"Lo importante es que todos los canarios estamos bien y no hay ningún herido, que sepamos". Esto señalaba desde Miami (Estados Unidos) Omaira Pérez, presidenta del Hogar Canario de Florida. También se manifestó en estos términos Carmelo González Acosta, presidente de la Asociación Canaria Leonor Pérez Cabrera de La Habana (Cuba), en conversación telefónica con LA PROVINCIA/DLP.

En los dos países con las mayores comunidades de isleños que resultaron afectados por el huracán Irma no hay noticias de que ningún canario o descendiente de canario haya sufrido daños personales. Sí hay desperfectos en las viviendas de algunos e incluso en la sede del Hogar Canario en Florida pero, según los testimonios recogidos por este diario, no hay que lamentar ningún herido.

Y eso que las consecuencias de una de las mayores tormentas de la historia han sido catastróficas. Pendientes todavía de hacer balance y con algunas zonas aún inundadas o sin luz, el huracán Irma deja alrededor de 50 fallecidos y enormes destrozos. En Estados Unidos, la cifra provisional de muertos asciende, según ABC News, a 23 personas, entre los estados de Florida, Georgia y Carolina del Sur. Y en Cuba, mientras, el balance es de 10 fallecidos.

¿Cómo lo vivieron los numerosos isleños residentes en las zonas barridas por el huracán? Estas son las historias de seis de ellos, cinco residentes en Florida y uno en la capital cubana.

Omaira Pérez (Miami, Florida). La presidenta del Hogar Canario de Florida cuenta desde Miami, donde reside, que sólo ha habido daños materiales -cuantiosos, eso sí- pero ningún herido entre los cerca de 500 canarios o descendientes de canarios que residen en esta parte de la costa atlántica norteamericana. Por ejemplo, el agua entró a algunas estancias del propio Hogar Canario, situado en Coral Way (Miami), y hubo desperfectos en el tejado. "Estamos llamando a todos los isleños que forman parte de nuestro hogar, miembros de 85 familias, y todos están bien. Ha habido daños en las casas y los jardines, como consecuencia principalmente de la caída de árboles, aunque no muy importantes", aseguró Omaira Pérez, nacida en Venezuela, de madre palmera y asentada en Miami, la ciudad más poblada del estado de Florida.

Eso sí, el susto no se lo quita nadie. Y es que Omaira vivió el paso del huracán Irma en casa de su madre, de 86 años, que tiene dificultades de movilidad, y en compañía de un hermano en silla de ruedas por un accidente de tráfico. La vivienda se encuentra en Kendall, en el condado de Miami-Dade. "Estuve con ellos para cuidarlos. Quería llevármelos al norte en mi coche, ante las angustiantes noticias que llegaban de que el huracán iba a descargar toda su furia sobre Miami, pero no fue posible. Se había agotado el combustible, pues mucha gente se adelantó a la llegada de la tormenta para hacer acopio de gasolina o gasoil para sus vehículos y los generadores, y no quería quedarme a mitad de camino, más cuando mi madre y mi hermano son personas dependientes".

Así es que Omaira no tuvo otro remedio que refugiarse en la vivienda de su madre. "Al principio pasamos mucho miedo. No sabíamos qué podía pasar. Las noticias que llegaban desde el jueves por la mañana eran terroríficas: la peor parte de la tormenta se nos venía encima y podía arrasar todo Miami. Por eso, las autoridades organizaron una evacuación masiva", relata. Entre las dos y las tres de la madrugada del sábado al domingo empezaron a sentir los primeros coletazos del huracán. "Para colmo, de repente se fue la luz y no pude conectarme a internet para seguir la evolución del huracán. Era frustrante. Estábamos completamente a oscuras, sin noticias concretas y la única forma de enterarme de lo que pasaba era a través del Whatsapp", rememora la responsable del Hogar Canario de Florida.

