La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Gastronomía

"Hace 20 años era impensable que una reina utilizara bisutería"

Laura Luján fue pionera en añadir alta bisutería a su joyería, y su hija Alexandra decidió colgar la toga de abogada para montar una boutique

"Hace 20 años era impensable que una reina utilizara bisutería"

Laura Luján, propietaria de una de las joyerías más conocidas de Gran Canaria, tiene carisma, eso es indudable, pero lo que la mayoría de la gente no sabe es que es tremendamente divertida, con un sentido del humor que aflora también en los momentos más duros de su vida. Su hija Alexandra Marrero Luján ha heredado de su madre su talante emprendedor y su carácter alegre, y de su padre, el también empresario Armando Marrero, la serenidad y el saber ver con perspectiva cualquier dificultad.

Cómplices y amigas, su relación se ha estrechado todavía más con la llegada de la primera nieta de la familia, la pequeña Laura, que tiene a todos enamorados y que se ha convertido en el centro y la alegría de este clan ejemplar.

Quedamos a última hora de la tarde en el Hotel Seaside Palm Beach, uno de los hoteles de cinco estrellas más bonitos y exclusivos del sur grancanario. Hoy hay barbacoa, y el aire huele a brasas y a vacaciones. Nos han preparado una preciosa mesa con mantel amarillo al borde de la piscina azul turquesa y la tarde está tan agradable que dan ganas de darse un chapuzón en el agua cristalina a 25 grados.

Hemos quedado para cenar y dar buena cuenta del fabuloso buffet perfectamente decorado con los productos más frescos del mercado: pescados y carnes de primera calidad para hacer al grill, pastas frescas con salsas artesanales que los cocineros preparan al momento, especialidades del norte de Europa como las tortillitas de papa y zanahoria con salmón ahumado, compota de manzana y crema agria, y un mostrador de postres que lleva la palabra tentación escrita en cada pequeña porción de tartas preparadas expresamente en el obrador por el maestro pastelero del hotel.

El encuentro promete porque hemos venido las tres riéndonos durante el trayecto en coche desde la ciudad. "Nos hacía falta un rato de relax después de la semanita que llevamos, con algunas malas noticias de familiares que atraviesan problemas de salud", me dicen estas dos mujeres de bandera, pero ellas son de ponerle al mal tiempo buena cara, y hoy las veo especialmente radiantes y con ganas de disfrutar. Y estamos en el sitio perfecto y ante el vino perfecto: Aaret Islas Canarias, un monovarietal de forastera blanca, uva originaria de La Gomera, una variedad cuyo origen se remonta a hace cuatro siglos y que el amable camarero vestido con chaleco turquesa nos ha recomendado.

La primera carcajada surge cuando esta joyera visionaria y emprendedora confiesa: "Sé que es una pena y muy triste, pero hasta a los vinos buenísimos como Pago de Carrovejas les pongo un chorrito de Seven Up y un cubito de hielo. Yo soy famosa por eso, y muchos amigos cuando lo ven quieren matarme porque es un crimen pero, ¿qué quieres que haga si es lo que me gusta? (risas). De hecho en todos los restaurantes donde solemos ir, me tienen Seven Up light para cuando yo voy".

Aunque esta noche hay barbacoa y el buffet es self service, les pido a los amables camareros que nos traigan una selección de las especialidades más ricas para que podamos seguir charlando. "Me encanta cocinar, y mi madre es alicantina, así que te puedes imaginar cómo hace el arroz. Cuando tengo tiempo preparo platos que aprendí de ella: albóndigas, chipirones rellenos, ensaladilla rusa con langostinos, potaje de berros divino, judiones de la granja y caldo de papas, que me sale que te mueres". Ahí sí que me ha tocado la fibra, y de cocinilla a cocinilla, le pido tan personal receta. "Cuando el caldo de papas está todo guisado, le muelo aparte el cilantro, la cebollita, el pimiento y el ajo y luego se lo agrego todo al caldo, con un majado de cominos y ajo. Así te estás comiendo toda la esencia del cilantro sin tropezones, un caldo de papas verde intenso y maravilloso, con su huevito escalfado. Todas mis amigas lo hacen así".

Me encanta cómo Alexandra mira a su madre mientras habla. Una mirada de admiración y emoción en la que veo mucho amor, mucho respeto. Y cuando Laura acaba, Alexandra me cuenta que los platos que más recuerda de cuando era pequeña son las lentejas, la sopa de pollo, la ropa vieja y las albóndigas de su madre, "que hoy me pone en tuppers para que yo pueda dedicarle más tiempo a mi hija Laura", reconoce.

Y aunque los fines de semana les encanta cenar fuera en familia, los días laborables a medio día siempre comen en casa. "Así descansamos un ratito para seguir trabajando por la tarde", dicen.

La historia profesional de Laura Luján es apasionante, y no imagino un sitio más relajante para escucharla que este vergel donde nos encontramos cenando vitello tonato, chuletas de cordero a la brasa y pescadito al grill que nos han ido sirviendo, para que probemos un poco de todo este maravilloso buffet al aire libre, la opción ideal para los clientes alojados en el hotel Seaside Palm Beach en régimen de media pensión.

"Mi historia tiene orígenes humildes pero es muy bonita. Mi padre siempre tuvo supermercados, y yo iba a estudiar Biología, pero me casé muy jovencita y enseguida me quedé embarazada, así que empecé a trabajar para JSP porque en aquella época, era la única empresa que tenía guardería. De hecho yo diseñé un uniforme para embarazadas".

Su carisma y su olfato para los negocios le hicieron iniciar un camino que más tarde marcaría su vida y la de su familia. "Mi madre tenía una amiga, Fefa, que tenía una tienda en La Aldea de San Nicolás, donde vendía de todo: ropa, joyas sencillas y algunos complementos. Como yo conocía a tanta gente, me dieron una manta con joyas para que las vendiera entre mis amistades. Tuve tanto éxito que enseguida empecé a vender alta joyería, me di cuenta de que esto podía ser un camino para nosotros y me hice autónoma".

Al poco tiempo, hace más de 20 años, paseaba con su marido Armando por la calle Cano, y se enamoraron de un local que les encantó. "No lo pensamos dos veces. Montamos la joyería y fue un boom, porque fuimos los primeros en vender alta bisutería de plata junto con joyería, algo que hoy, dos décadas después, es muy común, incluso la reina Letizia o Isabel Preysler llevan bisutería de plata en muchos eventos, algo que hace 20 años era impensable".

Gracias a esa visión de futuro, a su buen gusto y a su faceta como excelente relaciones públicas y asesora de imagen, se hizo con una nutrida clientela que acudía a su joyería cada vez que tenía que hacer algún regalo. "Vivimos un momento de esplendor donde ganamos mucho dinero, así que Armando dejó su profesión y nos pusimos a trabajar juntos".

La incorporación de Alexandra fue posterior, porque previamente terminó su carrera de Derecho y desarrolló la abogacía durante una temporada antes de tomar la decisión de emprender su propio negocio familiar. "Cada día soy más feliz con ese cambio de rumbo. Trabajar en la boutique, que está al lado de la joyería, en la calle Arena, es algo que me encanta, y también me permite estar cerca de lo que más quiero: mis padres, mis hermanos y, ahora, de mi propia familia".

Compartir el artículo

stats