La Provincia - Diario de Las Palmas

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cine entrevista

"Siempre quise rodar 'Palmeras en la nieve' en Gran Canaria"

"La clave en Canarias es crear antes la industria, que se pueda vivir del cine y la televisión, para, después, empezar a construir un cine propio", señala el productor Adrián Guerra

El productor de cine Adrián Guerra, en diciembre de 2014 en el II Foro Internacional de Turismo de Maspalomas LP/DLP

La entrevista en directo que le hice al productor Adrián Guerra en el Club LA PROVINCIA se produjo el 23 de abril pasado y fue histórica porque era la primera vez que el productor de cine se subía a una tribuna pública de su ciudad. El recinto llenó su aforo. La carrera de Guerra (Las Palmas de Gran Canaria, 1984) tiene difícil parangón en los ámbitos nacional e internacional. 31 años, 8 largometrajes estrenados desde los 25; uno más en postproducción, Contratiempo, de Oriol Paulo, con Mario Casas, Bárbara Lennie, José Coronado y Ana Wagener; y otro cuyo rodaje en Gran Canaria se anunció ayer, The Titan, de Lennart Ruff, con un casting encabezado por Sam Worthington. Adrián Guerra, además, ha sido distribuidor de películas desde los 22 años.

Lo que sigue es un resumen de aquel encuentro que hizo un repaso en profundidad por la trayectoria vital y profesional del cineasta.

¿Cuáles son sus sensaciones antes de un estreno?

Una película puede fracasar o funcionar y ambas cosas tienen la misma justificación. Ante un estreno estoy lógicamente nervioso. Empujando desde la prensa y redes sociales para que la película exista y todo el mundo vaya al cine. La prensa en España no suele apoyar las películas que tienen un ánimo industrial. Y aquellas que obtienen un respaldo crítico no suelen recibirlo del público. La crítica en Estados Unidos respeta eso mejor. Entienden que hay películas de autor, que van dirigidas a un público más minoritario, y películas "palomiteras", y no usan el mismo patrón para medir los dos tipos.

¿Qué nos puede adelantar de Palmeras en la nieve?

La película es un esfuerzo por reconstruir una parte olvidada de nuestra historia. Como productor español, me interesa destacar la historia de mi país, igual que hacen los ingleses y americanos con sus grandes historias. Descubrir al gran público la historia de Guinea Ecuatorial me apetecía mucho. Mis abuelos vivieron esa realidad y mi madre nació allí, así que en casa es una realidad que he tenido muy cercana. Desde que leí el libro de Luz Gabás no solo quise hacerlo, sino mi propósito fue rodarla en Gran Canaria. Al principio chocaba, pero ahora ya nadie imagina un lugar mejor para filmarla.

En abril de este año estrenó Cómo sobrevivir a una despedida

Teníamos una alianza con el Grupo Planeta y Antena 3 para desarrollar proyectos multiplataforma y decidimos dedicar una parte de nuestro dinero a contratar guionistas para que dieran forma a ideas. Así desarrollamos el concepto "Generación By", en la que yo mismo me incluyo, como respuesta al concepto de los "Ni-nis", que entonces estaba muy en boga. La "Generación By" habla de una gente joven hecha a sí misma, que ha utilizado los medios a su alcance para salir adelante. De la película lo que más me gusta es el concierto en el Holyday World. 550 figurantes, la Spice Girl Emma Bunton y toda la noche rodando. Había extras que no se querían ir. La anécdota fue que por horarios solo pudimos traer a Emma Bunton en un vuelo Ryan Air y, como eran las fechas de celebración del Orgullo Gay, se encontró en un avión lleno de británicos de fiesta que la reconocieron. Se pasó las cuatro horas oyéndoles cantar el "Wannabe".

¿Cómo se hace Adrián Guerra cineasta?

Siempre fui un friki. Pasaba horas en el videoclub. El cine, junto a la lectura, era mi gran escape. De hecho, de pequeño me castigaban quitándome el carnet del videoclub. Mis habituales eran el Videoclub Vega, en Escaleritas, y el Daily Price de la calle Galicia. El cine siempre me gustó, pero como hobby, nunca imaginé que iba a acabar trabajando en el sector. Era un mundo tan difícil y me veía tan alejado en Las Palmas que lo tenía descartado. Mi bachillerato, de hecho, fue en la especialidad de Ciencias de la Salud. A los 18 años tuve la suerte de que me becaran para estudiar Comunicación Audiovisual en la Universidad de Nebrija.

