Si algo tienen en común la Navidad y Fitur es que ambas continúan con sus reuniones tradicionales alrededor de una mesa año tras año sin que apenas nada cambie. Que la Navidad no cambie y mantengamos ese espíritu familiar y conciliador me parece hasta bonito pero que en las ferias de turismo sigamos vendiendo de la misma forma que hace décadas, me parece un peligro. Con una buena segmentación de productos bajo un acertado slogan Latitud de Vida, el stand de Canarias brillaba y te invitaba a ver los diferentes productos para los que Canarias tiene grandes posibilidades. Grandes posibilidades que no somos capaces de transmitir al público final y mucho menos a nuestros grandes clientes de turoperadores, quienes cada año se especializan más en las actividades que desarrollan sus clientes. Eventos tan significativos e importantes como son para nuestra Isla, por citar algunos, la Gran Canaria Maratón o bien la TransGranCanaria, apenas existían como actividades que nuestros visitantes pueden realizar en nuestra isla. Ni siquiera vamos a entrar en el dilema si cliente directo o paquetizado. Más que pena, es una pérdida de competitividad que todavía no utilicen los eventos de nuestra isla como herramienta estratégica de venta. En definitiva, todavía continuamos vendiendo camas cuando las experiencias a desarrollar en nuestra isla deben ser la locomotora de venta de las camas y de los servicios complementarios. Como cada año en diciembre volverá la Navidad y en enero un nuevo Fitur. ¿O no tan nuevo?
