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CINE ENTREVISTA

"El de 'Nadie quiere la noche' ha sido el maquillaje más difícil"

Juliette Binoche y Rinko Kikuchi, en un momento del filme LEANDRO BETANCOR

Cuando le pregunto a la maquilladora de cine Sylvie Imbert por su película preferida contesta "todas, porque en todas dejas un trocito de tu alma". Nació en Montmorillon, en el centro oeste de Francia, "que quiere decir Monte del Moro Pequeño, porque hasta allí llegó la invasión árabe con la batalla de Poitiers". Por amor llegó a España a finales de los setenta del siglo pasado. "Si además tienes espíritu aventurero, hablas idiomas y, para colmo, coincide con la Movida madrileña, no hay vuelta atrás. Eran tiempos difíciles, pero muy enriquecedores. Se me hacía muy raro ver a los grises por las calles de Malasaña con metralletas, ver que la gente joven de España confundía la libertad sexual con follar a diestro y siniestro y ver caer a gente por la droga. Pero tantos años de dictadura llevan al desenfreno".

Sylvie Imbert es maquilladora de Nadie quiere la noche, película de Isabel Coixet producida por el canario Andrés Santana, protagonizada por Juliette Binoche, Rinko Kikuchi y Gabriel Byrne. El filme, rodado parcialmente en Canarias gracias a los incentivos fiscales, inauguró el festival de cine de Berlín en febrero de este año. Hoy se estrena en 80 pantallas de toda España. Imbert obtuvo el Premio Goya por Blancanieves (Pablo Berger, 2012). Cuenta, además, con trabajos en películas de Pedro Almodóvar (La piel que habito, Los amantes pasajeros), Fernando Trueba (El artista y la modelo), Alejandro Amenábar (Abre los ojos) y José Luis Cuerda (Los girasoles ciegos).

Francesa residente en España. ¿Cómo ha vivido los atentados de París?

Muy mal, como me sentí hace años en Madrid, como se han sentido estos días en Malí y Túnez. El terrorismo no afecta a una nacionalidad, afecta a la humanidad. Sobre la intervención militar de Francia, prefiero no pronunciarme.

Y francesa residente desde su época universitaria en Cannes, meca de los festivales de cine en el mundo.

Así es. Aun no flirteaba con el cine. El festival se vivía como un problema de circulación porque se colapsaba la ciudad, pero a mí me gustaba bajar andando a la Croisette a cotillear, cruzarme por la calle con las estrellas.

¿Ha visitado Cannes como profesional en alguna ocasión?

Lo viví desde dentro con la participación en competición de Todo sobre mi madre (Pedro Almodóvar, 1999). Estaba en casa de mis padres y Esther García, productora de El Deseo, me llamó para maquillar a todas las actrices para la promoción. Eran muchas, Cecilia Roth, Marisa Paredes, Penélope Cruz, Antonia San Juan? creo que estaba también Candela Peña. Fue una experiencia inolvidable. También, cuando asistí por primera vez a una fiesta del festival, la de Almodóvar, que fue la gran expectación, todo el mundo quería entrar.

¿De niña quería ser maquilladora de cine?

Para nada, no se me pasaban estas cosas por la cabeza, yo de mayor quería ser negra. Los veía artistas, deportistas, músicos..., creía que era una profesión. Es cierto que desde pequeña acompañaba en su andadura artística a mi padre, escenógrafo y cómico, y me gustaba mucho. Quise hacer estudios universitarios de cine, pero mis padres se negaron a que me fuera sola tan joven a París. Me tuve que quedar en la universidad de Tours cursando una carrera de idiomas. En uno de los festivales que organizaba mi padre, conocí a un español. De allí salió la oportunidad de venir un fin de semana a Madrid. Se convirtió en el fin de semana más largo de mi vida.

¿Cómo se hace maquilladora de cine?

En España me apunté en una agencia de traductores con la suerte de que mi primer trabajo me tocó en una producción americana, un rodaje que requería de una traductora, porque en los ochenta del siglo pasado ni Dios hablaba idiomas en España. De estar cerca de los actores, metida con ellos en el furgón de maquillaje, me picó el gusanillo. Cuando ya se fueron las producciones americanas el productor español me ofreció comenzar de meritoria. Más adelante, me encontré con una representante de maquilladores que me fichó y empezó mi andadura por la moda. Trabajé para todas las revistas, me convertí en un nombre de referencia tras maquillar a unas cuantas top models internacionales. Así, por maquillar muy fino y hablar idiomas, me dieron mi primera oportunidad en una película francesa rodada en España. Hasta hoy.

¿Qué recomendaría a los que empiezan?

Que hagan cursos de maquillaje y, si tienen esa suerte, que aprendan la profesión desde abajo, como meritorios. Yo aprendí así y por eso sé que el maquillaje de una película también es preparar el material, hacer buenas previsiones, ceñirte a un presupuesto, limpiar el material, conservarlo en buen estado, cargar el camión...

¿Cómo describiría su oficio?

