"El Señor me puso ahí a los policías, en el momento justo, para que me salvaran", afirma Juan Jesús Sosa Domínguez ante la Jefatura Superior de Policía de Canarias. "Son mis ángeles de la guarda. Les debo la vida, les debo todo. Siempre estaré agradecido y haré lo que sea por ellos", sentencia este comercial conocido como Juanje.

"He tomado conciencia, por partida doble, de la suerte que he tenido", añade. "Una mujer de 46 años que conocía de jugar al pádel, como yo, también tuvo una parada cardiorrespiratoria, un día o dos más tarde de que me pasara a mí. Pero en su caso ella estaba durmiendo. Nadie la vio, ni la atendió a tiempo. Falleció", explica. A él, sin embargo, no le han quedado apenas secuelas.

La doctora del Servicio de Urgencias Canario (SUC) que intervino en este servicio destacó, por escrito, que "fue vital" la intervención de los agentes para su recuperación y para que el infarto no hiciera mella en su organismo.

Sobre lo acontecido ese día 14 de junio, Juanje relata que salió del Club de Natación Metropole de jugar al pádel pasadas las 20.00 horas. Cogió la bicicleta y se dirigía a su casa, en La Isleta. Comenzó a sentirse mal cuando estaba circulando a la altura del parque de Santa Catalina, justo en la plaza Comandante Ramón Franco, pegada a la calle Nicolás Estévanez. Se desvaneció. Eran las 20.20 horas. Justo donde ocurrió, se encontraba un policía local, ya que la Comisaría del parque se halla a unos veinte metros. El agente alertó a la sala de la Policía Local y solicitó una ambulancia del SUC. A los dos minutos circulaba por la calle Nicolás Estévanez una patrulla de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía Local. Los agentes Yesica A. y Juanjo A., que llevan diez años en el cuerpo, vieron a un hombre en el suelo, tendido junto a un policía local.

"Entonces acudimos y, al ver cómo estaba [Juan Jesús Sosa], pedimos una ambulancia medicalizada del SUC y, en ese mismo momento, vino otro segundo policía local [Carlos H.] y nos coordinamos con él para atenderlo", explicaron Yesica A. y Juanjo A., quienes colocaron al paciente, primero, en la posición de seguridad y después en la de decúbito supino al comprobar que tenía convulsiones. "Tuvo la parada cardiaca delante de nosotros. Comenzó a tener apneas y empezamos a hacer las maniobras de reanimación", explica Juanjo. Añade que él y Carlos H. se alternaron "en las maniobras cada vez que tenía una apnea".

Las apneas se sucedían, al principio cada 30 segundos, luego cada 20 y finalmente cada siete segundos. Yesica A. contaba el tiempo que pasaba, atendía y hablaba al afectado, además de asegurarse que tenía la posición adecuada. "Él estaba de color azul e iba cambiando de color, cada vez más claro e iba reaccionando", comenta Juanjo A.

"Fueron ocho minutos eternos. Ese tiempo tardaron en llegar las dos ambulancias. Cuando ya el SUC lo atendía, que fue durante media hora, incluso con descargas, seguíamos colaborando con ellos", narra el policía nacional.

Tras su traslado al Hospital Doctor Negrín, Juanje estuvo nueve días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), así como dos semanas en planta. En ese tiempo, los tres policías estuvieron pendientes de su evolución y acudían a visitarlo.

Para el agente local Carlos H. no significó sólo salvar una vida, sino también quitarse "una carga muy pesada" de encima. "Justo el 12 de julio del año pasado unos compañeros y yo sacamos a un hombre que tuvo un accidente y cayó al agua en La Puntilla. Lo salvamos, no se ahogó. Sin embargo, murió después en el hospital por las heridas que tenía en la cabeza a causa del golpe que se dio en el accidente. Fue una frustración para mí. Llevaba un año mal. Ahora me siento liberado", explica.

La policía nacional Yesica A., por su parte, está "muy orgullosa" de lo que todos pudieron hacer por él. "Mi profesión me apasiona y me siento muy gratificada por lo conseguido. Es un premio", declara. El policía nacional Juanjo A. recuerda que "es la tercera vez" que tiene un servicio como éste y "la primera en la que se salva al afectado". "Fue porque llegamos en el momento justo. Tengo una gran devoción por esta profesión", sentencia. Juanje, que les escucha atento, se compromete a "moderarse" en todo, en los deportes que practica, así como en la comida y en la bebida. Además, ha aprendido una lección: "Ahora valoro mucho más la vida y la familia".