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La vida es multiplicar

La editorial Blackie Books publica 'La poesía de los números', del escritor inglés y prodigio de las matemáticas Daniel Tammet

La vida es multiplicar

Envidio sinceramente al lector o lectora que aún no haya leído a Daniel Tammet y vaya a tener la suerte de hacerlo por primera vez gracias a Blackie Books. La editorial catalana acaba de publicar su libro La poesía de los números, en el que Tammet narra en veinticinco breves ensayos cómo las matemáticas iluminaron su vida. El salto a la fama de Tammet se produjo en 2006, cuando publicó su libro de memorias Nacido en un día azul (hay edición española en Sirio), donde contó que sufría el síndrome del genio autista, una rara afección que le confiere facultades mentales inimaginables: es capaz de realizar complicadas operaciones matemáticas con la velocidad de una calculadora, así como de memorizar 22.514 decimales del número Pi, es decir, 3.14 (al ser un número irracional su valor no puede calcularse con total precisión, siempre habrá otro decimal después del último calculado), hazaña que le valió inscribir su nombre en el Libro Guinnes de los récords.

En Nacido en un día azul, Tammet daba cuenta de los avatares de su infancia, encerrado la mayor parte del tiempo es su cuarto, aislado por ser diferente (todavía no había descubierto su homosexualidad, otra fuente de exclusión social), con el único consuelo de los números: "Los números son mis amigos y siempre han estado cerca de mí. Cada uno de ellos es único y cuenta con su propia personalidad. El 11 es simpático y el 5 es chillón, mientras que el 4 es tímido y tranquilo. Es mi número favorito, me recuerda a mí mismo. Algunos son grandes: 23, 667, 1179, mientras que otros son pequeños: 6, 13, 581. Algunos son preciosos, como 333, y otros feos, como 289. Para mí, cada número es especial".

Al contrario que Tammet, cuando alguien me habla de números, conjuntos y subconjuntos o tablas de multiplicar, levanto las manos, me rindo, dejo la pistola en el suelo como hubiera hecho John Wayne en un caso semejante. Sin embargo, tengo que decir que La poesía de los números me ha conquistado el corazón como ningún libro de matemáticas lo había hecho hasta ahora. El subtítulo de este libro, "Cómo las matemáticas iluminan mi vida", es certero. Se trata, en efecto, de una iluminación, en mi caso, de una revelación. No parece pretender mucho más que hacernos perder el miedo a los números, al igual que algunos lo tienen a la poesía: "Hay mucha gente que cree que la poesía son todo nubes y florecitas, sin relación real con el mundo que nos rodea. Y tienen razón, pero al mismo tiempo se equivocan. Las nubes y las florecitas están presentes en la poesía, pero solo porque las tormentas y las flores existen también en el mundo real. Lo cierto es que un poema puede versar sobre cualquier cosa. También sobre números".

Una de las razones utilizadas para certificar la insoportable pesadez de las matemáticas ha sido la imposibilidad de encontrar argumentos nuevos con que vencerla. Tammet lo consigue sin esfuerzo en La poesía de los números en el que engarza tablas de multiplicar con su vida personal, en un estilo confesional y un tono entrañable que atrapa al lector: "Fuera hace frío, mucho frío. Diez bajo cero, más o menos. Salgo a la calle con el abrigo abrochado hasta la barbilla y los pies enfundados en pesadas botas de goma. [...] La nieve cae y llega al suelo y forma farolas de nieve, árboles de nieve, coches de nieve, hombres de nieve. ¿Cómo sería un mundo sin nieve? No soy capaz de imaginar un lugar semejante. Sería como un mundo sin números. Cada copo de nieve, tan único como cualquier número, nos revela algo sobre la complejidad. Quizá por eso no nos cansamos nunca de admirarlos".

Hay un verso del poeta Félix Grande que dice algo así como "Donde fuiste feliz no deberías volver...". Tammet, sin embargo, lo contradice, porque este libro sugerente, hermoso, poético, se inicia con la vuelta al suburbio londinense de su infancia (en la actualidad Tammet vive en París con su pareja, el fotógrafo Jérôme Tabet), en el que casi nunca pasaba nada, para decirnos que en el folclore local su familia, compuesta de cinco hermanas y tres hermanos, no pasaba desapercibida: "Anulados como individuos, mis hermanas, mis hermanos y yo existíamos solo en tanto que número. No podíamos escapar de nuestra condición cuantitativa, que nos precedía dondequiera que fuéramos". Atesoren este libro. Uno cierra sus páginas como una ostra enamorada de su perla.

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