La policía británica elevó ayer a treinta el número de víctimas mortales en el incendio registrado el pasado miércoles en la Torre Grenfell en Londres, al tiempo que señaló también que se puede tardar semanas en saber el número total de muertos y que muchas de ellas tal vez no lleguen a ser identificadas nunca.

Durante la jornada de ayer cientos de personas protagonizaron protestas y sentadas, tanto en el Ayuntamiento de Kensington y Chelsea, como delante del despacho y la residencia oficial en Londres de la primera ministra británica, Theresa May, y en el famoso cruce viario de Oxford Circus, en el centro de la capital británica, por la respuesta del Gobierno a esta tragedia en un bloque de pisos del oeste de la ciudad.

Los manifestantes se sentaron en la calzada e interrumpieron el tráfico en la concurrida conjunción entre las calles Oxford y Regent, conocidas por su gran oferta comercial. Algunos manifestantes pidieron también la dimisión de Theresa May, que en su primera visita al lugar de los hechos eludió hablar con los damnificados y ayer atendió solo a un pequeño grupo. También reprocharon al Partido Conservador, de Theresa May, reprocharon las medidas de austeridad que llevaron a los Ayuntamientos a efectuar recortes en áreas clave como vivienda y atención social.

Después, los participantes en esta sentada se trasladaron a las cercanas instalaciones de la cadena pública británica BBC, con una protesta, indignada pero pacífica.

Entre fuerte vigilancia policial, se desarrolló otra protesta cerca del 10 de Downing Street, residencia y despacho oficiales de la primera ministra, Theresa May, y otra más en las inmediaciones de la calcinada torre Grenfell.

Previamente, una multitud se manifestó e incluso llegó a irrumpir en el Ayuntamiento de Kensington y Chelsea, encargado del mantenimiento del bloque de 24 pisos de propiedad municipal que se quemó el 14 de junio.

Los residentes y vecinos del edificio, muchos de ellos personas con pocos recursos que vivían en pisos de protección oficial, acusan al Ayuntamiento de haber desoído durante años sus advertencias sobre la pobre seguridad del edificio.

Según The Guardian, la empresa encargada en 2016 de las obras de reforma del edificio, construido en 1974 como vivienda social, pudo usar un material barato e inflamable para revestir el bloque.

Ayudas millonarias

Por su parte, la primera ministra, Theresa May, anunció ayer que se destinarán cinco millones de libras (unos 5,7 millones de euros) para facilitar ayuda de emergencia a las víctimas del incendio.

"Todos los afectados por esta tragedia deben saber que el Gobierno está aquí para asistirles en este terrible momento, y eso es lo que voy a hacer", afirmó en la nota la jefa del gabinete, que previamente visitó a algunos de los perjudicados en una iglesia local.

Al visitar la iglesia de Saint Clement, cerca de la calcinada torre Grenfell, May fue recibida con gritos de protesta de la multitud, que la tildó de "cobarde" por eludir a los vecinos el día anterior, cuando solo se encontró con los servicios de emergencia.

Oficialmente, no se determinó aún el origen del incendio. De momento, se baraja que haya sido por un fallo eléctrico en la nevera de un vecino en el cuarto piso. Tampoco se han aclarado las razones de su rápida propagación, aunque todas las sospechas apuntan a los paneles de revestimiento de la fachada con material altamente inflamable, instalados en una reciente remodelación.

Los vecinos hablan del olor a plástico quemado con el que empezó todo. Según varios testigos, en menos de media hora el edificio entero estaba envuelto en llamas.