"No deseo mal a nadie, pero en este caso me siento aliviado. Nos tenía amargados porque eran constantes las cosas que hacía ella [Elena C. M.] contra los vecinos", aseguró un residente en la zona que prefirió conservar el anonimato.

Francisco Santana, vecino de la misma planta que la fallecida, relató con claridad que "ella no paraba de hacer el mal contra todos, además de amenazas. Nosotros aparcábamos lejos o en plazas de garaje porque nos rayaba el coche o le tiraba piedras". "Además, rompía las tapas de los bidones, tiraba lejía sobre la ropa tendida. En una ocasión quemó parte de la puerta de mi casa", agregó.

Según los vecinos, Elena C. M., que supuestamente explosionó su vivienda, tenía antecedentes penales y, al parecer, consumía sustancias estupefacientes.

"Ella se burlaba de la justicia y de nosotros porque la denunciábamos, ganábamos y al final, ni comparecía en el juzgado, ni pagaba los daños que provocaba porque se declaraba insolvente. Recibía una paga de poco más de trescientos euros", explicó Manuel Hidalgo, vecino del primero derecha del edificio donde ocurrieron los hechos.

Hidalgo fue testigo directo. Estaba almorzando cuando escuchó "una gran explosión". "Salí corriendo a la calle, vi los restos de la fachada en el suelo y vi el fuego. Dicen que a ella la habían visto poco antes con una garrafa de gasolina. Yo no la vi en ese momento", añadió.

Josefa Pérez, la esposa de Manuel Hidalgo, afirmó que "la conocía desde pequeña. Era ordinaria. Vivió antes con su madre, Maruca la comadrona, que acabó en silla de ruedas. Dicen que maltrataba a su madre, pero eso no puedo asegurar, ni tengo pruebas. No hacía nada bueno. Por ejemplo, tiraba aceite en la ropa que estaba tendida. Los hermanos huían de ella y nunca venían a verla".

Por su parte, Alberto Brito, vecino del segundo derecha, es decir, justo debajo de donde residía Elena C. M., sí que la vio con la garrafa poco antes del siniestro. Así lo aseguró: "Sí señor, la vi con una garrafa de gasolina". Brito estaba pendiente muy a menudo de lo que hacía la vecina y lo grababa para poder denunciarla por los daños que provocaba.

"Aquí todo el mundo se conoce, aunque hay nuevos inquilinos en estas viviendas sociales fabricadas en 1955. Pero muchos llevan bastantes años y conocemos las dedicaciones de cada uno. Ella, que también era conocida como Finina, se dedicaba a amenazar y hacer daño", explicó otra residente que prefirió guardar su identidad.

Los allegados de la fallecidas estaban también a la espera de lo que iba ocurriendo y del trabajo de los bomberos y guardias civiles. Estaban en un extremo de la calle cortada, distantes de los vecinos del edificio dañado por la explosión, que se encontraban justo en la parte opuesta.