"Estamos cansados pero aliviados de que todo se quedara en un susto". Lo aseguran los jóvenes finlandeses Masi Mailammi y su novia Fanny Taxell tras abandonar el centro operativo del rescate en el Teide, que se instaló en la misma estación base del Teleférico. Masi y Fanny solo llevaban tres días en Tenerife. Se hospedan concretamente desde el lunes en un hotel de Las Galletas, en el municipio de Arona, y sus vacaciones estaban siendo plácidas. Hasta que llegó la detención de las cabinas del Teleférico y todo el operativo de rescate posterior.

Ellos estaban en una de las cabinas, la que se detuvo entre la tercera y la cuarta torre, a poca dis-tancia del final del recorrido hacia el pico. "Lo peor fue la espera de más de tres horas allí dentro. Pero ya ha acabado todo y solo queremos descansar", se disculpan, para enfilar el camino a la carretera del Parque Nacional y regresar por fin al hotel.

Esa misma cara de cansancio se repite prácticamente en la totalidad de los últimos 93 rescatados, los que tuvieron que dormir en la cima de España tras el problema técnico del Teleférico. Ahí está el austriaco Schmied Wolfrang, que mantenía la mirada de no haber pasado una buena noche pero estaba sano y salvo, junto a su mujer y su hijo, y ya solo pensaba en los familiares de su Austria natal para contarles lo que había pasado. "Hemos vivido toda una aventura espontánea, sin planificarla", bromeaba en la base del Teleférico del Teide después del duro rescate.

Eso sí, aseguran que no olvidarán en sus vidas las tres horas y media que se pasaron colgados a unos 3.200 metros de altitud, ni las dos horas y media de caminata hasta alcanzar la torre superior, donde pasaron la noche en la caseta que tienen los trabajadores del Teleférico. "No veníamos preparados para algo así, sobre todo el pequeño, y pasamos frío. Hacía viento de noche y eso bajaba todavía más la temperatura. Pero nos han tratado muy bien: nos trajeron mantas y ropa de abrigo, nos atendieron en todo momento y contamos hasta con comida y chocolate caliente", asegura el austriaco mientras comprueba una vez más que su mujer y su hijo están perfectamente.

Llegaron el sábado pasado y se hospedan en un hotel de Costa Adeje. "De repente se paró la cabina, tras oírse un ruido, y allí nos quedamos tres horas y media sin saber muy bien qué ocurría. Pero nos rescataron y caminamos hasta la torre superior, donde pasamos la noche de la mejor manera que pudimos", relata. Fueron posiblemente las horas más largas de sus vidas.

¿Volverían a Tenerife? "Bueno, yo creo que sí", asiente Schmied cuando ve a su mujer diciendo ostensiblemente que sí con la cabeza. "Nos está gustando y encima hemos vivido toda una aventura que no olvidaremos sin tenerlo planeado", señala, mientras vuelve a mirar a su mujer y su hijo para ratificar que efectivamente están bien.

Schmied se había reencontrado con ellos en la base del Teleférico. Le ocurrió a otras familias. Los niños y mayores fueron los primeros en ser evacuados del pico del Teide y el resto, es decir, los adultos aparentemente en buenas condiciones, se dejaron para el final.

Los propios psicólogos que los atendían durante este servicio, algunos de los cuales habían estado en el operativo de la tragedia del derrumbe de Los Cristianos -el de abril del año pasado-, aseguraron que se vivieron momentos muy emotivos con los reencuentros.