La Provincia - Diario de Las Palmas

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Travesía

Brazadas de sal

El nadador grancanario Andy Ortega ha dejado las piscinas para lanzarse al mar y especializarse en grandes distancias; actualmente entrena para atravesar ela Canal de la Mancha.

Andy Ortega. Quique Curbelo

Andy Ortega García aprendió a nadar con 3 años y tras una intensa etapa deportiva colgó el bañador a los 22 años, hasta que hace 8 años volvió a las piscinas para enseñar a nadar a su hijo. En el Club Natación Metropole se reencontró con viejos amigos y le convencieron para que volviese a nadar en categoría Máster.

A partir de ahí, como si las piletas se le hubieran quedado pequeñas, Andy Ortega comenzó a nadar en mar abierto y ahora se prepara para afrontar "el Everest de las travesías" a nado, como él mismo la define: cruzar el Canal de La Mancha, de Dover a Calais.

"Se trata de atravesar este Canal, que en línea recta es de 33 km, pero que por el efecto de las corrientes de la zona se convierten en 40 ó 50 km y que se caracteriza por sus frías aguas, sus fuertes vientos y corrientes, la presencia de medusas y por el gran tráfico marítimo que lo atraviesa", cuenta este deportista.

"Las normas de nado del Canal impuestas por la CSA son muy estrictas para garantizar que todos los nadadores que la realicen lo hagan con las mismas condiciones, por lo que no se permite el uso de neopreno ni de bañadores largos. Sólo se puede llevar bañador clásico, tipo slip, y la salida se dará con el nada-dor en la playa, con todo el cuerpo fuera del agua y la llegada igual; ha de salir a la orilla para que se pare el cronómetro", explica sobre una travesía que el nadador debe realizar en solitario, acompañado tan solo del barco de apoyo, donde va el observer encargado de certificar que se cumplen las normas y el tiempo invertido. Durante la travesía no se puede agarrar a la embarcación ni tener contacto físico con nadie, por lo que los avituallamientos se realizan con una red".

"Para mí el mar abierto representa libertad; se puede decir que las líneas del fondo de la piscina las veo como las rejas de una cárcel, en el sentido de que en la piscina es todo más predecible: si entrenas bien pues compites y haces tus mejores marcas. En el mar es todo más indeterminado", prosigue.

"De cara a prepararme para esta gesta, además de los entrenos diarios de unos 8.000 metros en pisci-na, nadando en el mar cada 15 días, he participado en varias pruebas, buscando reproducir las condicio-nes que me voy a encontrar en el Canal, que son las bajas temperatu- ras, de entre 14º y 16º, las corrientes, el nado en solitario y nocturno, etc. Hay muchos más factores que afectan a tu rendimiento. Los entrenos, por supuesto, pero también la alimentación. Cualquier entreno o travesía siempre será un reto donde debes controlar tu cuerpo y tu mente", dice el deportista grancanario que pretende lanzarse a su aventura en 2017.

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