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Gastronomía

"Cuando viajo recuerdo los sitios por su gastronomía, no por sus monumentos"

Llega puntual a la cita, con un twin set beige de topos negros y encaje, y me llaman la atención sus ojos azulísimos, su piel luminosa y una amabilidad que cautiva

María Eugenia Márquez y Luz Cappa durante su encuentro en el restaurante Kano 31. José Carlos Guerra

Si hay algo que me apasiona de este oficio es descubrir los rincones más sorprendentes de las personas, esos a los que sólo se accede cuando te relajas y te dejas llevar por las sensaciones. Así me pasó con María Eugenia Márquez, alejada del ambiente político desde que fuera presidenta del Cabildo de Gran Canaria y dedicada ahora a llevar una vida marcada por sus grandes pasiones: la lectura, la pintura, los viajes y una dieta diferente: la macrobiótica, que practica desde hace años y a la que llegó por una gastroenteritis que no le daba tregua.

Llega puntual a la cita, con un twin set beige de topos negros y encaje, y me llaman la atención sus ojos azulísimos, su piel luminosa y una amabilidad que cautiva. Hablar con ella es dejar fluir experiencias y sensaciones, porque ha viajado por todo el mundo y ha saboreado platos de las culturas más remotas del planeta, aunque ahora no pruebe ni carnes, ni lácteos ni, por supuesto, el azúcar.

Iniciación a la macrobiótica. Hoy, sin embargo, es un día especial y ha decidido que va a disfrutar conmigo de las sugerencias que nos propone Christian Hernández, el joven propietario de Kano 31, que cuenta con un equipo de excepción, en esta casa presidida por el lema "Hay dos cosas importantes en la vida: comer... y cenar", con el que tanto María Eugenia como yo estamos completamente de acuerdo.

Empezamos con unos saquitos de aguacate y gambas, crujientes y sabrosos, y seguimos con un delicioso atún embarrado en semillas. En la mesa tampoco falta un plato de jamón de Guijuelo cortado como mandan los cánones, que acompañamos con un par de copas de champán rosé...

Mientras las burbujas van haciendo su trabajo, nosotras empezamos a hablar de algo que nos apasiona a las dos: el sudeste asiático, los sabores del mundo y vivir la vida intensamente, como si no hubiera un mañana.

"Antes", recuerda María Eugenia, "fíjate si me gustaba comer, que recordaba los sitios donde había estado en función de lo que había probado, no por los monumentos. Pero desde hace diez años sigo una dieta macrobiótica, que aprendí en una escuela del sur de Francia".

El motivo es que en 2003 tuvo una gastritis muy severa, se encontraba fatal y nada le aliviaba ese malestar. "Yo lo relaciono con la política, somaticé el estrés, que me atacó el estómago. Ahora sólo como cereales, gramíneas, pescados y verduras, sobre todo las que crecen bajo tierra".

Atún con semillas y jamón de Guijuelo. Y oiga usted, mano de santo. Desde entonces se siente muy bien, adelgazó varios kilos y su piel recobró la luminosidad perdida, aunque para ello tenga que desayunar todos los días crema de arroz integral con tamari, una salsa derivada de la soja.

"De vez en cuando me entra mono de comer jamón del bueno, como este de Guijuelo que nos estamos comiendo ahora en Kano 31. No bebo alcohol porque me sienta fatal, a excepción de un poco de champán, que me encanta y me sienta de maravilla. No pruebo el azúcar ni el café, pero tengo la suerte de no ser golosa, así que no sufro por eso. Me gusta más la fruta, sobre todo manzana asada".

Entonces, ¿cómo te las apañas ahora cuando viajas?, le pregunto, y me dice que lleva años haciéndolo junto a su pareja en caravana, como el pasado verano, que hizo la Ruta 66 cruzando Estados Unidos de punta a punta, o hace algún tiempo en Australia, lo que les permitió comprar lo que necesitaban y cocinar al gusto.

Recuerdos de La Aldea. Quiero saber a qué olían las comidas de su infancia, y me cuenta que en sus recuerdos aún permanece el olor a lluvia de un día en La Aldea, donde nació, casi un diluvio que llenó la presa y hacía tronar de las piedras a su paso. Ese día había sopa de ajo para comer. "Vi la sopa y dije que no la probaba, y como castigo me dejaron sin ir a ver correr el barranco, todo un drama porque era un acontecimiento excepcional que sólo ocurría cada diez años. Me volvieron a poner la sopa en la cena, y lo curioso es que cuando la probé, me encantó, pero me quedé sin ver correr el barranco". Su plato favorito de la niñez es el mus de chocolate que hacía su madre, la carne que comían sólo los fines de semana y la sopa con hierbahuerto y un poco picantona que ponía su abuela los domingos, aunque la intensidad de los aromas de los pimientos y los tomates de La Aldea es algo imborrable en su memoria olfativa.

Curiosa en todos los ámbitos, pinta desde hace años y ha hecho de actriz en una película que no llegó a estrenarse. También cocina de maravilla, sobre todo los pescados al horno con verduritas y papas que les prepara a sus hijos y a su pareja. "Las albóndigas con salsa también me salían muy bien, pero ya no las hago", me dice, y también que le encanta el atún y el salmón, así que hoy está feliz con este atún envuelto en semillas de girasol que nos propone Christian.

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