La madrugada del pasado miércoles, Dariasa Domínguez no durmió bien. En medio de la noche se despertó hasta en dos ocasiones. La primera, fue en torno a las tres y media de la mañana. "La cama se movió durante bastante rato", recuerda. Si bien no fue hasta una hora después, al volver a ocurrir lo mismo, cuando su compañera de piso le avisó de que lo que hacía temblar su habitación era un terremoto. Enseguida pusieron las noticias. Fue entonces cuando supieron de la magnitud del seísmo que alcanzó los 6,2 grados en la Escala de Richte a tan solo 160 kilómetros de Roma, donde esta aruquense reside desde hace ocho meses. A partir de ahí, la crónica de la catástrofe natural se fue ennegreciendo.

Los medios de comunicación marcaron la jornada de ayer en la vida de Domínguez. "Tengo puesta la televisión todo el tiempo y, desde anoche, el canal 24 horas está retransmitiendo en directo", explica. De esta forma es como, poco a poco, se va enterando de los cambios en la escalofriante cifra de víctimas mortales. Y es que la tierra se sacudió con tal furia que varias localidades del centro de Italia han quedado devastadas. En la provincia de Rieti, donde se localizó el epicentro del terremoto, Amatrice y Accumoli han sido las más dañadas; en la de Ascoli Piceno, le tocó a Arquata del Tronto; y en la de Perugia, la peor parte se la llevó Norcia. Precisamente ahí vive una conocida de la joven de 27 años, con quien por suerte pudo contactar a duras penas, debido a los problemas con las comunicaciones, a través de Whatsapp.

"Me contó que sintió un fuerte temblor tan largo que pensaba que nunca iba a terminar", relata Dariasa. A pesar de esos segundos eternos, la chica logró cambiarse de ropa rápidamente y salir de casa. "Por el camino ayudó a algunas personas mayores y todos salieron a la calle, donde han pasado la noche en los coches". Desde entonces, no han podido volver a su casa. "Me cuenta que muchos no quieren hacerlo porque tienen miedo y que se están haciendo recolectas de alimentos para ayudar e incluso hay alojamiento para el que lo necesite".

Esta no es la única medida solidaria que se ha tomado en Italia. Según cuenta esta actriz que trabaja en Roma como au pair (niñera), se ha pedido a la gente que done sangre. "En las noticias están diciendo que han sido muchos los que han acudido a hacerlo y eso es muy positivo". Sobre todo, porque además del más de un centenar de muertos, el temblor ha dejado tras de sí un reguero de heridos y desaparecidos. Ante semejantes acontecimientos, es normal que a más de uno se le encoja el corazón y más si vives lejos y tu hija se encuentra en Italia. A pesar de que la zona afectada se encuentra a mucha distancia de Venecia, la madre de Kreussa García Pérez no dudó en descolgar el teléfono para asegurarse que se encontraba bien. "Me enteré por ella, porque la verdad es que aquí no se ha notado nada", cuenta la joven de 26 años, natural de Las Palmas de Gran Canaria, que se marchó hace un mes y medio a la tierra que le apasiona para trabajar durante el verano en Lido de Venecia, también cuidando a un niño.

A pesar de la aparente normalidad que ha reinado en la ciudad situada al noreste del país, García Pérez reconoce que son muchas las personas que están alarmadas, sobre todo las que tienen familiares viviendo en Roma o aún más cerca de las localidades más afectadas por el seísmo. Ayer por la tarde, eran muchos los escombros los que todavía había que mover en busca de más supervivientes. Una situación dura ante la que los venecianos decidieron unirse con una concentración que estaba prevista en la plaza de San Marcos, donde la idea era guardar un minuto de silencio, tal y como le comentaron a Kreussa algunos de sus vecinos.

"Los italianos estamos muy unidos", asevera Chiara, quien vivió durante una década en Gran Canaria por motivos de trabajo. Ella, tampoco notó nada en Plasencia (en la región de Emilia- Romaña), pero al igual que el resto de sus compatriotas, vivió una jornada en la que el miedo y la tristeza marcaron las horas del reloj.