¿La afición por ver cine no ha pasado?

Sigo viendo películas por placer, mínimo una diaria. Intento estar al día de todo lo que se hace. Como productor una parte de mi trabajo es estar conectado a la realidad de lo que pasa en la industria.

Logró acceder a la universidad, pero se dio de bruces con una verdad que no esperaba.

Descubrí pronto que todos no compartíamos las mismas inquietudes. El profesor preguntó el primer día quién de la clase había visto la película El padrino (Francis Ford Coppola, 1972) y de treinta levantamos la mano tres. Yo me había introducido en el mundillo gracias a ver cine y a hojear revistas de cine, algunas de cine amateur te explicaban cómo hacer las cosas. Había hecho mis pinitos por mi cuenta. Pero me encontré con que en la universidad era todo muy rígido, no había pasión. Eso me frustró mucho.

Y empezó a moverse solo.

Iba a mesas redondas, clases magistrales, empecé a colaborar con revistas. Así encontré a un grupo de gente que, de repente, me propuso organizar un festival de cine fantástico. Con el director del festival de Sitges aprendí lo básico de cómo se montaba este tipo de eventos, me hice un presupuesto pequeño, los que me habían apoyado hasta ese momento se rajaron y, buscando patrocinadores, di con el canal de televisión Calle13. Les encantó la idea, me dieron el dinero. Se llamó la Muestra de Cine Fantástico Calle 13.

Acababa de cumplir 21 años.

Eso es, y a partir de ahí coincidió que unos americanos que estaban en Europa me avisaron de que venían a Madrid a presentar su película al festival. Eso me hizo ponerme las pilas con el inglés. Nos hicimos amigos y fue la llave para entrar en el mundillo en Los Ángeles.

¿Cómo se hizo productor?

Tras la experiencia con Calle13 me salió la oportunidad de seguir colaborando con los Estudios Universal, pero tampoco era mi mundo. Soy demasiado inquieto. En ese proceso, mi antiguo socio me ofreció dar salida en vídeo a unas películas que entonces no la tenían en España. La suerte fue encontrar disponibles los derechos de Tape, de Richard Linklater, y una serie de televisión de Lars von Triers, también inédita en España. Pedimos un crédito, negocié los derechos. Así nació Versus Entertainment. En paralelo, empecé a conocer a directores, Luiso Berdejo, Eugenio Mira, Rodrigo Cortés, Miguel Ángel Vivas. Todos preparando entonces su primera o segunda película y todos con muy mala experiencia con sus productores. El montador de los cortos de uno de ellos me dijo un día: "Oye, ¿y por qué no produces tú una película?" Así, de manera espontánea, me surgió la posibilidad .

¿Cuál fue la clave para entrar tan joven en la industria?

Por revistas como Variety y otros canales de información conocía el funcionamiento de la industria antes de que me llegara la oportunidad de entrar. Esa fue la clave para que me aceptaran como uno más. La otra parte es arriesgarse. Durante mis años de estudiante nunca di nada por sentado. Era consciente de que posiblemente no me quedaría otra que volverme a Las Palmas tras la carrera, así que tenía que probar todas las oportunidades. Justamente eso me llevó a dejar la carrera, porque entendía que iba a adquirir más experiencia trabajando en el sector. En todos los pasos asumes un riesgo. Pero haciendo los deberes en cada uno de ellos estás preparado también para obtener la recompensa. Ir hacia delante te va abriendo cada vez nuevas puertas que antes no habías contemplado.

Empezó como productor con Buried

Buried tuvo beneficios, pero yo no vi nada, ya que la inexperiencia hizo que estructurásemos mal para nosotros la película. El objetivo de una película comercial industrial desde el punto de vista de sus beneficios está en la televisión. Y Buried, por sus características, no es una película que funcione bien en la tele. Los inversores sí que ganaron mucho dinero. Aunque, eso sí, nos abrió muchas puertas y posicionó a otro nivel en la industria.

