Durante mis viajes por trabajo suelo tocar diferentes países y, por consiguiente, ciudades muy dispares en lo referente a su cultura y formas de entender el concepto de país. Desde Lisboa a Estambul pasando por Estocolmo y Moscú, todas ellas resultan muy dispares en su cultura pero no en su orgullo a la hora de mostrar la bandera de su país cada vez que tienen oportunidad o, incluso sin tenerla, la muestran con orgullo. A todo esto sin nombrarles al Reino Unido, que hasta Zara Home la ha reproducido como alfombra. Sin embargo, si yo me atreviera a hacer el uso que cualquier británico, turco o sueco hace de su bandera normalmente, estoy seguro de que menos patriota me llamarían de todo. No entiendo esa ridiculez de nosotros mismos de no otorgarle un sentimiento a algo que nos pertenece como españoles pero sí somos en cambio capaces de llevar un jersey con la bandera americana o incluso un cojín. En definitiva, nuestra bandera, nuestro símbolo de unión, no vende y esto me lleva a pensar que cada día somos más tontos contemporáneos en nuestro país por avergonzarnos de un símbolo que nos pertenece y que tan solo usamos en cada mundial de fútbol. Me queda por lo menos esa esperanza y esperar dos años más para ver con orgullo a todos los españolitos que por unos días dejamos de ser canarios, catalanes y vascos para ser todos españoles.
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