La mentira se prolongó ocho años. Un tiempo durante el que, presuntamente, padre y madre vivieron del dinero que recaudaban a costa de la solidaridad de miles de personas que hicieron donaciones para salvar a Nadia, esa niña que sufría una enfermedad rara y que para salvarla era sometida a duras operaciones en Houston, o a tratamientos imposibles que le permitieran prolongar su vida. Casi un millón de euros recaudó la pareja.

Pero ahí no acababa lo triste de la historia. Ahora el juez les imputa también por los delitos de exhibicionismo, provocación y explotación sexual, después de que los Mossos d'Esquadra hallaran en la vivienda familiar fotografías de los padres manteniendo relaciones sexuales delante de la pequeña y de la propia Nadia en poses explícitas de carácter sexual. "Ejemplo del lado oscuro de los seres humanos, aunque la inmensa mayoría de nosotros tengamos claras cuáles son esas líneas rojas antropológicas que no se pueden cruzar", señala el catedrático de Psicología Marino Pérez.

La sociedad marca unos patrones de conducta que tienen que ver con la Cultura -con mayúscula- de cada entorno. Y la perversidad, explica Pérez, que no es una categoría diagnóstica, se encarga de desmontar esos patrones en los que nos sentimos cómodos. "La perversidad es un concepto retorcido de deseos e instintos que es capaz de saltarse lo convencional", dice el psicólogo.

Todo empezó en 2008, cuando el padre, Fernando Blanco, comenzó a hacer sus primeras apariciones relatando la cruel enfermedad de su hija Nadia, que por aquel entonces tenía tres años. Pero fue en 2012 cuando se dio a conocer al público en general con un vídeo en el que relataba que la pequeña se tenía que someter a una costosa operación en Houston para salvar su vida. En ese vídeo intervenían de manera desinteresada numerosos artistas, como El Sueño de Morfeo y Maldita Nerea. Según el padre, se necesitaban unos 47.000 euros. Y los consiguieron.

El profesor de Psicología Social de la Universidad de Oviedo Esteban Agulló se refiere a la posibilidad del factor arrastre en este caso. Un integrante de la pareja que, con fuerte personalidad, es capaz de convencer a su cónyuge para poner en práctica estrategias o usos ilógicos o perversos. "Ese factor arrastre es algo bastante común y en muchos ámbitos de la vida. Se trata de un liderazgo negativo".

Si se confirma el carácter pornográfico de las imágenes de la niña, Agulló no tiene ninguna duda de que "esto es pura patología". No se trata, dice el profesor titular de la Universidad asturiana, de cuestiones que tengan que ver con la cultura, educación, formación o nivel de las personas porque "determinados problemas psicológicos nos igualan".

Agulló alerta sobre la facilidad con que, a través de los medios de comunicación con pocos filtros, se puede generar un presunto fraude a gran escala.

El octavo cumpleaños de Nadie fue otra fecha señalada para apelar a la solidaridad y pedir más dinero, en esta ocasión para los tratamientos posteriores a la operación en Houston, que según el padre había sido ya la quinta.

El siguiente paso fue exagerar aún más la historia y convertirlo en un melodrama familiar. A la enfermedad de envejecimiento prematuro que supuestamente padecía Nadia, en noviembre de 2016 el padre utilizó los medios de comunicación para pedir auxilio porque también él estaba enfermo: un cáncer de hígado y páncreas que ya era terminal, pero que había renunciado a someterse a tratamiento alguno porque todos sus esfuerzos se tenían que volcar en su hija. En menos de una semana consiguió recaudar unos 153.000 euros.

Sólo unos días después se descubre toda la verdad, que la historia era una ficción de principio a fin. El padre de la menor sale defendiéndose y ofreciendo la devolución del dinero a quien se lo pida y aportando documentos de la Sanidad balear en los que supuestamente se acreditaba que Nadia tenía una discapacidad del 75%.

Pero los Mossos d'Esquadra ya estaban en el caso y se descubre que Francisco Blanco ya había sido condenado a cuatro años y diez meses de prisión por estafar 120.000 euros a la empresa en la que trabajaba en Baleares. El mismo día en que se conoce este dato el juez ordena bloquear todas las cuentas de la familia y reclama toda la información sobre el estado de salud de la pequeña. Pero no imputa a los padres.

El padre admite entonces que hubo partes de la historia "muy exageradas", que no hubo operación alguna en Houston, sino que trató a la pequeña con curanderos, y exculpa a su esposa, Marga Garau. Dos días después, ambos son detenidos y son acusados de un presunto delito de estafa. El matrimonio había recaudado casi un millón de euros, de los que 600.000 se habían gastado, pero no en tratamientos médicos ni operaciones. Además, la asociación creada para recaudar fondos pagaba la renta del domicilio familiar: 9.800 euros al año.