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El juego de la falsa inocencia

Joaquín Pascual publica su cuarto trabajo en solitario, 'Una nueva psicodelia', que supone otra sorpresa en la carrera del ex Surfin' Bichos

El juego de la falsa inocencia

De las cenizas de Surfin' Bichos surgieron dos de las carreras más interesantes y coherentes que ha visto este país en sus últimos veinte años. Por un lado, Fernando Alfaro sigue sacando trabajos en los que no hace sino confirmar su talento como uno de los grandes renovadores del pop de este país. Y por el otro, Joaquín Pascual se ha convertido en un baúl de sorpresas y cada nuevo proyecto en el que se involucra supone otra grata sorpresa para los muchos seguidores de la mítica banda albaceteña disuelta a principios de los noventa.

El cantante publica hoy, a nivel nacional, su cuarto trabajo en solitario, Un nueva psicodelia, en el que se refleja con total claridad todas las pulsiones de su fructífera carrera desde principios de los noventa, desde el pop sofisticado de los últimos Mercromina, hasta los tonos más naif y minimalistas que vertió en Travolta, pasando por esa reivindicación de la canción clásica y de ascendencia crooner que ha presidido su carrera en solitario.

Un total de nueve temas construidos a través de un entramado de teclados analógicos con guitarras acústicas y eléctricas, más cercano a su cercana experiencia con La Orquesta Descarrachada y su La frontera scores que a sus anteriores trabajos. Un minimalismo falsamente inofensivo que esconde muchas más lecturas de las que en un primer momento podría parecer, con esa voz frágil y delicada en primer plano, que susurra las palabras más que cantarlas, y que sirven para dejarse atrapar en el trabajo más atmosférico, reflexivo e intimista del albaceteño. Con una portada firmada, una vez más, por el humorista Joaquín Reyes, la primera parte del disco mantiene todo el rato una sensación lisérgica, un ambiente como de ensoñación y de piscodelia, donde aparecen referencias del avant-garde de gente como John Maus, o bandas del estilo The Notwist o Broadcast.

Así, Maridos es el mejor decálogo de cómo hacer noise pop con efectos de teclados en vez de guitarras. La tremendista El secuestro de JP (¿autobiográfica?) roza el trip hop en ocasiones. Por otro lado, El misionero, es una encantadora balada donde Pascual adopta la faceta de neocrooner. Y Alguien tiene que hacer algo, una de las mejores canciones, fusiona aquel pop perfecto tanto de Surfin y Mercromina con efectos electrónicos embriagadores. Curiosamente es en el ecuador del disco donde el autor se introduce por terrenos más pop y asequibles. Así sucede en Te lo pinto lunático, Me lleva el aire o Da miedo entrar en tu habitación, que podrían encajar perfectamente en alguno de los últimos trabajos de su anterior banda. El disco termina con la sensacional y también autobiográfica Rick y Raquel que evoluciona con un crescendo totalmente subyugante y envolvente y que define perfectamente la madurez el juego ambiguo de su autor, que él mismo explica como componer canciones alrededor de la idea de que todo se puede ver desde ópticas diferentes y extrañas.

Fernando Alfaro, en un texto escrito especialmente para la presentación del álbum, afirma que ve este trabajo como "una nueva psicodelia que aleje el miedo, la soledad y la no-vida". Una de las cimas de su fascinante carrera.

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