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AMALGAMA

Recordando a Giovanni Sartori

Una de las religiones ha desatado la violencia, posibilidad que acoge en su canon, y la otra religión, ya decadente y quasilaicista, está desarrollando la culpa

Giovanni Sartori, pensador y reputado teórico de los sistemas de partidos y de la democracia, en noviembre de 2000, antes del ataque contra las Torres Gemelas, escribía un artículo, Multiculturalismo contra pluralismo, publicado en la revista Claves de Razón Práctica. Allí decía: "A Saul Bellow se le atribuye esta frase: cuando los zulúes produzcan un Tolstói lo leeremos. ¡Santo cielo! Para el griterío multiculturalista esto es una arrogancia blanca, insensibilidad hacia los valores de la cultura zulú, y violación del principio de la igualdad humana. Y yo de entrada la declaro ridícula. Atribuir a todas las culturas igual valor equivale a adoptar un relativismo absoluto que destruye la noción misma del valor. Si todo vale, nada vale: el valor pierde todo valor". Decir esto en aquella época era herético para los hipócritamente correctos. Hoy día es ya una imperiosa necesidad. Recientemente un político catalán ha expresado que el multiculturalismo es un problema, y evidentemente lo es: es tan problema como la democracia de una república comunista, las cuales todas eran muy democráticas con un partido único. El fenómeno que está ocurriendo no es una guerra de religiones, puesto que en este contexto hablaríamos de la discusión de los cánones de una religión contrapuestos a los de otra. El fenómeno es un tanto más complejo, casi de psicoanálisis grupal. Una de las religiones ha desatado la violencia, posibilidad que acoge en su canon, y la otra religión, ya decadente y quasilaicista, está desarrollando la culpa. Los mahometanos disponen de muchísimas frases en sus textos que incitan a matar al infiel, y los cristianos, habiendo perdido la fe, se han mutado en una denominada teología de la liberación que propugna la culpa llevada al martirio y al comunitarismo social como sustitutivo de la caridad personal. De esta forma las izquierdas, en el más absoluto seguidismo ideológico al sentido de culpa y pecado original propugnado por el cristianismo, aceptan el castigo por cruel que sea, acatando con la culpa histórica de ya no importa qué, pero culpa. Y el contrario mahometano desarrolla la violencia cruel contra el infiel tal y como predican sus textos. Es la misma dinámica psicológica del maltratador y la maltratada en la violencia de género, pero en un contexto grupal. En una dinámica psicologista de violencia-culpabilidad, los mejores amigos del asesino, pues, van a ser los asesinados. Podría ser un tema pacífico, como decía el propio Sartori: "Si el multiculturalismo se entiende como una situación de hecho, como una expresión que simplemente registra la existencia de una multiplicidad de culturas, en tal caso un multiculturalismo no plantea problemas a una concepción pluralista del mundo". Pero si el multiculturalismo se considera un valor, dice, el rumbo es hacia una colisión. Señala Sartori el origen neomarxista del multiculturalismo, con influencias de Foucault y Taylor, y en su ensayo La sociedad multiétnica, sostiene que los multiculturalistas de origen marxista "no persiguen una integración diferenciada del otro sino una desintegración multiétnica". La culpa patológica abre las puertas a la violencia patológica, y ambas multiculturas se complementan en una espiral definitiva en la que el autodeclarado culpable está condenado a una muerte segura.

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