Este 12 de noviembre de 2015 se cumplen 59 años de la muerte del médico canario que ha pasado a la historia por liderar la 2ª República española en los años terribles de la guerra. Juan Negrín López (Las Palmas de Gran Canaria, 3 de febrero de 1892 - París, 12 de noviembre de 1956) presidió el gobierno de la República desde 1937 hasta 1945 en el exilio.

Este reportaje se detiene en este mes de aniversarios -se cumplen también 40 años de la muerte de Franco-, en la vocación de modernidad del caballero canario nacido en el número 62 de la calle Triana a finales del siglo XIX que, andando el tiempo, sería considerado el mejor estadista español del siglo XX, el Churchill español.

La biografía de Negrín está llena de detalles que hablan de su afán por estar al día. Fue, por ejemplo, el primer suscriptor que tuvo The Economist en España, y su biblioteca ha sido descrita como "un pozo sin fondo" por el profesor de la Universidad de Valencia Salvador Albiñana, comisario junto al director del Instituto Cervantes de París, Juan Manuel Bonet, de la exposición sobre sus libros que puede contemplarse hasta el 31 de enero en la Fundación Juan Negrín, en Las Palmas de Gran Canaria.

Estudiante aventajado, Juan Negrín López se marchó de Las Palmas de Gran Canaria con 14 años para estudiar medicina en las universidades de Kiel y Leipzig, en Alemania. Tras doctorase, a su vuelta a España llegaría a ser catedrático de la Universidad Central de Madrid a los 22 años. Antes y para evitar que un joven científico tan prometedor se marchara a Estados Unidos -lo que ahora llamamos ´fuga de cerebros´-, el Nobel Ramón y Cajal le pidió abrir y dirigir el primer Laboratorio de Fisiología General de España. Dependía de la Junta de Ampliación de Estudios y se ubicó en los bajos de la Residencia de Estudiantes de Madrid.

"Su formación alemana, su dominio de la literatura extranjera, sus métodos de trabajo y su gran inteligencia hicieron de él una rara avis en la España de la época. Fue uno de los poquísimos catedráticos que habían realizado toda su educación superior en el extranjero (€)", escribe el historiador Ángel Viñas, en el catálogo de la exposición La Biblioteca errante. Negrín y los libros.

En este periodo previo a la guerra civil, Negrín desarrolla su carrera científica, empieza a militar en el partido socialista y, entre otros afanes, mantiene tertulias ocasionales con "un grupo heterogéneo de alto nivel artístico y nivel intelectual", recoge Enrique Moradiellos en su biografía Negrín.

No es el prototipo de científico que solo sabe de sus investigaciones. Albiñana subraya que estamos ante un miembro destacado de la generación del 14, y así aparece en el listado de los que realizan un homenaje póstumo al poeta José de Ciria y Escalante, junto a Juan Ramón, Buñuel, Lorca, Gerardo Diego o Maeztu. El libro homenaje a Escalante aparece expuesto en La Biblioteca errante, muy cerca de un ejemplar de Presagios, el primer libro de Salinas, dedicado por el poeta -"su doliente amigo"- al político canario.

Si en la España del siglo XXI hablar varios idiomas sigue siendo motivo de admiración, puede uno imaginarse lo que significaría en la de principios del XX, cuando el 56% de la población era analfabeta. Negrín fue un hombre de mundo.

Según explica su nieta Carmen: "Hablaba latín y griego por los estudios de la época, el ruso por su esposa, el alemán por la etapa de estudiante universitario. El inglés y el francés no sé cuándo los aprendió, pero los perfeccionó durante la 2ª guerra mundial. Aprendió el húngaro en seis meses, pues le habían pedido un idioma inusual para obtener una beca de la Residencia de Estudiantes para irse a Estados Unidos, que era el plan inicial (que frustró Cajal). El portugués, el italiano y el catalán eran fáciles con esa base y los dominaba. Y el chino y el árabe", prosigue Carmen Negrín, "los comenzó a estudiar en sus últimos años, pues consideraba que eran idiomas importantes, de países con porvenir y, claro, si uno quiere ´moverse´, hay que poder comunicar en directo".

Decíamos que el fisiólogo fue un feminista precoz, en consonancia con las ideas que florecieron en la 2ª República y que defendieron mujeres de bandera (rescatadas del anonimato en muchos casos por el proyecto Las Sinsombrero -www.lassinsombrero.es-). Cuenta Carmen Negrín que siempre le dijo que tenía que valerse por sí misma. "Tienes que ser una mujer autónoma e independiente y para eso hay que estudiar". Sus propios hijos (Juan, Rómulo y Miguel) estudiaron en el Instituto Escuela, que era lo más moderno que había en el Madrid de los años 20. Escuela mixta y laica y con el mismo trato para Carmen y para su hermano Juan, a los que crió en su casa de París.

También le preocupó la situación de la mujer en el trabajo, la educación, el derecho a decidir sobre su vida: el divorcio, el aborto€ "Le preocupaba apoyar a las mujeres que tenían vocación, así lo hizo con María Casares (exiliada española que se convirtió en una de las más grandes actrices de Francia, hija del exministro español Santiago Casares Quiroga), que frecuentaba nuestra casa con Albert Camus, o con la hija de Mariano Ansó (exministro de Negrín), que estudió en la Sorbona y él seguía de cerca".

Si Negrín hubiera vivido en nuestra época, es probable que hubiera tenido la última tablet del mercado. Su curiosidad y afán por conocer alcanzaba a otros muchos campos. Ya en los años 50 adquirió un lavavajillas y otros gadgets por afán de facilitar el trabajo a las mujeres en su propio hogar, pero también seguramente por su amor a la tecnología y sus ganas de experimentar.

Aficionado al cine y a la fotografía, siempre viajaba con una cámara de fotos en el bolsillo -tuvo una Leika 3, que llevaba su nombre grabado y que robaron a la familia en los 80, y una rara Camera Compass, cuya fotografía acompaña este reportaje- y con una máquina de escribir porque al final de su vida redactaba sus memorias.

Pionero en muchos campos, este hombre poliédrico e inabarcable participó ya en sus últimos años como asesor en la creación de la Comunidad Europea del Acero y el Carbón (CECA), simiente de la futura Unión Europea. Más hedonista que asceta, como gastrónomo tenían un don para distinguir un buen vino y se decantaba por las especialidades locales y los productos de temporada. "Tenía los sentidos muy desarrollados y una curiosidad grande: lo vi comer tacos de gusanos de maguey sin problema".