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Música

Frank y Ella bajan en trineo

La Gran Canaria Big Band repasa los clásicos discos navideños de Fitzgerald y Sinatra

Frank y Ella bajan en trineo

Los que aseguraron que el jazz obedecía al pulso del mismísimo demonio no pudieron errar más el tiro. Cada año Jesús también se mece acunado por esta música promiscua, mistura de sonoridades y latidos, que ha sido capaz de construir su propia tradición navideña releyendo las ajenas, fiel a su quehacer sincrético.

La Gran Canaria Big Band recoge este hermoso testigo y, bajo la dirección de Sebastián Gil, rendirá tributo los próximos días 26 y 27 en el teatro Cuyás a las clásicas grabaciones navideñas de Frank Sinatra y Ella Fitzgerald, discos dirigidos al gran público pero inficionados de una prosodia inequívocamente jazzística. No puede haber mejor carta de navegación para esa perfecta máquina de música que es una big band.

Si Sinatra nos recibe junto a un árbol de navidad suntuoso y de sobria ornamentación, Ella Fitzgerald pone su abeto cabeza abajo y lo echa a girar como un trompo. Ella wishes you a swinging christmas, el principal disco navideño de la vocalista de Virginia, es un verdadero curso de anatomía del swing y una de las cumbres de su amplia discografía. Con 25 años de experiencia como cantante de jazz, en 1960 había refinado su arte hasta convertirlo en una teúrgia del ritmo, capaz de hacer de cualquier rosario de gastados villancicos una expedición por los senderos del fraseo y la inflexión.

Para Fitzgerald el swing es siempre una medida elástica, un palpitación maleable. Cabalga sobre el ritmo adelantándose o aletargándolo, desplaza los acentos sometiendo las melodías a torsiones que las llevan más acá o más allá de la intención original del autor, pero siempre a otra latitud. Y, a la vuelta, cae de pie, como los buenos saltadores de Garmisch Partenkirchen. Era tal el talento improvisatorio de esta mujer para desensamblar y remodelar las canciones, que en no pocas ocasiones atisba en sus vuelos soluciones que mejoran lo que está escrito en la partitura.

Ya la inicial Jingle Bells, galopada en un tempo jubiloso, muestra a Fitzgerald haciendo de las suyas, subiendo y bajando por las escales como si las campanas del título estuvieran sembradas por todas las líneas del pentagrama. Frank de Vol, que sobre el papel podría parecer el arreglista menos indicado para semejante desmelene, se deja llevar por el contagioso espíritu de la cantante y la arropa con un swing desacomplejado, con incrustaciones de cool, bien consciente de las innovaciones que la orquestación jazzística iba incorporando aquellos años. Son estos los ingredientes de Sleigh Ride, quizá la pieza más redonda del registro, donde todo se desliza, efectivamente, como un trineo.

Arreglista y cantante no dejan que la languidez impregne siquiera las baladas, que obedecen también a una cierta pulsación palpable y exponen en primerísimo plano la voz de Ella, entonces un instrumento de bellísimo timbre. What are you doing in New Year's eve? es en realidad, a pesar del atrezo navideño, un sentido lamento ante el desamor y la soledad. En We three kings of orient are lo austero de la melodía y el discreto acompañamiento ponen el foco sobre la soberbia interpretación de la cantante, que traza un vivo retrato de los tres Reyes Magos en su camino hacia Belén. La ductilidad de la mejor Fitzgerald, la aparente facilidad con la que superaba los escollos técnicos, hacen de discos como éste un verdadero tesoro que se va desvelando en sucesivas escuchas .

En Jolly Christmas Sinatra contó con Gordon Jenkins, uno de sus arreglistas de confianza, especializado en la escritura para cuerdas, que proporciona el colchón adecuado para un disco recorrido por una solemnidad quizá excesiva. Sobre Sinatra parecen planear dos grandes sombras que de alguna forman sofrenan su trabajo: la de la Navidad misma, que le impone sobriedad, y la de Bing Crosby, que había estilizado el género del villancico hasta acercarlo al refinamiento del repertorio de standards estadounidense. El vocalista se cuida de no franquear líneas que puedan rendir su repertorio a la frivolidad y sus interpretaciones a la comparación desfavorable con Crosby.

Con estos condicionantes, es la estupenda voz de Frank, entonces en su mejor momento, la que merece nuestra atención. Con impecable dicción y sin apenas despeinarse, es capaz de dejar la interpretación definitiva de Have yourself a merry little christmas, que no es poco. Más que Ella, Sinatra logra cocinar un disco que encapsula el sentimiento navideño. En diciembre de 2057 se seguirá escuchando.

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