La Provincia - Diario de Las Palmas

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Un viaje fascinante

Una prosa hibrida sobre dos lugares del mundo actual que marcan el rumbo de la economía y la información: Nueva York y China

Toni Montesinos realiza en Los tres dioses chinos un fascinante viaje a Pekín, Xian y Shanghái, desde Nueva York y hasta Hong Kong. ¿Por qué esa travesía? "Hay dos lugares en el mundo actual que marcan el rumbo de los elementos más poderosos -la información, la economía- de la sociedad moderna: Nueva York y China. Nosotros miramos a izquierda y derecha, y ahí los tenemos, lejísimos y espantosamente cerca, pues quién no ha estado en la Gran Manzana aunque no haya salido de sus cuatro paredes, quién no vive a diario entre chinos, productos y seres humanos. Tal es la cercanía, lo que sabemos de lugares remotos, que viajar se ha convertido en verdad en una forma no de conocer sino de constatar lo ya sabido".

Este "diario-ensayo-memorias-crónica viajera" nació bajo un "pretexto típicamente turístico pero que se convirtió en materia de ensoñación y lenguaje, en prosa híbrida, impudorosa, confesional, a la busca de lo que es uno, de cómo mira uno y lo que tales cosas significan para los recuerdos y los sentimientos propios".

El viaje empieza tras pasar unos días en Nueva York, ciudad que también tiene un peso considerable en el libro, "y recrea desde la mera experiencia de trasladarse cogiendo al final doce aviones, hasta lo que destila cada monumento religioso, de carácter budista, en feroz contraste con lo más palpable de China: el afán consumista".

Ironiza el autor sobre por qué a la ciudad de Pekín de repente "le cambiaron el nombre en los medios de comunicación, en un gesto esnob gratuito, para denominarla Beijing. Hablo de los templos, de los jardines, me subo a la Gran Muralla China, en verdad 'el mayor cementerio del mundo', pues es escalofriante el número de esclavos que trabajaron y murieron construyéndola". Mención aparte merece "Xian, sobre todo con los Guerreros de Terracota, una de las cosas más impresionantes que se pueden disfrutar en un viaje turístico". Inolvidable fue "el paseo nocturno en barco por Shanghái, que llamo una 'Blade Runner' oriental; es de esas postales que uno guarda por la hermosura de la noche y las luces, el agua y el sky line de la ciudad. El libro se cierra con unas páginas dedicadas a Hong Kong, esa China que no es China (un país, dos sistemas), sofisticada, rabiosamente comercial. Los tres guías que me ayudaron a conocer mejor el país tienen una presencia destacada. No en balde, eran la voz directa, en un español impecable, de un sitio inabarcable, tanto por su historia como por sus dimensiones. Por eso mi libro tiene la huella de lo dicho alrededor, de nuestros movimientos y reacciones; un libro viajero ha de 'moverse', creo que ha de transmitir la sensación de descubrimiento constante, de asombro instantáneo".

Su libro es un cóctel "donde el yo que viaja emerge para acoger al interior, donde el yo se recuerda y se analiza, y por ello surgen disquisiciones muy personales, sobre el hecho de estar enamorado, de ser padre, de vivir en la dicha tras tiempos aciagos, de lo que será morir; es un libro de sentimientos, asuntos culturales, reflexiones literarias, autobiografía de lo intelectual y de lo sensible". Así entiende el género de la crónica, como "una prosa palpitante, ávida de honestidad y que refleje el caudal de pensamientos y emociones que nos embargan en el caminar y observar".

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