La mujer, natural de Colombia, de 33 años de edad, que fue acuchillada por su pareja sentimental el pasado lunes en el domicilio familiar, sito en el barrio capitalino de San Roque, continuaba ayer estable, dentro de la gravedad, después de haber ingresado anteayer en estado crítico en el Hospital Insular de Gran Canaria.

El presunto autor de este supuesto caso de violencia de género, Antonio Gustavo O., de unos 40 años de edad, fue detenido por agentes de la Policía Nacional en el mismo lugar donde ocurrieron los hechos. Eso sí, primero había huido de su vivienda de la segunda planta del edificio que da a las dos calles Saltones y Seguidillas. Sin embargo, poco después fueron su madre y un hermano, que vive en el primer piso, quienes lo empujaron a volver y a entregarse a los agentes, tras saber lo que había entre él y su novia. Está previsto que hoy pase a disposición judicial.

"Se me cruzaron los cables. No sé lo que hice". Esta fue la declaración que realizó el presunto agresor a los policías, en el momento de sus entrega, según explicaron ayer varios vecinos.

El hombre, canario, natural del barrio de San Roque y la mujer colombiana, tienen dos niños, de 8 y 5 años, que el lunes pasaron a la tutela de la asistente social.

El trágico suceso era un claro tema de conversación del vecindario del citado barrio. "Son buena gente. Es muy raro que haya pasado todo ésto", comentaba un residente, que prefirió conservar el anonimato. Otros vecinos preferían no hacer comentarios.

"No la conozco. A ella sólo la he visto varias veces, pero ni sé cómo se llama. A él sí lo conozco. No te puedo decir más", argumentó otro vecino que vive muy cerca de la pareja.

El vecino Orlando Jesús Correa explicó, en cambio, cómo se conoció la agresión: "un muchacho que estaba en la plaza me dijo que una mujer estaba pidiendo auxilio", relató Correa a LA PROVINCIA/DLP.

Entonces, Correa salió del coche y fue a la casa de donde venían los gritos de socorro, junto a otro vecino, José Manuel Alonso. Como no alcanzaban a la ventana, ambos cogieron un contenedor y se subieron. Desde allí vieron a la mujer, en el descansillo de las escaleras "con el cuchillo de cocina clavado en el pecho hasta el mango, saliendo mucha sangre. Había un charco de sangre".

Llegados hasta ese punto, se encargaron de pedir ayuda y la acompañaron hasta que llegaron los equipos de emergencia. Durante la espera, hablaban con ella, "para evitar que se durmiera" y quedara inconsciente. Correa le preguntó quién había sido. La respuesta no dio lugar a equívoco. Ella les contó que fue su pareja, a quien los dos auxiliadores ocasionales identificaron como un vecino del mismo barrio.

"Cuesta creer que sea un vecino tuyo", comentan, todavía conmocionados Alonso y Correa por cómo encontraron a la mujer. "Estaba que daba pena", relatan. Añade Correa que tenía golpes en la cara, con cortes y que era evidente que le había pegado.

Correa y Alonso se vieron de nuevo ayer, como siempre, en la plaza junto a la calle Timple. Hablaron de lo que les ocurrió el lunes y ambos se sienten satisfechos de haber podido contribuir a salvar la vida de esta mujer. Manifiestan incluso su alegría "porque ella está viva y no falleció, como se rumorea". Correa mismo llamó a la Policía para interesarse por el estado de la mujer. Todavía ni él ni Alonso, ni los vecinos de la zona, salen de su asombro sobre lo ocurrido. "Es una pena, una gran pena, esa pobre mujer", no dejaban de repetir.