Un estudio publicado recientemente por geólogos chinos que pone nombre, "subsidencia", a este fenómeno que se extiende a parte del nordeste del país, incluida Pekín, explica con claridad la causa del hundimiento de la nueva Venecia asiática: la excesiva extracción de agua del subsuelo. "Hay una obvia correspondencia entre la subsidencia de la tierra y el nivel de agua subterránea", concluye el estudio, obra de los investigadores Yifei Xing, Xiaowei Tian y Zhongzin Xing, que documenta cómo, literalmente, la sobreexplotación de los acuíferos ha deshinchado la corteza terrestre en Cangzhou.

Las amenazas que plantea este fenómeno son varias: desde la mayor probabilidad de inundaciones hasta las fracturas en la superficie terrestre que ponen en peligro edificios, carreteras y vías de tren.

Los autores del estudio alertan del potencial peligro que plantea la subsidencia para la extensa red de líneas ferroviarias de alta velocidad de China. Pekín, situada a unos 220 kilómetros al norte de Cangzhou y que concentra una buena porción del tráfico ferroviario del país, también adolece de una altura menguante: se ha hundido 80 centímetros en la última década.

El reto de gestionar el hundimiento de la tierra, en todo caso, se acentúa en zonas costeras como Cangzhou, que afronta los riesgos añadidos de salinización del suelo -lo que lo invalida para la agricultura- y de quedar parcialmente sumergida bajo el mar.

Los autores del estudio lamentan que en esta ciudad no se estableciera un sistema de control sobre la subsidencia hasta 2008, a pesar de que el fenómeno se identificó por primera vez en China en la década de 1920, en las grandes ciudades portuarias de Shanghái (este) y Tianjin (noreste).

Pasó medio siglo hasta que se descubrió que la sobreexplotación de los acuíferos era la razón de esta pérdida de altura, pero, incluso cuando ya se supo, el problema continuó empeorando por la rápida urbanización del gigante asiático. En un país con una muy desigual distribución hídrica, donde dos de cada tres ciudades tienen déficit de agua, las reservas subterráneas han sido la solución a sus carencias y el creciente bombeo del subsuelo las está hundiendo.

Hay medio centenar de ciudades chinas que ha perdido más de dos metros de altura en las últimas décadas. Para aliviar este problema, los expertos urgen a reducir las extracciones de agua subterránea mejorando la eficiencia de su uso e introduciendo recursos externos, mediante la desalinización o los trasvases. En este sentido, el seco norte de China recibe desde diciembre de 2014 agua del río Yangtsé que humedece el sur del país, gracias a una faraónica obra de ingeniería, el llamado "canal sur-norte".

Algunas zonas han logrado detener la subsidencia, como las provincias de Jiangsu y Zhejiang (ambas en el este del país), donde se prohibió extraer agua del subsuelo y los niveles de los acuíferos empezaron a recuperarse en unos años.

En Shanghái se empezó a limitar la explotación de los acuíferos en la década de 1960, aunque el gran desarrollo económico y urbanístico ha agravado el problema por la presión que ejercen sus rascacielos sobre el suelo. También Cangzhou sigue lanzando nuevos proyectos mientras se hunde por su excesiva extracción de agua subterránea: el último es la Nueva Área de Desarrollo Cangzhou Bohai, que busca acercar el núcleo urbano de la ciudad a su puerto a través de un complejo residencial con parques industriales y tecnológicos. En Cangzhou, ni la subsidencia ni la escasez de agua consiguen frenar los planes de expansión urbanística de las autoridades.