Sin embargo, ya en plena madrugada y sin poder dormir, empezaron a llegar datos esperanzadores. "El viento empezó a pegar con fuerza y la lluvia era impresionante pero en un momento dado me avisaron de que el huracán perdía fuerza y el ojo se dirigía a Tampa. No entraría la peor parte por la ciudad. Ahí empecé a aliviarme un poco". Omaira contaba con la ventaja de que no era su primer huracán. "Hace unos años sufrimos uno espantoso. Casi levanta el techo de mi casa. Aquí, al ser frecuentes las alertas entre junio y noviembre, ya estamos acostumbrados y muchas casas cuentan con refuerzos", matiza.

Aunque pasó de refilón, esta hija de palmera pudo comprobar la enorme fuerza y capacidad de devastación de Irma. "Se oía cómo se resquebrajaban los árboles por el viento y caían al suelo. Todo estaba oscuro, lo que daba un aire todavía más tenebroso. En el patio de casa cayeron dos árboles y en el vecindario cayeron muchos más". Omaira, no obstante, precisa que "para lo que se esperaba no fue tan grave". "A nosotros no nos pasó nada y al resto de miembros del Hogar Canario de Florida, tampoco. Eso es lo importante", concluyó.

El Hogar Canario podrá seguir con su actividad a medida que vuelva la normalidad aunque aún hay millones de personas sin electricidad. "Al Hogar ha vuelto pero hay otras muchas partes en las que sigue sin haber electricidad", cuenta Omaira, para recordar que esta asociación se creó para que los canarios en Florida no pierdan las costumbres de su tierra. Organizan bailes, tienen un grupo -Aires de Canarias- que interpreta temas floclóricos y a veces organizan citas gastronómicas para no olvidar los sabores de las Islas. "Como gofio y a veces también lo hacemos en el Hogar, junto con garbanzas, pucheros y, sobre todo, papas con mojo".

Juan Jesús González Manrique (Miami, Florida). Este periodista que trabajó durante años para Televisión Española en su delegación de Tenerife vive justo enfrente de cuatro campos de golf propiedad del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en Doral, una ciudad del condado de Miami-Dade a unos 20 kilómetros de la costa. Da clases de producción de televisión en la Universidad Internacional de Florida y lleva dos años en Estados Unidos junto a su familia.

Cuando el jueves por la mañana las autoridades ordenaron la evacuación masiva de millones de personas en el estado de Florida, sobre todo de los que vivían más cerca de la costa, Juan Jesús González pensó en irse a casa de un amigo en Tampa. "Mi amigo se llama curiosamente Raúl Castro pero no es el presidente de Cuba. Él venía de México y planeamos irnos en coche a su casa en Tampa ante las noticias que aseguraban que el Irma iba a golpear de lleno en Miami. Incluso mi mujer y yo hicimos la maleta pero finalmente nos quedamos en casa. Fue la mejor decisión porque al final lo peor de la tormenta se fue para Tampa", relata el periodista.

Juan Jesús contaba con una ventaja: se había mudado a un edificio de reciente construcción, muy resistente y especialmente preparado para los huracanes. "Ante estas situaciones es muy importante en qué vivienda residas. Aquí, en Miami, hay muchas casas terreras pequeñas, hechas con materiales de poca calidad, casi de cartón-piedra. Son muy prácticas y baratas pero no resisten la embestida de una tormenta de esta magnitud. Nosotros, sin embargo, estamos en un edificio moderno muy bien preparado".

A las cinco de la madrugada se fue la luz en su zona. "Era increíble sobre todo todo ver cómo el viento zarandeaba el agua de la piscina. Y eso que finalmente no fue tan fuerte como se esperaba. En los Cayos, la parte más afectada, el viento llegó a superar los 200 kilómetros por hora, pero en mi zona no hubo ninguna racha con tanta velocidad. Aún así, era impresionante. Llovía a raudales y los árboles, especialmente las palmeras, se quebraban. Algunas terminaron volando", subraya.

