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cómic

Afganistán sin Al Qaeda

'El fotógrafo' es un experimento único que mezcla ilustración con fotografía y que Astiberri publica en una edición integral

Una de las viñetas de 'El fotógrafo'. LP / DLP

El creciente número de periodistas que entregan sus reportajes a dibujantes para que hagan su versión de los mismos, ha dado lugar al nacimiento del cómic periodístico. Un elemento clave en esta fusión fueron los tres tomos publicados en Francia entre 2003 y 2006 titulados El fotógrafo y que la editorial Astiberri edita ahora en un volumen integral. La obra está firmada por Emmanuel Guibert como dibujante y guionista, Frédéric Lemercier en la labor de coloreado y maquetación, y el fotoperiodista Didier Lefèvre con su relato de ida y vuelta a Afganistán.

El reportero viajó al país ubicado en el corazón de Asia entre julio y noviembre de 1986, acompañando a una delegación de Médicos Sin Fronteras y realizando por el camino un montón de fotografías a la vez que escribía una especie de diario. El resultado es un experimento tan arriesgado e irrepetible que aún no ha aparecido otro título que combine deuna forma semejante ambas artes.

La utilización de la foto en un cómic aporta una verosimilitud insospechada a la historia haciéndola más real, mostrando al lector que lo que ve es un hecho que el protagonista vivió directamente. Y el dibujo, a su vez, otorga una continuidad narrativa a las fotos al suplir los espacios vacíos que quedaron entre ellas. Pero el protagonista principal de esta obra es el pueblo afgano, que por aquel entonces libraba una lucha de proporciones épicas al enfrentarse contra la invasión soviética de su país, y que recordaba al duelo entre el joven David, armado sólo con una honda, y el gigante Goliat, al cual venció contra todo pronóstico.

Este pueblo es descrito como noble, generoso, esforzado, heroico, pero también marrullero, explotador e ignorante. Se trata de una visión que recoge lo bueno y lo malo, porque sólo trata de mostrar esa verdad compuesta de varias facetas, por encima de cualquier maniqueísmo. Lefèvre se enfrentó al miedo, la soledad, el cansancio, el hambre, la enfermedad e incluso la muerte. Su encuentro con la parca es uno de los momentos más intensos de la obra, en los que el guion casi desaparece dejando que las imágenes hablen por sí mismas. El dibujo de Guibert no busca reproducir pequeños detalles, sino que se reduce a lo fundamental. Los colores de Lemerciel son terrosos, ocres, oscuros, no plasman paisajes bucólicos sino la fuerza de los horizontes agrestes.

Como muestra de la naturaleza imprevisible de la muerte, valga citar que tras viajar siete veces más a Afganistán, Lefèvre falleció de un infarto en su cómoda casa de la población francesa de Morangis, justo un año después de terminar de publicarse El fotógrafo, cuando apenas tenía 49 años.

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