El sacerdote jesuita José Antonio Morillas Brandi falleció ayer en el Hospital Insular de la capital grancanaria a consecuencia de una neumonía que le complicó una larga enfermedad. "En paz y acompañado", relataron sus hermanos de la Compañía de Jesús al comunicar la muerte del querido y popular sacerdote.

Ingeniero técnico industrial, teólogo y doctor en Historia, Morillas ha sido un digno hijo de san Ignacio como lo demostró a lo largo de su vida, y en las Islas como profesor del Colegio de la Compañía en Las Palmas , con radio ECCA, en la Casa de Espiritualidad de Tafira, en el Centro Loyola y en su compromiso con la Iglesia diocesana.

Siempre cercano a los demás y dispuesto a compartir su fe, así como sus conocimientos, irradiaba una personalidad peculiar. Aunque andaluz de nacimiento ya se sentía un grancanario más. Una de sus pasiones públicas era la bicicleta, su compañera inseparable por las calles de la capital y en especial por el carril bici de la avenida Marítima.

El pasado año presentó el libro titulado El seminario diocesano de Canarias y los jesuitas (1852-1868), obra póstuma del padre Agustín Castro Merello, fallecido en 2003, que aborda la misión de la Compañía de Jesús en la dirección y formación de los seminaristas en 16 años de labor apostólica y misionera en Gran Canaria. Con motivo de ese libro Morillas mantuvo una entrevista con LA PROVINCIA /DLP en la que destacó el importante el padre Castro aquí en Las Palmas de Gran Canaria, donde estuvo destinado medio siglo y desarrolló una gran labor como profesor de literatura y de religión en el colegio. "Escribió mucho en prensa, y también libros, uno de los cuales lo dedicó a su primo, el poeta Rafael Alberti", recordaba Morillas en aquella entrevista.

En la mejor tradición jesuítica y en la misma estela de su predecesor Castro Merello, José Antonio Morillas fue un gran colaborador de prensa con artículos publicados en diferentes periódicos tanto andaluces como de otros lugares donde ejerció su vocación religiosa.

LA PROVINCIA/DLP publicó su último artículo el pasado 2 de agosto. Lo había escrito con motivo de la celebración de la fiesta de San Ignacio de Loyola que se había celebrado el domingo 31 de julio. Morillas relataba algunos de los aspecto menos conocidos del peregrino de Loyola y lo definía como "un líder que vuelve a nacer". Esas últimas líneas escritas por José Antonio Morillas sirven en estos tristes momentos para definir su propia vida: "el conocimiento, el ingenio, el amor y el heroísmo" que el apuntaba como distintivas de la Orden se encarnaban en su persona con ignaciana humildad. La "semilla" que sembró, "contra viento y marea" este sacerdote dará ciento por uno. Contemplativo en la acción, jovial, sonriente perpetuo y afectuoso, Morillas era capaz de descubrir y transmitir la voz de Dios en su vida diaria.

La capilla ardiente con los restos mortales de José Antonio Morillas se encuentra en la sala 206 del Tanatorio de San Miguel. La misa funeral se celebrará, mañana viernes, a las 11 horas, en la parroquia de San Agustín de Vegueta.