Los padres del bebé de 18 meses asesinado por su madre en Llucmajor, Mallorca, se habían enfrentado por su custodia horas antes del crimen. El hombre consideraba que la relación era insalvable y anunció su intención de ponerle fin. La mujer replicó que regresaría a Gran Canaria, donde nació y vive buena parte de su familia, y se llevaría a la niña, a lo que él se opuso.

Esa noche, Raquel M. llevó a su hija Alicia a un establo, la ahorcó y se suicidó de la misma forma, según confirmó este jueves la autopsia, que descartó la intervención de otras personas en los hechos. Los investigadores dan el caso por cerrado pero continúan tomando declaración a familiares y allegados de la pareja. Sospechan que la mujer dejó inconsciente con fármacos a la niña antes de matarla, por lo que se han remitido muestras a un laboratorio de Toxicología de la Península.

Raquel M. tenía 34 años, era natural de Gran Canaria, y cursó estudios de Magisterio y Turismo. Hace una década inició una relación sentimental con un joven mallorquín y acabó mudándose a Palma. "Era una chica muy alegre, optimista y simpática", recordaba este jueves una amiga de ambos. La pareja compartía su afición por el mar y solían salir a navegar por la zona de Sant Elm, donde la familia de él tiene varias propiedades. Visitaban esa zona con frecuencia para reunirse con un grupo de amigos y eran habituales sus viajes tanto por España como al extranjero.

Eran, al menos en apariencia, una pareja feliz y a principios de noviembre de 2015 nació su hija Alicia. Su relación empezó a deteriorarse poco después de ser padres. Se fueron a vivir a la finca de la zona de Son Granada de Baix, junto a la urbanización Maioris. Ella se sentía allí más aislada y perdió el contacto con su círculo de amistades.

Raquel M.y su pareja discutían con frecuencia en los últimos meses. Él es patrón de yate pero está actualmente desempleado y ella no trabajaba ni parecía tener intención de hacerlo, lo que había generado tensiones en la pareja, según cuenta una allegada. Pese a que el estado anímico de la mujer no era el mejor, no consta que se le hubiera diagnosticado ningún trastorno ni estuviera tomando medicación antidepresiva.

En las últimas semanas la relación se deterioró hasta tal punto que él consideró que no había posibilidad de salvarla.

El pasado martes por la tarde ambos se enzarzaron de nuevo en una discusión. Fuentes de la investigación señalan que no fue una pelea violenta ni hubo agresiones. Durante esta disputa, el hombre le comunicó a su compañera que quería separarse de ella. Raquel M. anunció entonces su intención de irse de Mallorca y regresar a Gran Canaria, llevándose con ella al bebé de ambos. El padre se opuso tajantemente a separarse de su hija.

Tras esta discusión, el hombre se marchó de la vivienda y se dirigió a Can Pastilla, donde tiene una embarcación. Navegó durante unas horas y hacia las ocho y media de la tarde volvió a la finca de Llucmajor.

La mujer y la niña no estaban en la casa y el hombre llegó a pensar que se habían ido a Canarias, posibilidad que desechó al comprobar que sus maletas estaban allí. Las buscó por los alrededores, llamó a familiares y amigos e incluso, temiendo que hubiera sufrido un accidente, contactó con la Policía Local. No volvió a saber de ellas hasta que, a las siete y media de la mañana, las encontró ahorcadas en un establo a cien metros de la casa.