El noveno arte ha sabido reflejar en muy contadas ocasiones la conquista española de América de una forma convincente. El choque de civilizaciones más importante de la historia ha sido un filón para algunos autores ávidos en relatos que mezclan los mitos de la civilizaciones precolombinas, las costumbres más exóticas y la exuberancia de las junglas tropicales.
El ejemplo más sobresaliente ha sido, sin duda, Quetzalcóatl, la obra maestra del extraordinario historietista belga Jean-Yves Mitton que aborda la colonización del México azteca a través del personaje de La Maliche, que fuera amante de Hernán Cortés y Moctezuma. También habría que destacar los Relatos del nuevo mundo del gran Palacios con una minuciosa descripción de los viajes de Colón al continente. O la reciente obra de Alfonso Zapico sobre el descubrimiento del Pacífico por Vasco Núñez de Balboa. En un terreno más vanguardista, pero no menos interesante, se encuentra Mattoti con la epopeya de Caboto hacia lo que ha sido Argentina por los ríos del Uruguay y la Plata.
Sin embargo, el último eslabón de esta lista de títulos ha sido Conquistador que, aunque a veces se adentra por el terreno de la fantasía y el terror, tiene todos los elementos del mejor cómic centroeuropeo. No obstante, el guión está firmado, nada menos, que por el prolífico Jean Dufoux, que sitúa la acción en 1520, cuando Hernán Cortés y sus hombres se encuentran en los dominios de Moctezuma. Los españoles son recibido como auténticos dioses, pero despiertan los recelos de la casta de los sacerdotes que ven en ellos una amenaza para su poder. Cortés ansía el oro de los Aztecas, pero no solo debe hacer frente al estamento religioso, sino también a los enviados de los reyes de España que pretenden detenerlo por traicionar a la corona. Así, tanto la intervención del Sumo Sacerdote Oczu como la de un contingente al mando del capitán De Narváez detienen su propósito de conquistar México. Al final, un grupo de cinco valientes tendrá que hacerse con el ansiado botín. El guionista francés introduce aquí un personaje curioso como la capitana Catalina Guerrero, una mujer despiadada que ha llegado a ese grado militar tras tomar las decisiones más expeditivas durante la conquista.
El dibujante Philippe Xavier sabe reflejar la atmósfera opresiva e inquietante del relato, con un predominio de los colores oscuros, y con un trabajo minucioso en la recreación de la ciudades aztecas que hacen gala de una arquitectura realmente extraordinaria. Una obra brillante, austera, que se lee de forma inmediata y, lo mejor, que huye de maniqueísmo que caracteriza a estas producciones.
