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CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS

Armas de mujer

Frances Clalin, mujer soldado en la guerra civil americana. LP / DLP

El primer programa de carácter cultural en la historia de la televisión española se llamó Tengo un libro en las manos, y se emitió entre 1959 y 1966. Mi madre, que debió verlo mientras me llevaba en su vientre, dice que, cada vez que nos vemos, tengo un libro en las manos. Pues bien, tengo un libro en las manos del que quiero hablarles. El libro es Neverhome, publicado por Blackie Books, y está escrito por Laird Hunt, un escritor americano del que aún me tintinean en la cabeza algunos pasajes de su novela anterior, La benévola: "Una vez conocí a un hombre en Indianápolis que decía que cuando tenías una cosa dura en la cabeza debías rascar por aquí y rascar por allá y luego hundir los dedos en ella y tirar. Esa cosa dura en mi cabeza está también en mis brazos y mis codos y las yemas de mis dedos y mis tobillos ¿y cómo se quita uno algo así?".

Al igual que La benévola, Neverhome es una novela histórica que no es puramente histórica, es decir, que no se aleja en el tiempo, sino que se lee como si se acabara de escribir. Su prosa sorprende por su frescura, por la naturalidad con la que discurre. En Neverhome, a través del relato que la protagonista femenina hace de su incursión en la guerra civil americana, Hunt personaliza una narratividad en la que lo insólito (una mujer que se disfraza de hombre para luchar contra la esclavitud) cursa con naturalidad: "Como yo era fuerte y él no, fui yo a la guerra para defender la República. [...] Me presenté como Ash Thompson, llegado de Darke County".

Ash Thompson se llama en realidad Constance, y es una del medio millar de mujeres que durante la guerra de Secesión americana, que tuvo lugar durante 1861 y 1865, se disfrazaron de hombres para luchar en uno de los dos bandos enfrentados: uno industrial/abolicionista (Norte) y otro agrario/esclavista (Sur). Hasta ahora teníamos pocas pruebas de su existencia. Como escribió Martin Amis en La guerra contra el cliché: "La única prueba que tenemos de Shakespeare, aparte de su obra literaria, es el retrato de un hombre con pinta de tontaina". De estas mujeres ni siquiera disponíamos de un retrato así. Gracias a Hunt ahora no sólo disponemos de un retrato único, sino también de su propia experiencia como soldados: "Quería coger entre mis brazos la cabeza del hombre muerto y acunarla, pero no lo hice y supe que también debía aprender a reprimir ideas como esa".

Tomada bajo el prisma clásico de que la ficción histórica sirve como maestra de la vida y testigo de los tiempos (Cicerón), podría pensarse que Neverhome sirve para ilustrar el desconcierto de los individuos en momentos difíciles. Y así puede leerse, pues nuestra época conoce tales transformaciones sociales, políticas y de mentalidad que resulta coherente descubrir similitud entre nuestro presente y el pasado novelesco. En fin, que recomiendo que lean este soberbio libro de Hunt que parece directamente emparentado con las palabras de William Faulkner en Mientras agonizo: "Ahora soy alguien en vuestras vidas secretas y egoístas, soy quien ha marcado para siempre vuestra sangre con la mía".

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