto de vista, la suerte estuvo de su lado, así que los jóvenes decidieron tomarse con humor el incidente. "Yo solo tenía frío y hambre pero por lo demás estaba tranquilo", revela Pérez. En su caso, la visita a Punta de Teno respondió a las ganas de darse un buen remojón. "Mi cuñado es de la Península y queríamos enseñarle esta zona de la Isla", revela. Pérez recuerda que, a su paso por los abruptos acantilados que rodean la calzada de acceso a esta costa, bromearon con la posibilidad de quedarse atrapados allí. "A mi cuñado le sorprendió el precipicio y hablamos de que si algún día pasaba algo, avisarían antes", señala.

Nada hacía presagiar lo que poco después iba a ocurrir. "La playita estaba llena de gente, más tinerfeños que turistas", apunta Pérez. Su amiga, Priscila Izquierdo, asegura que "no nos habíamos enterado de nada hasta llegar al túnel". "Me acerqué a unos 50 metros del hueco y me di cuenta de que la carretera estaba agrietada", relata la joven. Izquierdo logró hablar con la primera conductora que estaba detenida ante el socavón de la vía. "Ella me decía que desde el otro lado le estaban haciendo señas y ledecían que no pasara", añade. Y es que desde su sitio, los jóvenes no podían ver el enorme alud que se había venido abajo. "Hasta que no vimos las primeras fotos, no nos lo creíamos", asegura Izquierdo.

Los agentes y bomberos llegaron entonces a la zona afectada. "Primero nos dijeron que lleváramos los coches hasta el túnel y un poco después, que los colocáramos en la cooperativa", detalla. Una vez allí, comenzaron las horas de espera. "Había un ambiente bastante tranquilo, solo se oía llorar a algún niño", recuerda la joven, quien añade que "la gente colaboró muchísimo. El chico que vive en el chalet que está allí abrió las puertas de su casa para que fuera los niños y sus madres".

Aunque ellos estaban a salvo, sus familiares no tenían noticias de su paradero. Pérez explica que comunicarse con el teléfono era una tarea casi imposible. "Para coger cobertura tenías que caminar un buen trozo, pero al final logré hablar con mi padre y decirle que estábamos bien", aclara. La primera solución fue sacarlos a través de cuerdas, luego le dieron la posibilidad de salir por barco y, finalmente, la evacuación en helicóptero. "El mar estaba bastante malo así que desecharon la idea del barco", puntualiza Pérez.

Para lo jóvenes, lo de subirse al helicóptero fue toda una experiencia. "Hacía mucho viento y se movía bastante pero nos lo tomamos con mucho humor", revela el portuense, quien apunta que "hasta hicimos fotos y vídeos". Por su parte, para Izquierdo, este momento "fue de película". "Aún no me creo todo lo que nos pasó, ha sido toda una experiencia", sostiene.

Llegaron a casa pasadas las dos de la madrugada. "Lo importante es que estamos bien", señalan. Una vez de regreso, los jóvenes esperan poder recuperar sus coches cuanto antes. "Ahora estoy de vacaciones y no lo necesito, pero es cierto que para mucha gente es fundamental tenerlo", concluye Izquierdo.