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LITERATURA

Las cuartillas de 'Fortunata y Jacinta'

El profesor e investigador tinerfeño Álvaro Santana Acuña estudia el manuscrito original de la obra maestra de Benito Pérez Galdós en la Universidad de Harvard

Imagen de la caja seis del Manuscrito Beta, en la Houghton Library de la Universidad de Harvard. LA PROVINCIA / DLP

"Si Juanito Santa Cruz no hubiera hecho aquella visita, esta historia no se habría escrito", escribió Galdós, "se hubiera escrito otra, eso sí, porque por doquiera que el hombre vaya lleva consigo su novela; pero ésta no". Este fragmento pertenece a la novela Fortunata y Jacinta, una de las grandes obras maestras que firma el escritor grancanario. Narra la historia de dos mujeres casadas, una bella y primitiva, y la otra "un ángel de la sociedad", a quienes une el amor ponzoñoso hacia Juanito Santa Cruz, bajo el símbolo de la atribulada ciudad de Madrid en el ocaso del siglo XIX.

El manuscrito original de este clásico galdosiano, escrito entre 1885 y 1887, reside en la Houghton Library de la Universidad de Harvard desde hace alrededor de 50 años. El historiador, investigador y sociólogo tinerfeño Álvaro Santana Acuña, que ejerce como profesor en el departamento de Sociología de esta prestigiosa Universidad, estudia desde hace meses el manuscrito - autógrafo de Galdós para un proyecto de investigación en curso sobre cómo las grandes obras literarias se convierten en clásicos. "El estudio está enfocado a partir de la novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, pero Fortunata y Jacinta es otra gran novela clásica española que he querido incorporar a la investigación", señala Santana, para quien el descubrimiento del original galdosiano en Harvard supuso "una sorpresa mayúscula". "La primera vez que uno se sienta frente al manuscrito se te ponen los pelos de punta, porque estás tocando el papel sobre el cual el propio Benito Pérez Galdós escribió su obra", revela Santana.

El manuscrito original de esta novela intensa y monumental está ordenado en ocho cajas pero se escinde, en realidad, en dos manuscritos: el alfa y el beta, según relata el historiador. El primer manuscrito, que se asemeja más a un esbozo o brainstorming de ideas nacientes, consta de 832 cuartillas, mientras que el manuscrito beta, que es la versión definitiva, engloba 3.095 cuartillas. "Galdós comenzó a trabajar el segundo manuscrito con el primero a la vista, porque utilizó el mismo papel; hay páginas que tienen por delante el manuscrito beta y, por detrás, aparece tachado con lápiz azul o rojo el manuscrito alfa", relata Santana. "Es muy interesante para entender cómo Galdós escribió la obra".

El trabajo de distinguir los primeros hilos de las últimas puntadas de Fortunata y Jacinta exige reconstruir meticulosamente la novela para disociar ambos manuscritos. "Las 832 cuartillas del primer manuscrito están totalmente repartidas y mezcladas con las 3.095 cuartillas del segundo, así que para reconstruir el primero tienes que desordenar todas las cuartillas del manuscrito definitivo y contrastar", explica. "Es un proceso muy bonito que brinda el manuscrito de Fortunata y Jacinta y que hoy se pierde con la manera actual de escribir novelas, porque los cambios tecnológicos influyen en los movimientos literarios y en la manera de escribir literatura".

La confrontación entre ambos manuscritos permite identificar "los pasajes que Galdós escribió de corrido" y "otros en los que batalló un poco más, como ilustra la disposición de su escritura", revela Santana. Sin embargo, resulta todavía más interesante reconocer algunas de las más curiosas variaciones entre los bocetos de algunas escenas y su remate final. Una de las curiosidades más significativas es la inversión del mismo título de la novela, que en principio iba a denominarse Jacinta y Fortunata. "Una de las razones por las que Galdós lo invertiría de manera definitiva es porque, en el primer manuscrito, Jacinta mantiene una relación más protectora hacia Fortunata mientras que, en la segunda versión, la definitiva, se convierten en rivales. Y ahí se ve que Fortunata gana más fuerza como personaje dramático", explica.

Entre otros cambios que revisten importancia en la trama, destaca la descripción de Jacinta en la versión alfa como una mujer muy hermosa, que, en la versión posterior, Galdós se limita a reseñar como mona. "El hecho de que Jacinta fuera más hermosa podría entrar en conflicto con presentar a Fortunata como una mujer también muy bella, dado que Juanito Santa Cruz, el marido de Jacinta, se enamorada perdidamente de Fortunata antes de casarse con Jacinta, y esta trama atraviesa toda la novela", indica el investigador. También destaca que, en su primera versión, Galdós incluye referencias claras a que Fortunata, tras ser abandonada por Juanito Santa Cruz por vez primera, cae en la prostitución y, además, mantiene una relación incestuosa con su tío carnal. Pero este último aspecto desaparece en el manuscrito beta, donde las referencias a la prostitución son apenas indirectas.