¿Cuál fue la clave de su éxito?

Todas las películas tienen un valor en el mercado y este se lo otorga, en buena medida, los actores con los que se cuenta. Por eso, saber que contábamos con Ryan Reynolds como protagonista nos aseguraba unos ingresos con los que podíamos contar en el plan de financiación. El guión de Buried tenía prestigio, me lo pasaron con la idea de que hiciera la versión española de la historia y después vender el remake americano. Cuando lo leí, me di cuenta de que podíamos hacer la versión americana directamente en Barcelona. El director Rodrigo Cortés me dijo que hacer una película como esa, de corte hitchcockiano, era un reto de dirección y el sueño de su infancia. Reynolds nos ofreció ser el protagonista si encajábamos el rodaje en 20 días entre dos películas que tenía cerradas. Era mayo y me encontré con que tenía a un actor de Hollywood comprometido para rodar una película en julio. Llegamos in extremis. Fue un sueño hecho realidad.

A partir de ahí comienza a encadenar películas.

Luces rojas (2012), con el mismo director, fue desarrollándose en paralelo. Me lo propuso Rodrigo Cortés sabiendo que me apasiona todo lo que tiene que ver con el mundo de lo paranormal, y la fuimos desarrollando hasta que nos dimos cuenta que necesitaría un presupuesto elevado, así que nos dedicamos a Emergo (2011), sobre una casa encantada filmada desde el punto de vista de una cámara doméstica. Cuando apareció Buried, desplazó a su vez a Emergo, que produje al año siguiente con la dirección de Carles Torrens.

Y en esa vorágine sacó tiempo para producir a José Luis Guerín Guest

Ya desde la época de Versus Entertainment habíamos apostado por redescubrir joyas del cine español. Entre otras, películas de Víctor Erice y de Guerín. Que José Luis se fiase de unos chavales de 23 años ya era bastante flipante. Guest estuvo en más de 50 festivales, entre ellos Toronto y Venecia. La experiencia fue interesante para conocer cómo se distribuían las películas menos comerciales.

Se ha especializado más en cine comercial que de autor.

Como productor me atrae menos el cine de autor, pero no porque tenga menores posibilidades de desarrollo comercial, sino porque prefiero películas que me permiten intervenir en las estrategias de producción y los procesos creativos. Me gusta estar del principio al final. Conseguir la financiación, preparar y estar en el rodaje, montaje y distribución. Cada película es un salto al vacío, como montar una empresa diferente, te la juegas con ella. La parte más compleja, y desesperante, es montar la financiación, un proceso que no puedes compartir con nadie y en el que tienes varios planes bes previstas por lo que pudiera ocurrir.

Grand Piano (2013) fue la primera película que filmó en Gran Canaria.Grand Piano

El guión es de Damien Chazelle, que hoy ya es un guionista nominado al Oscar, por Whiplash (2014). Que te decidas por un guión es una decisión muy personal. Además de que lo veas viable, tiene que ser una película que tú quieras ver en el cine. Le dedicarás dos años de tu vida. Recuerdo que el guión de Gran Piano lo leí en Las Canteras. Me encantó. La idea inicial era rodarla en Europa del Este. Pero justo esos años se habían hecho Furia de titanes (2010) e Ira de titanes (2012) en Tenerife y empecé a oír hablar de los incentivos fiscales canarios. Usamos Grand Piano como una experiencia piloto, para testear hasta dónde era posible hacer y lo fiable que podía ser el uso del incentivo.

¿Qué recuerda de aquel primer encuentro con el mecanismo de los incentivos fiscales?

La experiencia fue agónica, de repente supimos que para el incentivo canario solo podían sumarse empresas de las Islas. Ese año tuve unas 400 reuniones. Logramos crear un núcleo duro de inversores. Con eso pudo traerse a la Isla REC 4: Apocalipsis (2014), El Niño (2014) y, más tarde, Cómo sobrevivir a una despedida y Palmeras en la nieve.

¿Ha mejorado la percepción del incentivo fiscal al cine entre los inversores canarios?

