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Compañía de Teatro de los Andes: "Somos una especie de emigrantes, actores que emigran "

"Partíamos de una necesidad real, queríamos anclar lo folclórico y lo superficial en la realidad", afirman los artistas

Compañía de Teatro de los Andes: "Somos una especie de emigrantes, actores que emigran "

César Brie, antiguo director de la compañía, explica en un texto suyo que se alejó del teatro político cuando se dio cuenta de que "lo político, en teatro, es algo mucho más complejo, arduo y difícil que subirse a un escenario y declamar una denuncia".

Nuestras obras están profundamente relacionadas con la realidad, con el momento histórico que estamos viviendo. Pero de alguna manera nosotros no tratamos de dictar ideologías ni tampoco de imponer nuestra opinión; pero sí queremos dejar preguntas al espectador, ver que podemos reflexionar, discutir sobre ciertos asuntos. Y tratamos de hacer poesía y arte con todo eso, porque muchas veces cuando uno hace teatro político se vuelve muy didáctico, da demasiadas explicaciones. Y el arte no es eso, el arte llega por todos los sentidos; si no fuera así, haríamos una conferencia. Pero nosotros tratamos de llegar también a diferentes lugares: a la emoción, al recuerdo, a la memoria de uno.

Memoria y humor son las dos palabras que sirven de lema al trabajo de la compañía. Uno de los atractivos de la obra es la revisión paródica del nacionalismo decimonónico, folclórico que seguimos padeciendo.

Este es un elemento que siempre ha habido en nuestras obras: la ironía. Y sobre todo en esta obra, porque la pérdida del mar es un tema que atrapa a los bolivianos, es un tema muy sensible. Imagino que ya conoce las demandas presentadas por Bolivia en La Haya. Entonces, ha sido un poco riesgoso hacerlo en Bolivia de esa manera, pero al final todo salió bien. Tuvimos miedo, sí, porque en escena aparecen los colorados, la guardia del presidente. Pero no se ofendieron, al revés. Reirnos de nosotros mismos nos ha hecho reflexionar desde otros niveles. Y ha sido fundamental porque si no, hubiéramos caído en algo retórico, muy pesado.

Recuerda Arístides Vargas, el autor argentino del texto de la obra, que los bolivianos se sienten unidos paradójicamente por una ausencia. Uno de nuestros mejores aires de Lima, el de Valsequillo, tiene un verso que dice: "ella [mi conciencia] no sabe que yo me enamoré de tu ausencia".

Este tema del mar tiene sus lugares comunes. Se dice: ¿Por qué estás reclamando que no tienes mar? Suiza no lo tiene y están muy bien [risas]. Y luego está lo que sucede con los niños, porque allá en Bolivia desde muy pronto se inculca un sentimiento muy fuerte en relación con ese tema. Es algo que llama la atención a quien viene de otro país: porque no teniendo mar tenemos un Día del Mar, hay más de un himno al mar, hay una fuerza naval, hay un equipo de fútbol del Litoral (aunque ya no exista la provincia del Litoral). Y hay una Miss Litoral. Se vive esta ausencia como una presencia, y así es ese sentimiento patriótico. Y los niños tienen eso dentro, quieren ir a Chile para ver ese mar que nos han quitado y era nuestro... Y realmente hay una deuda histórica, y hubo una guerra muy injusta que, la verdad, no fue exactamente una guerra. Pero en la obra, la historia es un punto de partida, porque nosotros hablamos más de ese sentimiento; y el texto tiene una dimensión tal que uno también puede entender la obra de una manera muy íntima, ¿no? ¿Cuál es mi mar?; ¿Qué es lo que yo perdí y quiero recuperar? ¿Qué es aquello que no conozco y quiero alcanzar?

En mitad de la obra, Juana, el personaje femenino, se pregunta si el día que recuperen el mar volverán también los muertos de la Guerra del Pacífico. ¿No encontramos la respuesta en la propia obra, cuando se nos muestra que los muertos siguen aquí y que sólo hace falta que nos ocupemos de ellos?

