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Gastronomía

Pedro Herrera: "Las mejores sentencias son las que se cuecen a fuego lento"

El magistrado de la Sección Primera de la Audiencia es un excelente gourmet

Pedro Herrera con Luz Cappa en el Café del Mar Meloneras. José Carlos Guerra

Divertido, familiar y andaluz por los cuatro costados, Pedro Herrera, magistrado de la Sala Primera de la Audiencia y exviceconsejero de Justicia, es también un excelente gourmet, al que sorprendemos con una cena muy especial en uno de los lugares más llamativos y especiales del sur grancanario: el Café del Mar Meloneras, donde pasar una velada inolvidable es posible gracias a su extraordinario equipo, capitaneado por Juanfi Bautista, y a su perfecta combinación entre gastronomía y espectáculo.

Nunca habíamos visto el atardecer en el Café del Mar de Meloneras, a los pies de una cascada que cambia de color e inunda de matices cromáticos un escenario que cada noche se viste de fiesta. "Merece la pena empezar un poco más temprano la cena para ver la puesta de sol, ¿verdad?", me dice el magistrado de la Sección Primera de la Audiencia, Pedro Herrera, exviceconsejero de Justicia, mi invitado de hoy y cliente habitual de este lugar único del sur grancanario.

"Por un lado, me une una buena amistad con Juanfi Bautista, gerente del prestigioso negocio, y por otro, desde el primer momento que vine a cenar aquí, el lugar, el servicio y la comida me enamoraron, literalmente, hasta el punto de que he venido tanto con amigos como con la familia, incluso mis hijas se quedaron tan encantadas que también se han convertido en clientes del Café del Mar Meloneras".

¿Hay alguna relación entre la judicatura y la gastronomía?, le pregunto, y contesta que "tanto en judicatura como en la cocina, los mejores platos son siempre los más elaborados, los que se cuecen a fuego lento. En la Justicia, las decisiones hay que cocerlas a fuego lento pero sin pausa".

La puesta de sol es absolutamente hipnótica y nos han preparado una mesa de ensueño: al lado del escenario, donde cada noche despliega sus encantos el fantástico elenco de artistas que componen un show que deja boquiabiertos a todos los clientes que vienen aquí a cenar y a tomar los cócteles más ricos y exclusivos del sur grancanario.

Se nota que en esta casa nos tienen mucho cariño, porque nada más sentarnos llega un camarero con una impresionante botella de Dom Pérignon Vintage etiqueta luminosa 2004 edición especial, que se ilumina de color verde flúor si se pulsa un botoncito que tiene en la base. Todo el mundo nos mira como si fuéramos artistas o personajes famosos porque José Carlos Guerra, nuestro fotógrafo, está haciendo la sesión de fotos para el reportaje y también porque la botella de Dom Pérignon Vintage etiqueta luminosa 2004 brilla como una luciérnaga en la bonita mesa vestida de gala.

"Vamos a terminar muy bien comidos y muy bien bebidos", me dice entre risas el magistrado, que reconoce, al igual que yo, que nunca antes habíamos bebido un champán tan exclusivo. De hecho, la carta de champán del Café del Mar Meloneras es una de sus señas de identidad, pues, junto con la de cócteles y vinos, alberga las marcas más prestigiosas y exclusivas del sector.

"Nací en Porcuna", recuerda Herrera, "un precioso municipio de Jaén que linda con Córdoba, y los niños de mi generación nos hemos criado con el aceite extra de oliva y el pan de pueblo recién sacado del horno. Por eso ahora me llama tantísimo la atención que el aceite de oliva esté presente en todas las mesas de los buenos restaurantes, porque no puedo imaginar mi infancia sin pan y un buen aceite de oliva. En Porcuna, a esa forma de comer pan con aceite le llamamos 'hoyo', porque con el dedo le hacíamos un boquetito y en ese hueco le poníamos el aceite, a veces con sal, a veces con azúcar. A mí eso me vuelve loco. Ana, mi mujer, que es muy cordobesa, siempre trae aceite de los olivos de la familia, en la zona de Baena, así que algo que jamás falta en casa es un aceite de oliva extra virgen de gran calidad".

Pedro Herrera conoció el Café del Mar Meloneras gracias a Juanfi Bautista, nuestro anfitrión en esta velada tan especial, cuya amistad les une hace años. "Cuando nos dijo que iba a montar este restaurante-chill out con espectáculo, vine con un grupo de amigos y nos quedamos encantados. Tanto el show como la comida nos dejaron boquiabiertos. Luego vine con mi mujer y mis hijas, María y Carlota, hasta el punto de que es uno de nuestros sitios fetiche en el sur, donde cenamos siempre que venimos a pasar el día o el fin de semana".

Siendo andaluz como es, a Pedro se le van los ojos al jamón de pata negra que un cortador profesional corta con precisión casi quirúrgica. "Este es uno de los restaurantes donde mejor sirven el jamón, ya sabes cómo somos los andaluces cuando se trata de un buen jamón".

Me cuenta que, cuando vino aquí por primera vez, se dio cuenta de que Gran Canaria necesitaba un sitio como el Café del Mar Meloneras, donde puedes cenar de maravilla, ver un gran espectáculo y luego quedarte a tomar una copa y disfrutar de la mágica noche sureña.

"Cuando me preguntan qué recuerdo de una cena o comida, siempre digo que es el momento, y en este entorno cualquier cena se te queda grabada", y estoy completamente de acuerdo con él.

Detenemos un momento nuestra conversación porque empieza el espectáculo y nos quedamos boquiabiertos de cómo toca la esbelta y elegante violinista, de la preciosa voz de la pareja de cantantes y de la belleza del cuerpo de baile. La cortina de agua que cae en cascada por la pared convierte el escenario en un espacio lleno de magia que va cambiando de colores, y la luna es hoy más brillante que de costumbre.

Para cenar, comenzamos con unos hermosos carabineros que invitan a mancharse las manos y a disfrutar sorbiendo los jugos de sus cabezas. Después, todo un clásico de la casa: el tartar de atún con mango y aguacate; y de segundo, compartimos una lubina al horno con una delicada salsa que nos deja el espacio justo para volvernos literalmente locos con el postre: el crep de polvito uruguayo, tan suave y ligero que desaparece del plato en un santiamén. "Hoy estoy disfrutando como un niño, y las veces que he venido con la familia he probado el rulo con queso de cabra, la carne gallega y los rollitos de cordero agridulce, que son una verdadera locura. Aquí la cocina está a la altura de los mejores restaurantes, con producto de gran calidad".

Confiesa que no es cocinillas, aunque en su familia hay una gran tradición culinaria. "Mi padre sí era un gran cocinero, pero todos esos genes se los llevó mi hermano Miguel Ángel, que sigue dándonos alegrías a toda la familia con sus recetas. Lo que sí soy es un comensal muy agradecido". Y nos echamos unas risas con una de sus muchas ocurrencias: un menú jurídico-judicial a base de fritura de leyes dispersas; ensalada de sentencias variopintas, estofado con criterio jurisprudencial, macedonia de trámites afrutados, y café, copa y puro sentido común.

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