Si tus ojos se acostumbran a la belleza, buscarán la belleza. Creo que si nos rodeamos de belleza tenderemos a rodearnos de más belleza en todas las facetas de la vida. Tu habitación, tu ropa, tu taza de desayuno, la toalla del lavabo, el paseo hasta la oficina, tu mesa de trabajo, el bar del café, el jardín de la plaza, la marquesina de la guagua, el cartel de la fiesta, tu entorno, la belleza de tu entorno educa y te influye. Cuando tus ojos alcanzan un buen nivel de "costumbre de belleza", rechazarán todo aquello que no les parezca armónico, limpio, sugerente, estético y te motivará a cambiar la cortina del baño mohosa o los salvamanteles decolorados, a darle una mano de pintura a tu fachada, a exigirle a tu ayuntamiento más limpieza o más cuidado en las zonas ajardinadas. Creo en el poder de rodearte de lo bello como motor de un cambio estético, social y saludable. Estoy tan convencido que como modificar una ley educativa es tan habitual en nuestro país como mantener el mismo puesto vergonzoso en el informe educativo europeo, propongo ampliar el currículum y añadir una nueva asignatura: belleza. Será obligatoria, nada de optativa ni de libre elección. Una troncal de obligado aprobado que enseñe a los pequeños a admirar un Sorolla, el alzado de un edificio de Niemeyer, la función de una papelera, el color de las flores en la plaza, el brillo de una acera sin chicles y a experimentar el milagroso efecto educativo de una vida más bella.