Nosotros hacemos memoria. Y la respuesta a esa pregunta (que se hace Alice Guimaraes en el papel de Juana) es que sí, que los muertos no vuelven porque se quedan siempre ahi, ¿no? Es interesante esa escena en la que el fantasma de un músico camina por el desierto y va encontrándose a gente muerta. Es la escena de la obra que hace referencia directamente a la Guerra del Pacífico; y más que nada a los mitos de la Guerra, porque la guerra también se ha folclorizado, se le ha dado una dimensión casi... onírica. Entonces hay personajes que hasta los niños estudian en la escuela pero, la verdad es que tenemos muchas dudas sobre si realmente existieron. Hay por ejemplo un niño llamado Juancito Pinto, un tamborilero, que murió en la Guerra y que es el héroe de los niños en Bolivia. O la hija del coronel que salvó la bandera boliviana guardándola bajo sus faldas. Nosotros tratamos de reflejar esa "realidad inventada" que ayuda a entender nuestro país, pero esta necesidad de crear héroes, mitos con lo que identificarse es universal también.

La atmósfera maravillosa, irreal de la obra es creada por el texto, pero también por el trabajo de creación colectiva de la compañía: en la expresión corporal, en la música con la que comienza la obra, cuando el actor Lucas Achirico repite la palabra "mar" como un mantra...

Bueno, nuestro trabajo es una elección de vida. Nosotros sólo vivimos de las presentaciones [funciones]. Hemos pasado veinte años entregados al trabajo teatral en la hacienda de Yotala. Creo que esta elección nos ha llevado a cada uno a profundizar en ciertas cosas: en la escenografía, porque nosotros potenciamos mucho lo visual, que además nos ayuda a que seamos comprendidos fuera de Bolivia, a hacer obras universales; y también profundizamos en la música. Lucas siempre vió este tema musical como un lamento, porque la presencia del mar era algo muy fuerte, constante. Era una música que había compuesto mucho tiempo atrás, pero que no tenía palabras. Entonces, durante los ensayos él la lanzó y Arístides Vargas le dijo automáticamente: ¿por qué no la cantas con la palabra "mar"?

¿Han encontrado su público en Bolivia?

Nuestro deseo de ir hacia el público tenía mucho ver con la realidad de Bolivia hace veinticicno años, cuando se fundó la compañía. Entonces el teatro ya no tenía relevancia. Más allá del teatro popular el público ya no creía en los teatros, así que la compañía nació de esta necesidad. De hecho, al principio hicimos muchas presentaciones en pueblos, en lugares donde no se había visto teatro. Poco a poco fuimos llenando las salas. Pero no puedes vivir de eso en Bolivia; por esta razón tenemos que salir dos meses al año de gira. A nosotros nos gusta decir que somos una especie de emigrantes, actores que salen de Bolivia para poder financiar sus montajes.

¿No es mar una obra muy terapéutica? Espero que me entiendan bien.

Nosotros partimos de una necesidad real, una necesidad que tenemos como personas, como actores de la compañía, como bolivianos. Queríamos anclar lo folclórico, lo superficial, en la realidad. ¿Es la recuperación del mar una necesidad real para los bolivianos? Sé que hay mucha gente a la que esto no le cambiaría nada. Sin duda habría un beneficio económico, pero también hubieramos perdido mucha de nuestra riqueza cultural sin este "enclaustramiento". Bolivia es muy diversa, especialmente el Oriente y el Occidente, es como dos países o más dentro de uno. De eso habla también la obra. Las diferencias entre los tres hermanos representan las distintas culturas, tradiciones... pero todos tenemos una misma madre, la madre patria, y también una madre que es siempre distinta para cada uno de sus hijos, y que parecen tres, como en Mar. O más.

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