En total propiedad. Podré compartirte, pero eres mía. Y es que nuestro amor es fruto de un flechazo, de un "verano y un para siempre". Y te soy fiel. Podré caminar con otras y por otras, podré dejarme bañar por otras, podré sentir en mi cuerpo otras, pero soy tuyo, amor mío incondicional. Y te venero: cuando en el invierno tu dorado se hace cobrizo, cuando en pleamar te haces estrecha o desapareces, cuando en verano te vuelves anfitriona y acoges y agasajas. Y te defiendo: cuando te insultan con llamarte "urbana", cuando te tildan de "popular", cuando dicen que eres de "bingueras", "de postureo", ruidosa, de niños y pelotas. Ignorantes. Envidiosos. Que te busquen en otra ciudad. Que intenten encontrar tres kilómetros como tú en otro lugar. Que abran las puertas de casa y en pocos pasos aparezca un paraíso, natural, repito natural, como lo eres tú. Deportista, familiar, elitista, de reguetón y ópera, accesible, que lo mismo acoges un Belén, una Sardina o una hoguera de San Juan. Porque eres abierta y te abres, porque tu barra no encierra, sino protege. Te paseo, recorro y no me canso de escuchar tus historias de amor, tus casas y cosas del pasado, de conocer tus personajes de piedra, tus locos y tus locas. Nuestro amor, como todos, es ciego, subjetivo, egoísta, pero me hace tanto bien como dorarme en ti por el día, andarte descalzo por la tarde, revolcarme en ti por la noche. Sabes que no son sólo palabras, que en cada viaje no puedo irme sin verte, que me visto de amargura cuando tengo que partir, que me lleno la boca diciendo que eres la mejor y que en ti yo me siento pleno. Así es nuestro amor, Las Canteras, mis Canteras, y "aunque con otros contemples la noche y de alegría hagas un derroche, nunca te olvides, sigues siendo MÍA".
