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Dibujar desde la conciencia

El artista grancanario Ayoze Jiménez Villalba inaugura esta tarde la muestra 'El profeta está de viaje', a las 20.30 horas, en la Galería Saro León

Ayoze Jiménez, en la Galería Saro León. JUAN CARLOS CASTRO

Entre su taller de pintura y los murales urbanos a golpe de aerosol, el artista Ayoze Jiménez registra las deficiencias sociales y las desidias del ser humano y las convierte en arte. Así nace la muestra pictórica El profeta está de viaje, que el artista grancanario, afincado en Tenerife, inaugura esta tarde, a las 20.30 horas, en la Galería Saro León, y que podrá contemplarse hasta el próximo 13 de marzo.

Con un gran talento para el dibujo y un estilo figurativo que se diluye en la ironía y el ingenio, la serie que exhibe Jiménez arremete contra fenómenos sociales como el materialismo, el mercantilismo, la pérdida de la inocencia o la "cultura basura" con que nos adormecen los medios. Pero como la responsabilidad social nace del compromiso personal, Jiménez filtra este mosaico de realidades a través de su lectura más crítica y personal. "Cuando empiezas a elucubrar sobre el arte, tiendes a pensar en la magnificencia, pero el arte es un trabajo de introspección", afirma el artista. "Esta exposición habla de las carencias en lo que respecta a nuestras creencias como sociedad", señala Ayoze Jiménez, "el objetivo de mis mensajes es reestructurar los pilares de la conciencia del propio individuo, pero lo hago desde un afán de confrontarme conmigo mismo", añade el artista, para quien "toda lucha sobre el ser es dual: siempre lucho conmigo mismo para mejorar mi conducta".

Bajo este concepto de dualidad, Jiménez refleja a sus múltiples álter ego con distintas reacciones y ocultos bajo máscaras de animales. El resultado en una serie de dibujos críticos y de pinturas que rinden homenaje al lenguaje del graffiti, pero a los que subyace un anhelo común de remover conciencias. "Estas pinturas muestran representaciones de conflictos personales y sociales a través de un lenguaje que para mí es usual, que es pintar en la calle", explica Jiménez. Al fin y al cabo, la trayectoria del artista se inició en el universo del arte urbano y, desde hace más de diez años, desplazó el resto de sus vertientes artísticas para centrarse en la pintura y el trabajo mural, que hoy le permiten "sobrevivir, más que vivir, de ello".

Después de distintas exposiciones colectivas en Tenerife, El profeta está de viaje constituye su primera muestra individual, que comenzó a fraguarse el pasado 2012 bajo la sensación de que "la sociedad ha llegado a olvidarse de las personas". "Gastamos más en infraestructuras que en colegios, y se nos considera cifras antes que personas" sentencia. Tras obtener ese año el Premio Regional de Artes Plásticas Manolo Millares, Jiménez invirtió la dote económica en el ingente material que dio a luz a esta muestra, donde se mira a un tiempo hacia dentro y hacia su entorno para luego traducirlo en su obra. "Me gusta la pintura mural tanto como el graffiti y el trabajo de taller, donde intento madurar todas esas sensaciones, como son pintar con rodillo o con spray, el chorreo continuo o el efecto visual que deja la impronta de hacer cosas en la calle", añade. En este ejercicio artístico, sus pinturas destilan mensajes directos como Soy crítico y te doy la espalda o Tu mitin me mata de risa; series de acciones críticas en clave de animación y algunos tintes de Bansky o, en un plano más metafórico, figuras como El rayador, El tapador o El vigilante, que muestran el reverso peligroso de algunas situaciones cotidianas. Precisamente, El vigilante da la bienvenida a la sala de la galería y refleja a un niño castigado ante una inmensa pizarra, donde "el vigilante" le obliga a repetir una palabra hasta la extenuación. "Al ver esta escena, te das cuenta de que se trata de un ejercicio de sometimiento", observa Jiménez, "a la tercera palabra, el niño ya no piensa en la palabra, porque es un ejercicio de sobresocialización donde se te intenta inculcar que siempre habrá alguien por encima de ti, y que te da órdenes que debes obedecer".

"Casi todos los ejercicios hacen referencia a una condena personal porque todos estamos condenados, todos nos machacamos continuamente", explica Jiménez, "entramos en conflicto con nosotros mismos, competimos con nosotros mismos y ahí surge la dualidad, donde lo difícil es encontrar un consenso, pero lo más importante es sentirte satisfecho contigo mismo al final del día".

Para el artista, este camino hacia la libertad, que canaliza a través del lenguaje artístico, se alcanza mediante el mismo método que emplea al enfrentarse a la pintura. "Tenemos que desestimar muchas cosas innecesarias, desestructurar el pensamiento que predomina en la sociedad y las imágenes basura que nos meten en la cabeza", señala, "lo único que hago en esta obra es formatear mi disco duro y destruir las ideas ajenas para construir algo desde mi propio aprendizaje, y a medida que trabajo, la idea madura y llego a una conclusión personal de cada cosa."

A partir de esta tarde, Jiménez expone su proyecto ante el público, en medio de un panorama árido donde "la sociedad ha desestimado el trabajo del artesano". "Pero yo creo que, con el tiempo, eso va a cambiar", afirma desde el optimismo. "Sentía que necesitaba mostrar ya mi obra para ver si la gente conectaba porque, si pintas, es para poder compartir ese feeling", concluye, y cita un extracto de Siddhartha de Herman Hesse, que resume las motivaciones de su amor por el arte: "Siddhartha tenía un fin, una meta única: deseaba quedarse vacío, sin sed, sin deseos, sin sueños, sin alegría ni penas. [...] Cuando todo el yo se encontrase vencido y muerto, cuando se callasen todos los vicios y todos los impulsos en su corazón, entonces tendría que despertar lo último, lo más íntimo del ser, lo que ya no es el yo, sino el gran secreto".

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