Gucci no ha llegado a ser una de las marcas de moda más míticas de la historia por casualidad. Su modelo de sandalias con tachuelas doradas en punta es la demostración de que uno de los objetivos permanentes de la casa es dejar huella y sorprender constantemente. Es decir, diferenciarse. Y también el inconformismo como motor y bandera. La portada de este número de Con Estilo sirve por lo tanto como metáfora de una actitud ante la vida que también se pone de manifiesto en el resto de personajes e historias contenidas en sus páginas. Este mismo afán se percibe por ejemplo en la labor de Pedro Palmas, el diseñado grancanario cuyo regreso a las pasarelas con la colección Aura protagoniza el editorial de moda. Pero los ejemplos traspasan las fronteras del mundo de la moda y el diseño. En un taller inopinadamente situado en pleno centro urbano de Las Palmas de Gran Canaria, el joven luthier Juan Ramírez Vega construye arpas, liras, monocordios y todo tipo de instrumentos antiguos, algunos reproducciones de ejemplares que tienen cientos o miles de años de antigüedad. El fotógrafo Eduardo Monzón quizás no tenga unas sandalias con tachuelas, pero sí se enfundó unas botas de siete leguas para viajar desde Canarias a Los Ángeles y retratar el lado más íntimo y poco conocido del béisbol, con imágenes que seguro que dejarán rastro en la retina y la memoria de los lectores y lectoras. En la misma línea, la pintora Nuria Meseguer nos sumerge en una especie de Atlántida habitada donde mujeres, hombres, niños y ancianos se mueven entre burbujas y tortugas en busca de una paz luminosa y azul. Sus cuadros, dicen, buscan redimir, comprender y consolar al ser humano. El escritor José Ramón Betancort Mesa escribe relatos que nos recuerdan al Macondo de García Márquez. Sus personajes no utilizan zapatos de Gucci, pero también nos dejan huella.
