La joven madrileña que denunció haber sufrido una violación grupal en los sanfermines del año pasado testificó ayer cerca de cuatro horas ante la Sección Segunda de la Audiencia de Navarra sin que se le hayan mostrado los vídeos que grabaron los acusados. La chica prestó declaración ante la sala sin ningún contacto con los cinco imputados, conocidos como "la manada", ya que la sala ha decidido mantenerles esta mañana en una estancia separada.

El testimonio se ha demorado porque a los pocos minutos de empezar la vista el tribunal decidió hacer un receso para deliberar sobre la conveniencia de que la joven viera durante su comparecencia los vídeos que grabaron los acusados, algo a lo que se opuso la fiscalía.

Son varias piezas breves que para las distintas acusaciones son la prueba de cargo de la agresión sexual que cometieron en grupo y que para las defensas avalarían la tesis de que las relaciones fueron consentidas.

El tribunal decidió que los vídeos se podían ver pero no ocurrió así porque nadie lo solicitó y la joven continuó con su testimonio, en el que estaba obligada a responder a todas las partes ya que había sido citada como denunciante y testigo.

Aunque no ha sido posible escuchar su declaración ni tampoco verla, ya que todo el juicio se celebra a puerta cerrada y además el tribunal ha ordenado otras medidas de seguridad, fuentes del Palacio de Justicia indicaron que la chica llegó "tranquila" acompañada por sus padres y una tía.

Tal como estaba previsto, minutos después de las 12:30 horas llegó la pareja de jóvenes que se encontró a la chica llorando en un banco aquella madrugada, cerca del portal donde ocurrieron los hechos, y dieron aviso a SOS Navarra.

Para hoy están citados a declarar cuatro agentes de la Policía Municipal de Pamplona, cuerpo que identificó a los imputados pocas horas después por las cámaras instaladas en el recorrido del encierro, y tres miembros de la Policía Foral, que practicó las detenciones cuando llegaron a la plaza de toros.

Ya el lunes, en la primera sesión, se resolvieron las cuestiones preliminares, donde los cinco acusados se declararon "inocentes" del delito continuado de agresión sexual y contra la intimidad. Cuatro de ellos además negaron el delito de robo con intimidación, mientras que el guardia civil reconoció que había "sustraído" el teléfono móvil de la víctima. Los cinco están imputados por un delito continuado de agresión sexual, otro contra la intimidad y un tercero por robo con intimidación, por los que la Fiscalía pide 22 años y 10 meses de cárcel para cada uno.

Según el escrito de la acusación, los imputados bajaron la ropa interior de la joven, de 18 años, y le obligaron a realizar felaciones a todos ellos, que también la penetraron, uno anal y vaginalmente, sin usar preservativo y "valiéndose de su superioridad física y numérica" y de la "imposibilidad" de la joven de "ejercer la más mínima resistencia".

Mientras, dos de ellos, "sin el conocimiento ni consentimiento" de la chica, hicieron grabaciones de vídeo y fotografías con sus móviles, "con la intención de vulnerar la intimidad de la víctima y posteriormente mostrarlos, enviarlos y difundirlos a su grupo de amigos".