En un principio, la que más tenía miedo era su hija pero Juan Jesús la tranquilizó asegurándole que no tuviera temor, que todos estaban seguros y que al final podría contar a sus primos que había vivido un huracán. "Encima, aquí son frecuentes los aguaceros con importante aparato eléctrico. La niña se había asustado con una de esas tormentas pero poco a poco se ha ido acostumbrando", precisa.

La tormenta no dejó de azotar esta parte tropical del sur de Estados Unidos hasta las 19:00 horas del domingo. "El lunes bajé con la niña a dar una vuelta por la zona y había ramas de árboles por todos lados. Pero tuvimos suerte. Al entrar al continente, el huracán fue perdiendo categoría y, además, no tomó la dirección que se esperaba", remarcó este periodista, que espera volver a España lo antes que puedo. "La echo mucho de menos. Como en España no se vive en ningún sitio, ni siquiera en Estados Unidos".

Lorena de la Torre (Miami, Florida). Esta tinerfeña, nacida en La Cuesta (La Laguna) pero criada en Estados Unidos, también reside en Miami. Al menos desde hace un mes, cuando se mudó procedente de Houston. Y lo hizo en un momento muy oportuno. Lorena de la Torre se libró del huracán Harvey -el más fuerte y con más daños materiales que ha tocado tierra en Texas- por solo una semana y media pero no pudo esquivar el Irma. "La casa en la que viví en Houston quedó anegada. El agua llegaba a dos metros y medio. Pero en Miami no tuve tanta suerte, aunque menos mal que tampoco pasó nada al final", manifiesta por teléfono.

Residente en Hialeah, también en el condado de Miami-Dade, Lorena señala que "todo fue un enorme caos" desde que el jueves se decidió la evacuación masiva. "Mi tía y yo decidimos quedarnos en casa. Mi tía llegó a esperar dos horas y media por medio tanque de gasolina. Los coches se amontonaban para coger combustible y era una misión complicada, una locura".

Como a los demás, la tormenta llegó entrada la madrugada. "Un árbol grande cayó sobre nuestro techo y rompió uno de los refuerzos de mi ventana. El estruendo me despertó y ya no pude conciliar el sueño. Parecía como si estuviera pasando un tren justo al lado de la ventana. Fue terrible. Se fue la luz, el viento soplaba con enorme fuerza, los árboles caían...", destaca.

Lorena ya respira aliviada. "Menos mal que pronto perdió fuerza porque si no... Esta mañana por fin recuperamos la luz. En total, han sido cuatro días sin electricidad. Aún así, aquí todavía hay miles y miles de personas que no han recuperado el servicio. La normalidad vuelve poco a poco", narra esta lagunera.

Se había preparado bien -"compramos bastante agua, alimentos y baterías"- pero la angustia no se la quita nadie. Y no solo por la tormenta, sino cuando ya pasó por el toque de queda decretado por las autoridades a partir de las 19:00 horas ante el temor a saqueos en las calles. "Aquí informaron de la detención de 35 personas", matiza. Y la angustia no se la quitó nadie ni a ella ni a su familia de Tenerife. "Era difícil contactar con ellos y estaban preocupados. Pero al final pude conversar con mi familia de la Isla y contarles que los daños habían sido menores y que los operarios habían actuado con celeridad para facilitar el regreso a la normalidad". Además, su tía pudo viajar a Barcelona después de que le cancelaran tres veces el vuelo. "Estamos bien. Al final no fue tan grave como se anunció en un principio", concluye.

Yoana Montesdeoca (Miami, Florida). Actriz y modelo nacida en Las Palmas de Gran Canaria, Yoana estuvo entre las más de seis millones de personas que tuvieron que abandonar sus hogares ante la inminente llegada del huracán Irma. De hecho, todavía sigue fuera de su casa de Kendall, de la que no sabe muy bien cómo ha quedado, aunque espera que no haya sufrido ningún daño. "Desde que supimos que el huracán se acercaba con categoría 4 y que podía arrasar Miami, mi marido y yo decidimos irnos. Pensamos en acudir a Nueva York por carretera aunque fue toda una odisea", rememora.

