La Provincia - Diario de Las Palmas

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Gaviotas

Gaviotas

Caco Senante nos habló de aquellas aves de mar que tienen que vivir tierra adentro; que no se consiguen habituar del todo y añoran la costa. Yo también fui gaviota en Madrid. Viví en la capital del reino, en la ciudad de la Gran Vía que se me fue haciendo cada vez más grande y de la Puerta del Sol, que nunca fue de mi sol. No me acostumbré. Fui de esas gaviotas que buscaba en la línea del horizonte el último rayo cuando el sol se perdía dentro de las olas. Los gallegos lo llaman morriña, los especialistas "síndrome del marinero en tierra", y yo mientras buscaba el nombre de aquel sentimiento, me venció y volví al mar con el sabor de haber fracasado y la ilusión de regresar. Hay muchas gaviotas que han querido y podido seguir viviendo en la ciudad pero siguen sintiendo la llamada y la necesidad del mar. Mi gaviota Ariana vuela feliz en la cuna del diseño y la moda, pero abandona de vez en cuando el nido de Milán y viene a su playa de La Jaquita a llenar sus ojos de azul y su alma de paz. Mi gaviota Yeray vuela por La Barceloneta, pero necesita zambullirse en Punta del Hidalgo para disfrutar de sus amores y sentir que está vivo. Y mi gaviota Chema, que se crió en el mar, cuando la añoranza se hace fuerte y el cielo de Madrid lo siembra de dudas, viene a su playa de El Médano, para que se le lleve lo malo y le entre lo bueno. El mar los llena, los cura y los empuja.

Queridas gaviotas: No se sientan frustradas por querer volver al mar y no se sientan culpables por desear regresar a la ciudad. No caigan en la lucha entre los tuyos y lo nuevo; entre el confort y el riesgo; entre arena y asfalto. Empleen su energía en volar a donde quieran, cuando y cuanto quieran y recuerden, gaviotas, que el mar y las personas a las que quieren siempre les estarán esperando.

-Ángel Pérez - Igualmente Produce

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