Juana Ramos sigue sin aparecer tras 18 días de búsqueda y las miradas se centran ahora en su expareja Miguel Ramos, que pasará este miércoles a disposición judicial tras ser detenido por la Policía Nacional el lunes en su casa de Bañaderos, en Arucas. "Seguimos confiando en él, aunque todo se tendrá que ir aclarando; y también queremos que ella aparezca", manifiesta la familia del cocinero, que ha querido salir en su defensa tras permanecer hasta ahora en silencio.

"Él nos asegura que no ha sido y nosotros seguimos viviendo esta situación igual que todos, con incertidumbre, porque tampoco tenemos información; no sabemos nada". Un familiar directo de Miguel Ramos exteriorizaba este martes de esta forma su inquietud por los hechos que se han ido desencadenando desde que la vecina de La Paterna desapareció en la medianoche del pasado sábado 20 de agosto al domingo, inquietud que afecta sobre todo para los padres del detenido, unas personas mayores y enfermas.

La opinión es compartida por Lidia González, la portavoz de la familia del cocinero, que aclara que en la antigua pareja nunca observaron signos de violencia. "Era incapaz de hacerle daño y yo compartí cuatro meses con ellos por trabajo", añade.

Juana y Miguel se habían separado hace tiempo. Desde entonces, cada uno vía en su propia casa. Ella en La Paterna, donde regentaba una tienda de alimentación y él, en Bañaderos. Precisamente, fue este domicilio el que inspeccionó la Policía Nacional antes de llevárselo detenido a la Supercomisaría de Las Palmas de Gran Canaria, donde fue interrogado. Junto a él se encontraba en ese momento su hijo, mayor de edad, fruto de una relación anterior.

Lidia González recalca que, pese a haberse separado, ambos seguían manteniendo un contacto estrecho, como lo demuestra que una semana antes habían estado en una fiesta familiar. "No se puede decir, para nada, que fuese una relación tormentosa, al menos hacia el exterior, porque como en cualquier pareja la situación interna solo la conocen ellos". Incluso, asegura que seguía ayudándola en su trabajo en la tienda.

En cambio, una persona próxima a la desaparecida describe al principal sospechoso como "una persona posesiva, celosa y mala persona" y que se tomó mal la ruptura. Asimismo, lamenta que apenas haya mantenido comunicación durante estas semanas de incertidumbre con la familia de su expareja. De ahí que hable también de que es "frío y calculador".

La familia de Juana Ramos cree que si ha sido detenido es que existen indicios suficientes para sospechar que puede estar detrás de su desaparición, por lo que esperan que se resuelva en muy poco tiempo el caso.

Pese a estas sospechas, Lidia González recalca que siguen confiando en su palabra, aunque admite que debe ser el juez quien determine todo lo que ha rodeado este caso. Precisamente, está previsto que durante la jornada de hoy Miguel Ramos pase a disposición judicial, que deberá valorar si existen pruebas suficientes que vinculen al cocinero en la desaparición de esta mujer de La Paterna, de 58 años de edad.

Como se recordará, su exnovio fue la última persona que la vio esa noche con vida. Habían salido juntos, y sobre las doce y media de la madrugada del domingo, éste asegura que la dejó ante su casa. Desde entonces, nada se sabe nada de ella.

Los allegados de Juana Ramos recuerdan que la pareja vivió numerosos altibajos, hasta que ella decidió romper definitivamente y a partir de ese momento se la veía más tranquila. Sin embargo, admiten que siempre les pareció extraño que hubiesen quedado a esa hora de la noche. En cualquier caso, lo que sí tienen claro es que ella nunca llegó a su casa, porque su habitación continuaba intacta. De ahí que siempre hayan puesto las miradas sobre la persona que, de momento, es la última que estuvo con ella.

Sobre esta versión, los familiares del ahora sospechoso hablan de que tras dejarla en La Paterna fue a buscar a su hija, menor de edad, que había ido al cine en un centro comercial. Por eso, y mientras no se demuestra lo contrario, reclaman la presunción de inocencia para él, porque creen que se han cebado con él sin que, de momento, continúe sin determinarse su responsabilidad en la ausencia de Juana.

Lidia González apunta que su cuñado no tenía escopetas, ya que hace 13 años que dejó la afición a la caza. Todas las armas de fuego se las regaló a sus hermanos, que mantenían la afición. El motivo fue que carecía de tiempo, debido al trabajo y a la familia. Y constata, además, que era una persona muy apreciada, y que era un buen cocinero. "Se lo rifaban", señala de forma gráfica.

Sus allegados valoran su calidad profesional. Como anécdota, detallan que tenía contacto a través de las redes sociales con el televisivo chef Gordon Ramsey (el Chicote inglés), y que a través de internet también solía mostrar imágenes de sus platos.

Sobre el caso, la portavoz de la familia de Miguel aporta una pista alternativa, ya que la desaparecida había entrado en un grupo de whatsapp de amistades. "Unos días antes la comenté que tuviese cuidado".

Miguel Ramos Quesada forma parte de una familia muy modesta y apreciada de la costa de Moya. Es el segundo de cinco hermanos. Estaba separado de una relación anterior, de la que tenía dos hijos. Precisamente, el hijo mayor de edad se encontraba junto a él cuando fue detenido. De ahí que la situación haya tenido un impacto entre la familia. Personas que lo conocían de pequeño hablan de que era un niño muy noble y tranquilo, con una familia muy buena y muy conocida en El Pagador, donde residen distintas ramas familiares.

Estudió el colegio de Bañaderos, debido a su cercanía a su domicilio, como otros jóvenes.

Llevaba casi 14 años de relación con Juana, aunque de forma intermitente. En el momento de la desaparición, cada uno vivía en su casa. Ella en la Paterna y él en Bañaderos.

Durante muchos años trabajó en distintos restaurante en el Norte, desde Agaete hasta Moya, llegando a montar su propia pizzería en Bañaderos. El negocio situado junto a su domicilio se cerró tras su separación, y ahora trabajaba en Tamaraceite, en Las Palmas de Gran Canaria.

La Policía Nacional rastreó el lunes una finca propiedad de la familia en la zona costera de El Roque, en Moya, antes de registrar su vivienda particular.

Las personas más cercanas a Juana Ramos mostraron desde un primer momento su sorpresa por la desaparición, aclarando que no tenía problemas de ningún tipo y únicamente se dedica a trabajar en su negocio para sacarlo adelante.

Cuando fue vista por última vez, estaba vestida con un traje gris y tenía en el bolso su teléfono móvil, aunque se encontraba apagado desde que comenzó su búsqueda. Su coche quedó aparcado en la zona donde reside. Juana Ramos mide 1,56 metros de altura, tiene el pelo rubio caoba y es de complexión fuerte, según describe su cartel de búsqueda.