España no ha aprendido la lección del terremoto que dejó nueve muertos en Lorca hace cinco años. El geólogo José Antonio Sáenz de Santa María lamenta que, pese a aquella tragedia, el país no se ha dotado de un "plan integral de prevención de riesgo sísmico" y que tampoco se han tomado "medidas de concienciación y adiestramiento de la población en las zonas con mayor peligrosidad". A este respecto, añade que su colectivo profesional ha planteado al Gobierno la necesidad de implantar medidas concretas como, por ejemplo, el establecimiento de un mayor rigor en el cumplimiento de los requisitos antisísmicos en materia de construcción, realizar nuevos estudios de peligrosidad y vulnerabilidad en todo el país, reformar la inspección técnica de edificios para exigir su adaptación a la norma sismorresistente, informar a los ciudadanos de las zonas vulnerables sobre las pautas de autoprotección adecuadas o realizar cursos de sensibilización para los técnicos municipales.

Los geólogos tienen claro que las zonas de mayor riesgo sísmico en España están en el sur y el sudeste de la Península. "El último terremoto altamente destructivo fue el de Arenas del Rey (Granada) en 1884, con una magnitud superior a los 6,5 grados en la escala de Richter", apunta Sáenz de Santa María, para advertir de que "han pasado 132 años y estamos ya en un periodo de retorno suficiente para sufrir otra sacudida de esa magnitud". Sin embargo, aclara que "esto no quiere decir que vaya a producirse mañana; pueden pasar años o décadas, pero dado que los terremotos no son predecibles, deben tomarse las medidas necesarias para prevenir sus efectos".

Los expertos coinciden en que "lo importante de los terremotos no es su magnitud o grado, sino sus efectos sobre la población y los bienes. Un terremoto no produce ningún daño en zonas deshabitadas o si su hipocentro es muy profundo. Solo en zonas habitadas se pueden producir víctimas y daños, por lo que la sociedad debe prepararse para luchar contra ellos", sentencia el geólogo.