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De Vicio

Magdala Bijoux, complementos desde Tenerife

La diseñadora tinerfeña cuyas creaciones se venden en más de sesenta establecimientos de Canarias y la Península revela sus pasiones al resguardo de los árboles de la Plaza Weyler

Magdala Bijoux. José Luis González

Dos caminos conectan aquí y ahora a Santa Cruz de Tenerife con Italia. Uno de ellos nace al pie de la fuente de mármol blanco de Carrara que preside la Plaza Weyler, un diseño neorrenacentista obra del genovés Achille Canessa. El otro lo conoce bien la diseñadora de joyería y bisutería Magdala Bijoux, que estudió en el Instituto Marangoni de Diseño, Arte y Moda de Milán.

Los senderos de la moda y la creación excavan también un túnel más o menos secreto entre Tenerife y Austria, donde están las oficinas centrales de los cristales de Swarovski, piezas que ella acostumbra a utilizar para sus creaciones junto a cordones o piedras semipreciosas.

Magdala disfruta del sol radiante y se pierde entre las flores blancas y lilas. Todo en ella parece ser un reflejo de sus pasiones en el mundo de la alta costura. "Me gusta la simplicidad de Armani, la creatividad de Alexander McQueen y el estilo de Alberta Ferreti", asegura mientras llegan al parque los ecos de la ciudad que bulle en los márgenes de este oasis urbano.

"Yo soy muy sencilla a la hora de vestir. En realidad, no hay ningún creador por el que yo me rija, aunque me encanta el diseño clásico de un Armani. Me gustan los colores neutros, aunque a veces me pongo algo más impactante, por así decirlo", explica.

A veces las marcas se ponen a sus pies. Ocurre, literalmente, con el caso de las zapatillas Munich, una casa española que pisa con creciente fuerza.

La vida también se respira, se huele: "Me gustan los perfumes, como el agua de naranja de Hermés o el bote blanco de Narciso Rodríguez". Un estallido de color y la pureza nívea para una confluencia de sinestesias.

La biografía acaba por tomar cuerpo en lo que uno hace. Las creaciones de Magdala no son ajenas a este tozudo fenómeno, y de ahí la mezcla de aires orientales y de elementos chic de parte de sus obras. "También hice unos cursos de moda en Londres y estuve siete años viviendo en Egipto", aclara, revelando parte del misterio.

Magdala no se anda por las ramas en la mesa. "Me encanta la comida de cuchara y la carne. Soy muy tradicional en esto. Uno de mis restaurantes preferidos es Casa Lina en El Sauzal", indica.

Descubrir el mundo ha sido y es uno de sus vicios confesables. "He estado en la India, China, Inglaterra, los países nórdicos, Turquía, Estados Unidos, Canadá, Grecia, Italia... Y, evidentemente, me encanta Milán, pero si tuviera que elegir un sitio predilecto serían las islas griegas", confiesa.

Sus criaturas también viajan para llegar hasta los sesenta puntos de venta distribuidos por Canarias y la Península. Los caminos siguen abiertos y cruzándose.

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