La aparición de mafias rumanas tenía ya en alerta a Canarias. Si hace unas semanas saltaban las alarmas en el Sur de Tenerife, ahora uno de estos clanes había puesto sus pies en Gran Canaria. La Policía Nacional acaba de detener en Maspalomas a seis hombres y una mujer por pertenecer presuntamente a uno de estos grupos criminales de carteristas.

Los siete arrestados habían sido atrapados por la misma actividad delictiva con anterioridad en Puerto de la Cruz, Tías, Guía de Isora, Barcelona, Lloret de Mar y también en el propio Sur grancanario.

El clan actuaba en zonas turísticas de una forma coordinada, según los agentes del grupo de delitos patrimoniales de la Brigada Local de Policía Judicial de la Comisaría de Maspalomas, que llevó a cabo la investigación. Y casi siempre dirigían sus miradas hacia extranjeros de avanzada edad y con problemas de movilidad, que pudieran ofrecer poca resistencia. "En todos los casos, los integrantes del grupo sustraían las pertenencias de mayor valor, como móviles, tabletas electrónicas, carteras con dinero y tarjetas de crédito", según la Policía.

Una vez se sentían vigilados, los miembros del grupo se desplazaban en barco hasta otra localidad turística de Canarias para continuar con sus fechorías.

Gracias a las primeras denuncias pudieron ser identificados y detenidos a cuatro integrantes de esta organización, que se hospedaban en un hostal de Santa Lucía de Tirajana. Más tarde, otros tres miembros fueron interceptados cuando iban a abandonar Gran Canaria en un vehículo de alquiler, en el que llevaban gran cantidad de efectos personales, móviles, tabletas electrónicas, tarjetas bancarias y dinero en efectivo de procedencia ilícita.

Este clan rumano está relacionado con 26 hurtos cometidos en el sur de la Isla, si bien no se descarta su participación en más delitos en otros destinos turísticos.

Las redes sociales lanzaron las alarmas este mes al divulgarse grabaciones de estas bandas de descuideros rumanos de largo historial delictivo operando en Tenerife, especialmente en urbanizaciones vacaciones. En algunos casos, se hacían pasar por sordomudos para tratar de estafar a sus víctimas.