Le hizo sentir único, que entre los dos existía una relación especial y que lo que había entre ambos era un secreto para el resto del mundo. Como a todos. Eduardo, un joven tinerfeño de 20 años y uno de los denunciantes de los presuntos abusos sexuales del entrenador de atletismo Miguel Ángel Millán, habla por primera vez en la Isla de su relación con el preparador murciano que desde este lunes duerme en el centro penitenciario Tenerife 2. Eduardo, aún con la voz quebrada pero con la confianza que da el paso del tiempo, recuerda que fueron cuatro fatídicas veces. "Abusó sexualmente de mí en cuatro ocasiones, siempre en viajes deportivos y en habitaciones privadas de hotel", revela a este rotativo.

Todo empezó cuando Eduardo tenía apenas 12 años. "Mi hermano y yo entrenábamos con él, vivía muy cerca de nosotros y solíamos ir a su casa para que nos llevara en su coche a la pista", detalla. Fue así como Millán empezó a desplegar su peligrosa telaraña sobre el joven. Le prestaba discos, películas y libros; dejaba prendado al tinerfeño con las historias de sus viajes; le hacía creer que compartían las mismas aficiones y le aseguraba que uno y otro se entendían mejor que nadie. "Estar con él, ver que se interesaba por ti y que compartía sus cosas te hacía sentirte importante", afirma.

Este joven empezó a tener a Millán en lo más alto del pedestal. "En el mundo del atletismo era una persona muy conocida, lo trataban como a un dios, así que si se fijaba en ti tenía que ser porque eras especial", confiesa. Entre los dos surgió lo que la presunta víctima califica como una buena amistad. "Hasta ese momento no veía nada raro", puntualiza. Sin embargo, la relación entre ambos se fue estrechando. Llegaron los mensajes de whatsapp y la confesión de secretos: el joven le reveló a Millán que era homosexual. "Me aisló del grupo. Me dijo que eso quedaba entre nosotros y me hizo creer que éramos él y yo y el resto del mundo", explica Eduardo.

El primer abuso ocurrió en 2012, en Arona. "Me quedé en shock. Estás en la misma habitación con él pero no crees que vaya a pasar nada", reconoce el joven, quien añade que, "no sabes cómo reaccionar, él era una persona mayor". Sucedió en tres ocasiones más, todas en viajes deportivos para competir en Las Palmas de Gran Canaria y Castellón. "Siempre fue en privado, en habitaciones de hotel; en otros lugares me daba masajes pero nada que implicara que estuviera desnudo", relata el tinerfeño. Eduardo confiesa que la situación le iba "consumiendo". "Pensaba que era el único al que le estaba pasando. Me transmitía que éramos amigos del alma y que no había nadie más". El denunciante detalla que Millán llegaba a ser autoritario. "No era violento físicamente pero si emocionalmente. Solía pegar gritos en los entrenamientos", sostiene.

En ese momento, solo había oscuridad. "No tenía las herramientas para salir de aquella red", aclara. La víctima tuvo que cambiar de aires para poder enfrentar la situación. "Me fui a otro instituto y me di cuenta de que había otra vida, otras alternativas", señala. Una de esas veces, Millán se enfadó con Eduardo. El cabreo se convirtió en una oportunidad perfecta. "Aproveché el momento y le escribí diciendo que necesitaba tiempo para estudiar", relata. Fue en marzo de 2013 y supuso el adiós definitivo del joven a la persona que había truncado su vida siendo apenas un niño.

En ese instante, Eduardo no podía armar todas las piezas de ese tormentoso puzzle que el destino le había jugado. La decisión de denunciar llegó más tarde y, a pesar de la valiente actitud del afectado, no tuvo grandes consecuencias. La juez decidió sobreseer provisionalmente la causa y la archivó al entender que no había quedado debidamente justificado el delito.

Una amiga en común le contó a Eduardo que su historia le podía estar pasando a más gente. Surgió entonces otra de las personas claves en todo este proceso: la madre del joven. "Fue ella quien tiró del hilo para encontrar más testimonios", afirma. Según sostiene la víctima, hay más de diez deportistas y exdeportistas que ya han contado su historia, "aunque debe haber una treintena de casos en Murcia y otros tantos en Tenerife".

Tras el encierro del entrenador murciano, Eduardo confiesa sentirse "liberado". "Ir por la calle pensando que te lo puedes encontrar no es muy agradable", añade. El joven concluye que, por fin, "se puede hacer Justicia".

La clave

La juez ordenó la entrada en prisión de Millán este lunes tras recibir una nueva denuncia. Se trata del testimonio de otro joven tinerfeño, P. G., de apenas 16 años, cuya historia ha permitido que el caso acabara en la cárcel. Según recoge el auto de la juez instructora, al que ha tenido acceso este periódico, el joven ha declarado acciones más graves como "la introducción anal de objetos así como de un dedo del investigado en el ano del adolescente". El informe también señala que se ha podido constatar "la gran influencia psíquica ejercida sobre el muchacho, siendo su entrenador y confidente". Al igual que le ocurrió a Eduardo, Millán también fue la primera persona a la que P. G. confesó su homosexualidad.

Y es que, como deja entrever el auto, el modus operandi del preparador siempre era el mismo. Tras crear una relación especial con la víctima, este conseguía manipularlos y aislarlos del mundo. Así lo detalla la sentencia. "También se relató cómo cuando no accedía a las pretensiones de Miguel Ángel, era ignorado en los campeonatos, dejando de hablarle o de aconsejarle", según los testimonios del denunciante.

Una de la novedades que desvela el auto es la posible implicación de un delito de difusión de material pornográfico. Al parecer fue en un domicilio de El Porís -Arona-, del cual Millán nunca indicó su existencia, donde se llevó a cabo abundantes actos presuntamente delictivos contra este menor y donde "es probable que hubiera material incriminatorio, pues -como relató P. G.- allí es donde exhibió películas pornográficas".

Con todo ello, la juez asegura que la decisión final de dictar el ingreso en prisión de Millán viene motivado por el "riesgo de fuga y posible influencia sobre otros testigos o víctimas".

Este periódico ha podido contactar con el joven denunciante, quien reconoce que los hechos sucedieron recientemente pero prefiere no hacer declaraciones "para no entorpecer la investigación".

Colaboración en el club

El presidente del CEAT Caja Canarias, el club de donde proceden la mayoría de presuntas víctimas del caso Millán, asegura que ha prestado su colaboración y apoyo a todos los chicos. "Si es cierto que hay mas casos y quieren salir a la luz, nosotros estaremos aquí para ayudarlos", sostiene Héctor González.

Desde el club señalan que su intención es colaborar con la Justicia y crear un clima de tranquilidad. "Conozco el caso de Eduardo y de otro menor, del resto me he enterado por la prensa. Son menores y es un tema complicado", agrega González.

La defensa

El abogado defensor del caso, José Manuel Nierderleytner, sostiene que el ingreso en prisión de su cliente es "desproporcionado e innecesario".

El letrado, que confiesa que Millán está afectado, asegura que recurrirán la decisión de la juez. "Presentaré un recurso en estos días ante la Audiencia Provincial que espero que esté resuelto en un mes", agrega. Nierderleytner insiste en "que no se dan los requisitos constitucionales necesarios para el encierro del entrenador de atletismo como son evitar la destrucción de pruebas, la reiteración o el riesgo de fuga". "Él estaba cumpliendo estrictamente con las medidas tomadas anteriormente por lo que no se debería de haber llegado a este punto", concluye.