La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

cómic

El Cid en su real grandeza

Una edición integral de la obra maestra de Palacios refleja los problemas del héroe castellano en una época de intolerancia

Una de las viñetas de 'El Cid' . LP / DLP

El Cid es la obra maestra de Antonio Hernández Palacios, una saga fundamental en la historia tanto del cómic español como mundial, por encima de otras sagas más conocidas suyas como McCoy o Manos Kelly. Realizada entre 1971 y 1984, el protagonista es, ciertamente, Rodrigo Díaz de Vivar, pero las aventuras se centran en la tragedia de la familia de Fernando I de León y, sobre todo en su hijo, Sancho II, primer rey de Castilla y, por conquista, de Galicia y de León. Formado por los volúmenes Sancho de Castilla, Las Cortes de León, La toma de Coimbra y La cruzada de Barbastro, la historia termina justo cuando el Cid tiene veinte años y aún no ha alcanzado su fama de héroe, por lo que es de suponer que Palacios pretendiera realizar una treintena de números como las del oficial sudista.

La historia se ambiente en la primera mitad del siglo XI, cuando los cristianos empiezan a conseguir sus primeras victorias contra los musulmanes en su lucha por el control de la península, y va desde la batalla de Graus en la que Sancho luchó contra su tío Ramiro I de Aragón, hasta la muerte de Fernando I el Magno. A pesar de ser un proyecto inacabado, El Cid sigue siendo una muestra extraordinaria del talento de su creador en todas las facetas: como guionista, historiador y, sobre todo, excepcional dibujante. Un artista capaz de diseñar viñetas con hasta tres fondos diferentes, crear situaciones corales muy complejas y con una capacidad extraordinaria para plasmar los aspectos psicológicos de los personajes y añadir un color radiante a cada una de las viñetas.

Palacios se documentó exhaustivamente sobre la vida, el vestido, las costumbres y el armamento de entonces. Profundizó a través de todo tipo de referencias, desde el propio Cantar del Mío Cid hasta la obra de Menéndez Pidal, pasando por la superproducción cinematográfica de Bronson, Las Mocedades del Mío Cid de Guillén de Castro o las Crónicas Najerenses. Realizado a partir de los originales y la documentación con la que trabajó el propio Palacios, en esta edición han colaborado la viuda del dibujante y varios expertos en su obra logrando un trabajo ejemplar, digno de la trascendencia mundial de su creador y que convierte a esta cuidada edición de Ponent Mon en una adquisición imprescindible para cualquier aficionado.

Recordar, además, que el madrileño empezó a gestarlo cuando el franquismo se apoderaba del personaje y tergiversaba su verdadera dimensión. Así, el creador de Roncesvalles quiso mostrarlo como lo que realmente era: un superviviente que vivió en una época de intolerancia tan oscura como ese mismo periodo de la historia de España durante el siglo XX.

Compartir el artículo

stats