"Las colas en las gasolineras eran kilométricas. Además, la gente se peleaba por comprar agua. Fue todo una locura. Jamás imaginé verme ante aquel escenario", explica Yoana. "Las noticias eran tan impresionantes cuando se ordenó la evacuación que sentí pánico, la verdad. Las carreteras estaban colapsadas. Tardabas el doble en recorrer el camino a Nueva York. Estuvimos dos noches quedándonos en moteles y, encima, tuvimos un problema inesperado: el rechazo de muchos de estos establecimientos a que nos hospedáramos con las mascotas".

Y es que Yoana y su marido, cubano, apenas se llevaron equipaje pero sí a su perro y sus tres gatos. "Aquí la gente no es tan sensible con los animales como en España. Teníamos que disimular que llevábamos a nuestras mascotas. Pero finalmente tuvimos suerte en Carolina del Norte, donde encontramos un motel que aceptaba mascotas".

Yoana y su esposo tardaron dos días en llegar a la ciudad de los rascacielos. Él tuvo que ser atendido en un hospital de Nueva York al sufrir neumonía. Pero ya se encuentra recuperado. Tienen problemas para regresar porque la situación sigue siendo caótica. "Hay mucha gente que todavía no ha recuperado la luz", asegura. Esperan regresar en los próximos días y que todo esté en orden. "Nos han dicho que cayeron muchos árboles pero no sabemos exactamente cómo está nuestra casa. Esperemos que no nos encontremos con ninguna sorpresa", culminó esta actriz que ha trabajado en producciones como la telenovela Tierra de Reyes y la película La ignorancia de la sangre, parte de la cual se rodó en Tenerife.

Joel Barrios (Miami, Florida). Este chicharrero residente en Miami Beach -desde hace dos años- burló el huracán gracias a la fortuna. Recibió la Green card -permiso para residir en Estados Unidos por 10 años- justo una semana antes de la llegada del huracán. Lo logró, además, en tiempo récord. "Este proceso suele dilatarse tres o cuatro meses pero a mí me lo resolvieron en un mes. ¿Por qué? Pues no lo sé. Habrá sido por suerte. Lo cierto es que gracias a eso pude salir de EEUU y venirme a Santa Cruz de Tenerife, donde me encuentro ahora".

"Lo mejor ha sido ver a todos los vecinos y amigos de allá ofreciendo toda clase de ayuda: recoger escombros, ofrecer sus casas para que otros que no tienen electricidad se duchen, coman o duerman? En un país tan crispado y dividido es bonito recordar que en el fondo son más cosas las que nos unen que las que nos separan", señala, para aclarar que su casa no ha sufrido daños.

Carmelo González Acosta (La Habana, Cuba). Si todos los isleños y descendientes en Estados Unidos están bien, los de Cuba también lo están. Esto señaló Carmelo González, presidente de la Asociación Canaria Leonor Pérez Cabrera de La Habana. "Todavía se está haciendo el recuento de los daños, especialmente en la costa norte, pero no conocemos que ningún canario o descendiente de canarios haya sufrido daños personales", enfatizó ayer en conversación telefónica con LA PROVINCIA/DLP desde la capital cubana.

El huracán Irma dejó inundaciones y destrozos en La Habana pero no afectaron a la sede del hogar canario. "Aquí, en la Asociación, todo está bien. El agua se concentró en el Malecón pero no entró al interior de la ciudad. Pero es muy probable que en las zonas más afectadas haya algún isleño con daños en sus casas, aunque aún no nos ha llegado ninguna noticia al respecto", afirmó este grancanario que lleva nada menos que 67 años en Cuba, un país del que dice que cuenta con la ventaja de tener uno de los mejores protocolos de actuación ante huracanes del mundo. "Nos suelen visitar y estamos muy bien entrenados".