Houston planta cara estos días a una de las mayores inundaciones de su historia. El paso del huracán Harvey, con intensas lluvias y vientos superiores a los 240 kilómetros por hora, ha dejado hasta el momento ocho fallecidos e imágenes que recuerdan a otras catástrofes medioambientales ocurridas en la zona, aunque sus consecuencias se han minimizado gracias al trabajo de los equipos de emergencia. Aday Magec Mederos y Aday González son dos galdenses que residen desde hace años en la ciudad del estado de Texas y viven estos días con incertidumbre y a la espera de lo que ocurra hoy, cuando se espera que las fuertes precipitaciones se repitan. "El agua me llegaba a la cintura", explicaba lo ocurrido este fin de semana González. "Esto nunca lo había visto", afirmaba ayer Mederos, quien desde hace ocho años reside en EEUU y que asegura que las inundaciones en la ciudad son normales, pero no de esta magnitud.

Mederos, gerente de parques eólicos en la empresa Gestamp Wind, comentaba que la situación de alerta comenzó a notarse el jueves, cuando los ciudadanos arramplaron con todos los productos básicos de los supermercados. "Nosotros aquel día no pudimos comprar agua, porque no quedaba, y cogimos las dos últimas barras de pan". En su casa tienen víveres suficientes para aguantar el paso del huracán, pero este grancanario declaraba ayer que durante los últimos días han vivido episodios de "gran estrés" por la angustia que significaba que el agua se acercara a sus domicilios.

Ese estrés al que se refiere Mederos lo explicaba Rodríguez: "El domingo me desperté a las seis de la mañana y vi que el agua estaba subiendo; bajé para quitar el coche y subirlo al césped porque se estaba inundando". Después avisó a sus vecinos, con los que empezaron a retirar todos los vehículos. "Quienes fueron más tarde ya se encontraron el agua a la altura del motor". Asimismo, comenzaron a retirar las hojas que cubría el alcantarillado para que mejorar el drenaje. "El agua me llegaba por la cintura", apostillaba por teléfono.

Tanto Aday Magec Mederos, de 35 años, como Aday Rodríguez, de 30, residen en zonas catalogadas como no inundables, pero en ambos casos han visto cómo sus casas han estado a punto de quedar afectadas. El primero detallaba que el agua se quedó a unos seis metros de a la puerta de su casa, por lo que tiene preparadas toallas y bolsas para tapar los posibles huecos que queden libre en caso de que la situación empeore. Además, se ha enfundado la camiseta de la UD Las Palmas ya que las autoridades recomiendan vestir con prendas de colores vivos. Rodríguez, por su parte, ha colocado plásticos en las puertas. "Tenemos la casa llena con bolsas; estamos más o menos preparado para lo que nos va a venir porque dicen que lo que tocó hasta ahora fue la cola y que ahora nos llegará la tormenta".

A la espera de que se repitan las intensas precipitaciones, el tiempo les dio ayer una pequeña tregua que Aday Rodríguez, maestro de primaria, aprovechó para intentar llenar las despensas ante la posibilidad de verse obligado a permanecer varios días encerrado junto a su mujer, su suegro y su hija de cinco meses. Allí se encontró con colas para acceder que superaban los 40 minutos y con algunos productos esenciales que escaseaban, como el agua, que apenas se puede encontrar en toda la ciudad.

A la espera de la evolución de Harvey, que ayer se esperaba que su intensidad se redujera y pasara a convertirse en tormenta tropical, Aday Magec Mederos destaca la solidaridad presente en todas las comunidades de vecinos. "Lo que más me ha gustado ha sido ver al alcalde indicando que cualquier persona que llame, tanto si es documentado como no, no tenía que preocuparse, porque se iba a ayudar a todas las personas, tengan o no papeles". Otra de las visiones positivas de esta catástrofe natural es la información que reciben casi al minuto, con mensajes emitidos a través de las televisiones y vía teléfono móvil que de inmediato cortan la conexión para que todos los ciudadanos conozcan si tienen que desalojar sus viviendas.

A 300 kilómetros al oeste, la comunidad canaria residente en la localidad de San Antonio vive con más tranquilidad la evolución del huracán, aunque preparados para ayudar a quienes lo necesiten. El doctor Alfonso Chiscano Díaz, presidente de la Fundación Amigos de las Islas Canarias de San Antonio, explicaba que todos los descendientes de isleños se encuentran en buen estado y que están trabajando para acoger a los damnificados. "Tenemos como unas 1.200 personas que han venido a resguardarse de la costa sur de Texas". "Gracias a Dios", continuaba, "San Antonio se ha mantenido fuera de la actividad del huracán, pero ha virado hacia la derecha, hacia Houston; ahí va a estar uno o dos días más, y eso va a generar problemas porque la gente no puede salir de sus casas".

Pese a ese posible empeoramiento de las condiciones meteorológicas, Aday Magec Mederos comentaba que en ningún momento las autoridades han emitido una orden de evacuación en la ciudad. "Tomaron esa decisión porque si había un gran flujo de emigración por las carreteras hubiera habido una masacre. Nos piden que estamos en nuestras casas, en habitaciones que no tengan ventanas, y se están abriendo albergues, escuelas, iglesias y universidades para albergar a la gente", agregaba. Por el momento, hay 5.500 personas repartidas en la veintena de refugios habilitados en Houston, una cifra que el alcalde, el demócrata Sylvester Turner, auguró que se incrementará "exponencialmente" durante las próximas horas, según informó Efe.

Mientras tanto, el presidente Donald Trump tiene previsto visitar hoy la zona que ya ha sido calificada como catastrófica.