La Provincia - Diario de Las Palmas

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Sándwiches con vida propia

Sandwichería El Pizco, Los Pioneros, 42 años satisfaciendo a sus clientes

El ingrediente más valioso es su capital humano. De izquierda a derecha: Santiago Déniz, Ana Déniz, Natacha García, Tomás Rivero, María Talavera, Tati Nuez y Luis Galván. Quique Curbelo

Quien los haya probado lo sabe: los sándwiches de El Pizco, Los Pioneros, son el delirio. Parecen pequeñas obritas de arte con sus diferentes formas llenas de color, muy jugosos, tiernos, con pan recién hecho cada día y con ingredientes de primerísima calidad. Y cuando los muerdes, la felicidad te invade al instante... Y es que esta empresa modélica y familiar, fundada por don Tomás Rivero en 1972, orgulloso porque jamás tuvo que prescindir de ninguno de sus empleados, es también un rincón de alegría y buen ambiente, donde la gente viene a desayunar y a merendar sus deliciosos emparedados de más de 30 variedades diferentes, todos ellos riquísimos y perfectos si se acompañan con un café, infusión, refresco o zumo, pues ni en la concurrida barra ni en la terraza del local se sirve alcohol; o con un vino o cerveza si se llevan a casa, porque aquí los encargos se producen a diario para disfrutarlos en fiestas familiares -comuniones, bautizos, cumpleaños y cualquier tipo de celebración-; y también en picnics, días de playa o campo, o simplemente, para un almuerzo o cenas ligeros y suculentos.

Su carta es colorida y muy variada, con sándwiches clásicos que perduran desde los inicios, otros que se ponen de moda y sorprenden por su combinación insólita, y los emblemáticos que los clientes demandan cada día.

Pero lo mejor es que todos y cada uno están hechos dos veces al día con cariño, un ingrediente vital que nunca falta en estas joyitas de pan. Nada menos que 42 años de satisfacciones que don Tomás Rivero y su esposa Ana Déniz resumen así: "El sándwich nos ha endulzado la vida". Y cada día siguen perfeccionándose con ilusión, para que, como explica Natacha García, el relleno sea el justo, ni demasiado cargado pero tampoco falto de sustancia. El sabor manda.

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