Con la llegada del otoño, miramos con nostalgia al verano recordando cada lugar y experiencia disfrutados. Muchos habrán ido a lugares exóticos, otros a destinos clásicos y según las estadísticas muchos otros, impulsados por el éxito del abaratamiento de los traslados entre islas, han aprovechado para descubrir el resto de nuestro archipiélago.
Así le sucedió a un matrimonio de la Isla Bonita, La Palma, que visitaba Agaete, donde coincidimos en sus fiestas. Asombrados, me comentaban cómo este pueblo del norte de Gran Canaria tenía mucha similitud con algunas islas griegas del archipiélago de las Cícladas, las cuales habían visitado en un crucero el año pasado. Le comenté que era mi destino preferido en verano y, siendo honesto, me agradó mucho que se valorara una de nuestra joyas turísticas por quienes tienen una isla más que bonita, yo diría que preciosa.
Les comenté que era una pena que no se le sacara más partido al destino y que sin duda, siendo un pueblo con los recursos muy limitados, hacían lo que estaba en sus manos pero compartía con ellos la opinión de la proyección tan grande que tiene nuestra querida Agaete.