Creamos personajes y lidiamos con el bienestar de los actores. O sea, el noventa por ciento es psicología y diez por ciento es maquillaje. El trabajo empieza en la lectura y desglose del guión. Ahí ves las necesidades y empiezas a perfilar los personajes. Hay veces que no es un trabajo sencillo, como en Nadie quiere la noche, donde hay una época post victoriana en el inicio de la película y más adelante un mundo totalmente opuesto, los inuit. Hemos de tener mucha sincronía con vestuario, peluquería y decorados, juntos hablamos de colores y texturas. Una película es un todo. El conjunto del trabajo de todos los departamentos de un equipo de rodaje y los actores debe ser homogéneo.

¿Cómo fueron las pruebas en Nadie quiere la noche

Juliette Binoche vino a Madrid para las de vestuario, pelucas, maquillaje, perfilar el estilo del personaje. Las de Rinko Kikuchi las hicimos en Barcelona, en el taller de May Effects, porque tenían que sacar un molde de su cuerpo (cuando veáis la película sabréis por qué). Había que transformar a la bella japonesa en una auténtica esquimal, así que tomamos también medidas de su cabeza para la confección de las pelucas. En el caso de Gabriel Byrne, las pruebas fueron en Bergen (Noruega). Allí probamos de todo, bigote, cejas, barba salvaje, tiras de pelo? Poco a poco van apareciendo los personajes. Gabriel estaba muy contento del resultado de su transformación, nos dijo: "Good job, Sylvie and Paco, you created a character!" Su personaje estaba. El tinerfeño Paco Rodríguez diseñó los peinados. Es seguramente el mejor peluquero del cine español.

¿Qué ha significado esta película para usted?

Un reto, un regalo, la vez que trabajé con dos personas que respeto y admiro muchísimo, Isabel Coixet y Juliette Binoche. ¿Qué más puedo pedir?

¿Qué fue lo más difícil?

En Nadie quiere la noche todo ha sido difícil, pero ¡tan gratificante! Cuando acabas, miras hacia atrás y piensas en todos los aspectos del maquillaje, que en este caso suponía un gran trabajo de caracterización, te preguntas cómo se te ocurrieron todos esos detalles. Aunque también es verdad que venían muy bien descritos en el maravilloso guión de Miguel Narros. Creo que es el maquillaje más difícil de mi carrera, porque está en constante evolución, puesto que los personajes se ven envueltos en un proceso de degradación y enfermedad enfrentados a unas condiciones climáticas extremas. No quiero desmerecer al trabajo que me supuso hacer Blancanieves, pero es la primera vez que me enfrentaba a semejante trabajo de caracterización, además con un icono de la interpretación mundial. Si Juliette Binoche no fuera esta bestia de la interpretación, ni amara tanto a sus personajes, podía haber sido mucho más difícil.

¿Qué productos no fallan en su maletín de trabajo?

Hay unos cuantos "no sé vivir sin ellos", como yo les llamo. Los hay incluso para películas actuales que no tienen ningún misterio de maquillaje más que su perfecta ejecución. En esta película se hacían necesarios materiales para ejecutar el proceso de degradación, unos polvos de los bomberos para la congelación, desmaquillantes especiales. Los productos han evolucionado mucho en los últimos años, por eso animo a la gente joven que quiera dedicarse al arte del maquillaje a que hagan cursos, vayan a las ferias especializadas, vean allí todo tipo de demostraciones y conozcan a los grandes del maquillaje, que les guiarán en sus dudas.

¿Es más difícil el maquillaje de una película de época?

No, pero sí luce más, porque visualmente el conjunto de lo que llamamos arte de una película de época es más ostentoso. Pero seguramente es mucho más difícil hacer un muy buen maquillaje actual. Ahora necesito una de glamour y lujo, a ser posible con musical incluido, mucho colorido, magia, una buena terapia para desquitarme de tanto sufrimiento, sudor y lágrimas de Nadie quiere la noche.

Trabaja muy estrechamente con actores y actrices, es una relación de mucha confianza.

Es, sin duda, una relación íntima. Ten en cuenta que somos los primeros que los ven por la mañana, muchas veces a horas intempestivas en las que no tienes ganas de ver a nadie, ni de que te hable nadie, nos tienen a un palmo de su rostro, maquillándolos, nos convertimos en sus confidentes, sus consuelos, sus refugios? Sin duda, me gustaría destacar la inteligencia de Juliette Binoche. Le expliqué que la iba a maquillar con unos productos más agresivos que eran necesarios por no poder después tener ocasión de retocarla. Me escuchó. "¿Podremos quitarlos y tratar luego mi piel para que no sufra? Adelante, tú eres la profesional". Eso no pasa nunca. A muchos actores y actrices les cuesta asimilar que tú también eres un profesional al servicio de una película y que tu trabajo es tan importante como cualquier otro.

¿Cuáles son sus expectativas con respecto a la película?

Si te las contara, seguramente te parecería una soberbia prepotente, pero soñar es gratis. La aceptación de crítica y público es siempre una ruleta rusa.

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