Para ilustrar estas leves variaciones que, en primera instancia, inciden en la trama, esta es la descripción de Jacinta en el manuscrito alfa: "Jacinta era de estatura mediana, tipo finísimo, notable el rostro por el color y la transparencia porcelanosa así como por la belleza de sus facciones. La esbeltez de su talle era más que apreciable cuando se comparaba lo delicado de la cintura con el bulto que hacían otras partes de su cuerpo. Un estético la habría creído mal compartida de carnes y un malicioso la habría sospechado que aumentaba algunas partes de su cuerpo con aplicaciones artificiales". Por su parte, el manuscrito beta y versión definitiva del citado párrafo dice así (con cursiva incluida): "Jacinta era de estatura mediana, con más gracia que belleza, lo que se llama en lenguaje corriente una mujer mona. Su tez finísima y sus ojos que despedían alegría y sentimiento componían un rostro sumamente agradable. Y hablando, sus atractivos eran mayores que cuando estaba callada, a causa de la movilidad de su rostro y de la expresión variadísima que sabía poner en él."

Resulta inevitable preguntar si la versión final mejora definitivamente el primer borrador. "Sin duda", responde Santana.

Recorrido

El recorrido por los originales de Galdós no es sólo un viaje por las costuras de una obra en construcción, sino también por los tiempos muertos e intervalos de descanso en que Galdós se distraía o recapitulaba. O así parece desprenderse de los pequeños dibujos u operaciones matemáticas que salpican los márgenes de los manuscritos alfa y beta de Fortunata y Jacinta. Para Santana, se trata de "un aspecto fascinante del manuscrito-autógrafo de Galdós". "El poder evocarlo frente a su escritorio en ese momento en que se detenía y se ponía a hacer cuentas o dibujos, y que ha quedado reflejado en las páginas", reflexiona.

Su hipótesis es que podrían tratarse de cálculos de las cifras de ventas de sus libros, puesto que la fecha coincide con ese período de 15 o 20 años en que Galdós se desempeñó también como editor con el sello Obras de Benito Pérez Galdós, cuando también estuvo al frente de la venta de sus libros. En este sentido, Santana afirma que "el ángulo que le proporcionaría a un posible estudio específico sobre Fortunata y Jacinta es su proceso creativo y cómo ha cambiado la manera de escribir novelas", explica el investigador, quien también tuvo la oportunidad de cotejar los manuscritos originales de otra obra cumbre de la literatura universal, Madame Bovary, del puño y letra de Gustave Flaubert.

"Cuando pasamos a la máquina de escribir asistimos a un proceso literario completamente distinto, porque los movimientos literarios también están ligados a los medios tecnológicos disponibles", indica Santana. "En el siglo XX, Borges, Faulkner o García Márquez fueron autores que escribían en limpio; arrancaban la página, la tiraban y volvían a empezar, o hacían las correcciones sobre el texto a máquina", explica. "Galdós escribía una frase o párrafo, tachaba y volvía a escribir, y eso te permite ver sus cambios y cómo se relacionaba físicamente con la escritura, que es algo que ya se ha perdido con la escritura a máquina y, ahora, con el ordenador".

Precisamente en materia de historia, más allá de una trama de enredos y desdichas amorosas, Fortunata y Jacinta es un retrato literario y político de la España de la Restauración. Una crítica inexorable y certera a la hipocresía, los atrasos y prejuicios de muchos habitantes de aquel Madrid, esa ciudad que Galdós dibujaba "como un personaje más que condiciona la vida de los otros personajes". "Galdós es un auténtico maestro en insertar la vida de los personajes en el contexto histórico que está ocurriendo", señala Santana, que también incorpora esta perspectiva histórica a su investigación. "Trabajo de manera amplia el hecho de que la novela es un producto histórico muy reciente, y entiendo que la novela del siglo XIX, con autores como Balzac, Zola, Dickens o Galdós, no trata sólo de ficcionalizar la realidad, sino de explicarla, porque sus autores entienden que la novela tiene la misma capacidad para explicar el mundo que nos rodea como pueden tenerla la historia o la sociología", indica. "Este es otro aspecto que trabajo en Fortunata y Jacinta, donde trato de entrar en la mente de los personajes para explicar, por ejemplo, cómo alguien como Fortunata cae en esa situación y cómo, en cambio, Jacinta tiene una trayectoria distinta".

En este sentido, Galdós es un escritor muy interesante puesto que "se le denomina como realista, pero en su obra hay mucho del naturalismo francés, cuyos autores entienden que nuestra trayectoria personal no siempre responde a nuestra individualidad, sino a nuestra herencia, al entorno natural y a la sociedad en que vivimos". Como las obras de Balzac, Galdós alumbra en Fortunata y Jacinta un clásico colosal, mastodóntico, con un complejo mosaico de tramas que son cuatro novelas en una y que duplica el tamaño de Guerra y paz, de Tolstói. Pero para Galdós, "la única manera de que la novela capte hasta el último y más profundo detalle de la vida de los personajes en el Madrid del siglo XIX, y cómo su medio social y natural constriñe y determina sus vidas, es escribiendo en extenso", apunta Santana.

Ahora bien, la condición que convierte a Fortunata y Jacinta en una obra clásica es "que al leerla parece que, realmente, nada ha cambiado en Madrid y que la España que describe Galdós; donde reinan las envidias y el amiguismo en personajes como Plácido Estupiñá, que defrauda a Hacienda, habla mucho y trabaja poco; es también la España del presente".

Esta inmortalidad de Fortunata y Jacinta, una novela del siglo XIX pero también de nuestro tiempo, la sitúa en la categoría reverencial de los clásicos, porque Galdós la dota de esa cualidad mágica de los clásicos de "hacer sentir que lo que nos está relatando es algo que aún pertenece a nuestra época".

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