Más del 95 % de las películas que se plantearon venir no lo hicieron por la falta de apoyo del empresariado local a los incentivos fiscales al cine. Por suerte, la nueva ley establece la devolución directa del incentivo para películas extranjeras, saltándose así el cuello de botella que ha impedido el desarrollo de la industria estos años. Esta medida debería ser la gasolina para poner a funcionar el motor de muchísimas producciones en Canarias que pudieran alimentar iniciativas como la de crear unos platós o a empresas que quieran establecerse en Canarias. Espero que, al calor de esto, las empresas canarias se lancen también a apoyar el incentivo al cine nacional y así podamos desarrollar una industria propia más allá del servicio a producciones extranjeras.

Entre tanto rodó una de acción norteamericana, The Gunman, teniendo como socios al actor Sean Penn y Joel Silver, productor de The GunmanMatrix

The Gunman se iba a rodar en Francia y Portugal y el reto fue demostrar que en España podía hacerse una película de acción con los ingredientes que se le suponen íntegramente. El productor americano se quedó con ganas de llevarse a ese mismo equipo a rodar películas en otras partes del mundo.

¿Qué ha cambiado en el cine español en los últimos años?

Cuando le explico a un productor extranjero el funcionamiento del cine en España les tengo que decir que hasta hace poco el negocio era hacer la película. Sin necesidad de que hubiera un interés comercial, estrenar la película era suficiente para que el productor ganara. Hoy se hacen las películas pensando más en su explotación. En los últimos cinco años ha habido un cambio generacional importante. Parece que cada vez más, poco a poco, el público español abraza también al cine de su país.

¿Es posible un despegue del audiovisual en Canarias?

El rodaje de Grand Piano me lo planteé como un deber con Gran Canaria. Intentar generar un marco estable y un "saber hacer" que permitiese que vinieran otros productores a apostar por la Isla. La clave, desde mi punto de vista, es construir primero la industria, que la gente pueda vivir del cine y la televisión en las Islas, y, después, empezar a construir un cine propio. En Estados Unidos es más fácil rodar películas independientes que en España y la razón es que allí hay gente que vive del cine. Que gracias a los incentivos vengan producciones con continuidad puede ser la base para crear ese tejido industrial. Está ocurriendo en Sudáfrica en estos momentos. Hace unos años todo eran coproducciones con Inglaterra y se traían a casi todo el equipo de allí. Con el 'boom' de los últimos años se ha creado un cuerpo de equipo técnico local muy potente, tan bueno que viaja por todo el mundo y ha permitido que existan películas surafricanas como Tsotsi (Gavin Hood, 2005) y Distrito 9 (Neill Blomkamp, 2009). Es más fácil rodar películas pequeñas en un lugar donde hay tejido industrial que donde no lo hay.

Técnicos locales lamentan que tienen difícil cabida en los rodajes que llegan de fuera.

A mí no me gustaría nada más que poder coger para una película al 100 % del equipo local. Traer técnicos de fuera supone un sobrecoste que, si pudiera, evitaría como productor. Obviamente no lo deseamos, pero las películas son muy exigentes y requieren un equipo de mucha experiencia para que todo funcione como un reloj. Cada día de rodaje cuesta mucho dinero, en Palmeras en la nieve más de 125.000 euros. Eso implica contar con un equipo de confianza. Nosotros tenemos un equipo que ha ido formándose con el tiempo, empezando desde abajo y creciendo.

¿Ha hecho bien el Gobierno canario en retomar las ayudas directas al audiovisual que suprimió en 2012?

Que existan ayudas directas del Gobierno puede servir para ayudar al cineasta local que haya sobresalido por su trabajo en festivales. Pero hay que saber que las ayudas se han reducido en otras comunidades también, y que no son el soporte idóneo para potenciar un tejido industrial. Lo que ocurrió en la Ciudad de La Luz de Alicante fue precisamente porque invirtieron un montón de dinero público sin un plan de viabilidad y, cuando se dieron cuenta de que el lugar no era rentable, inventaron unas ayudas directas a los proyectos que querían rodarse allí. Esas ayudas crearon una ilusión de industria, pero no estaba sostenida en una base real. Llegó la crisis y aquello se hundió. Lo ideal es que el apoyo público vaya siempre por la vía del fomento industrial.

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