El pasado lunes se cumplió un mes desde que el alemán Marco Kaufmann, de 48 años, falleciera de un infarto en el bungaló número 51 del complejo Betancuria, situado en la avenida Menceyes de Playa del Inglés, donde vivía con la que era su pareja. Treinta y un días después, en el interior de un congelador que estaba en los trasteros de su propiedad, su viudo encontró el cadáver de un hombre desaparecido hace dos años, que tenía golpes en la cabeza y la frente, y estaba atado de pies y manos. Todo apunta a que es el antiguo novio de Kaufmann. Este último fue detenido en 2012 en Mallorca por dispensar recetas sin titulación y suplantar la identidad de otro médico, según informó Antena 3 Canarias.

El descubrimiento se produjo cuando su compañero sentimental abrió el arcón que iba a vender a un amigo. Hasta entonces no se había atrevido a ver qué era lo que se escondía en su interior porque Kaufmann había puesto un cartel en el que advertía de que contenía algas que emitían bacterias peligrosas, según apuntó el mismo medio. Cuando decidió comprobar lo que se guardaba halló un cuerpo congelado. Los agentes de la Policía Nacional que se personaron en el lugar descubrieron que el cadáver tenía fuertes golpes en la cabeza, aunque no podían identificarlo ya que se había convertido en un bloque de hielo. Los investigadores, incluso, tuvieron que picar el líquido congelado para así extraer al finado.

Desde un primer momento los policías pusieron el foco en el ya fallecido Marco Kaufmann, que antes de su muerte había dejado un manuscrito que está siendo investigado, como informó la cadena de televisión. Y es que todos los indicios apuntan a que los restos humanos hallados en el congelador, cuyo cuerpo se encontraba en posición fetal, con una bolsa en la cabeza y rodeado de plástico, además de tener los pies y las manos atadas con cinta aislante, pertenecen a un antiguo novio suyo que también es de origen alemán.

Los investigadores ya han tomado declaración al círculo de amistades de Kaufmann, quienes incluso han revelado que en algún momento preguntaron por la expareja sentimental de este. "Se volvió a Alemania, sufrió una caída y ya no volverá", les contestaba cuando salía este tema a colación. Nunca se imaginaron que desde entonces su cadáver se encontraba a pocos metros del bungaló donde Kaufmann solía realizar fiestas que perturbaban el descanso de sus vecinos, quienes habían mostrado sus quejas por los ruidos, según indicaron ellos mismos esta semana.

Aunque el descubrimiento se produjo el lunes, no fue hasta el viernes cuando los forenses del Instituto de Medicina Legal pudieron realizarle la autopsia al cuerpo, que hasta ese día se mantuvo congelado. En la necropsia se confirmó que la muerte había sido violenta. Los fuertes golpes, que desfiguraron el cráneo, le provocaron el fallecimiento en el acto. Asimismo, los agentes encargados de la investigación recogieron información biológica para cotejarlo con el ADN de algún familiar del ciudadano alemán al que se piensa que pertenece el cadáver.

Otra de las incógnitas que aún sigue abierta es si el presunto autor actuó en solitario o si, sin embargo, participó alguna otra persona. Esta hipótesis se plantea por la crudeza del crimen y también por la posible colaboración para esconder al finado dentro del congelador, según señalaron fuentes cercanas a la investigación.

De cualquier forma, si se confirma que los restos pertenecen al exnovio, el caso estaría prácticamente cerrado ya que los agentes determinarían que el ya fallecido Kaufmann sería el homicida por el lugar en el que estaba escondido el cadáver y por los comentarios que realizó ante sus amistades para tratar de desviar la atención sobre su paradero.