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La bodega que duerme en el Atlántico

A 18 metros de profundidad y mecidas por el océano, 5.000 botellas de cava reposan en el lecho marino de Arico; los caldos envejecidos en el mar son cada vez más demandados por los paladares exquisitos

La bodega que duerme en el Atlántico

Las corrientes marinas mecen desde hace más de dos años alrededor de 5.000 botellas de cava en la costa de Arico, en Tenerife.

A una profundidad de unos dieciocho metros, la Bodega Submarina de Canarias proporciona unas condiciones de luz, humedad, temperatura, presión y gravedad imposibles de conseguir por encima del nivel del mar, lo que se traduce en que dicha técnica ha convertido estos vinos en un objeto de deseo codiciado por sibaritas y gourmets de todo el planeta, que incluso los adquieren bajo reserva antes de que empiece el proceso de envejecimiento.

Los buenos resultados obtenidos por otras bodegas similares en territorio peninsular y en el extranjero han provocado un aumento de la demanda de vinos envejecidos y controlados en el fondo del mar, contribuyendo a la creación de un mercado nuevo que combina turismo de buceo y enológico.

Aunque en Canarias ya han tenido lugar otras experiencias relacionadas con el envejecimiento de vino en el fondo del océano, ninguna ofrece la seguridad y garantías de Bodega Submarina de Canarias, pues esos proyectos suelen limitarse a distribuir las botellas por el lecho marino sin protección, con los riesgos que esta práctica conlleva, no llegando más lejos de ser una experiencia. Por el contrario, esta propuesta conserva las botellas bajo llave y protegidas por el hormigón de posibles inclemencias del océano. Esta iniciativa constituye una nueva salida comercial para los bodegueros de Canarias.

El módulo principal de la Bodega Submarina de Canarias ha sido diseñado y construido con hormigón marino, vibrado y pretensado con un esqueleto de acero creado para resistir las peores mareas. Esto supone una garantía de seguridad para las botellas de vino que alberga en su interior. En ambos frentes, el módulo cuenta con dos grandes rejas que, además de servir como entrada, cumplen la función de dejar paso a las corrientes marinas, aportando una temperatura constante, la circulación permanente del agua y la creación de un ecosistema en su interior y exterior. "A la hora de fabricar el módulo no han utilizado ningún material contaminante, ya que nuestro objetivo es que la estructura, a medida que pase el tiempo, se vaya transformando en un arrecife artificial, generador de vida y un atractivo para el turismo de buceo y enológico", añaden los responsables de la Bodega Submarina de Canarias.

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