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cómic

Historia de una pérgola

Paco Roca refleja los miedos de toda una generación a través de tres hermanos que se juntan tras el fallecimiento del padre

Una de las viñetas de 'La casa'. LP / DLP

Hasta hace poco habían sido muy escasos los autores de novela gráfica que podían vanagloriarse de haber logrado algo fundamental en este medio: que los silencios de las viñetas dijeran mucho más que los propios diálogos.

Sin embargo, varios autores últimamente han llevado al noveno arte a su verdadera esencia. Porque al igual que el cine es principalmente imagen y sonido y un buen director suele reducir los diálogos a la más mínima expresión, en el cómic sucede algo parecido ya que el texto tan solo debe ser un apoyo a lo que muestra el dibujo y debe de aparecer de la forma más reducida posible.

Un maestro en mostrar más de lo que parece es, sin duda, Chabouté. Y, a partir de ahora, también Paco Roca que en La casa, muestra su obra de madurez, un trabajo que el autor valenciano ha realizado a partir de las sensaciones que le produjo la muerte de su padre cuya presencia aparece constantemente entre los recuerdos de los tres hermanos protagonistas. Vicente, José y Carla deciden reunirse en el antiguo hogar en el campo para arreglarlo antes de venderlo. Los diálogos entre ellos, los de sus parejas e hijos, y los flashes al pasado que se va produciendo entre medias, van situando al lector en el conflicto.

De este modo, lo que parece un dibujo sencillo, casi naíf en ocasiones, resulta un trabajo mucho más complejo de lo que parece, en donde los colores, los detalles sin importancia y hasta las miradas son esenciales para captar toda su esencia y profundidad. Es necesario, por tanto, varias lecturas para poder entenderlo completamente. Para lograr este nivel de exigencia hay que tener una larga experiencia detrás que al autor le proporcione la suficiente credibilidad y Roca lo ha demostrado en títulos de cabecera del cómic español como El invierno del dibujante. La primera página de la obra ya es un toque maestro pues narra cómo se produce la enfermedad del padre justo cuando está saliendo de la propia casa. Posteriormente, el momento de mayor tensión ocurre durante las discusiones acerca del progenitor en sus últimos días durante su ingreso hospitalario. Algo tantas veces repetido como es oír las diferentes versiones sobre quién lo cuidó más, o quién decidió que los médicos no siguieran luchando por su vida cuando su estado aún no era del todo irreversible.

La construcción de una pérgola en el jardín familiar funciona casi como una reconciliación de los protagonista que, viendo los resultados tan positivos desde el punto de vista estético, se plantean si seguir o no con la venta. El dibujante valenciano rememora a autores franceses como Baru o Guibert en esta lógica evolución de un dibujante que se mueve con libertad en su obra tras el éxito de Arrugas, del que vendió más de 50.000 ejemplares en España y otros tantos en el extranjero. Cercana a la sociología de Memorias de un hombre en pijama, en el fondo, La casa trata sobre esa generación de clase media que vivieron en unas condiciones desfavorables en nuestro país. Unos padres de familia que pasaron hambre y que, con mucho esfuerzo, consiguieron tener una casa, un coche y una segunda vivienda que, como en este caso, mantuvieron a base de sudor y sangre.

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